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miércoles 24, abril 2024

Carreño. La mar de bueno

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La tradición marinera del concejo se siente en todos sus rincones: en el paisaje y clima costero, pero también en las costumbres y la forma de vida. Para ponerlas en valor hay diferentes iniciativas turísticas y culturales en marcha.

Un mar de posibilidades para disfrutar de un concejo que ha sabido conservar -y nunca mejor dicho- su esencia.
No es sólo porque sea un concejo costero, sino que la relación de Carreño con el mar va más allá, y está íntimamente ligada a la historia de la explotación pesquera en el Cantábrico: desde la pesca de ballenas en la Edad Media hasta las campañas del bocarte y el bonito en el siglo XIX, en una ruta que llegó a conocerse como «la candasera». También la anchoa y la sardina tuvieron su importancia, y en general cualquier tipo de pescado que llegase al puerto, con toda su variedad. Con semejante cantidad de materia prima, la capital del concejo se convirtió en el lugar perfecto para preparar conservas. Con el tiempo, las tradicionales bodegas de salazón y escabeche dieron paso a la industria conservera moderna: la primera fábrica comenzó a funcionar en Candás en 1830, y en las mejores épocas hubo hasta catorce empresas abiertas, que daban trabajo a las mujeres del pueblo, casi todas esposas e hijas de pescadores. Aunque la última fábrica abandonó la villa en 2012, la actividad conservera dejó una huella fundamental no sólo en la economía sino en la cultura, el paisaje de la villa y el modo de ser de sus gentes.

La relación de Carreño con el mar está íntimamente ligada a la historia de la explotación pesquera en el Cantábrico.

De todo esto habla la Exposición Permanente de la Industria Conservera de Candás, ubicada en el antiguo aljibe de B. Alfageme, justo debajo de la ya desaparecida fábrica. La muestra propone un recorrido por las claves de la economía marinera, las técnicas de conservación de alimentos hasta llegar al enlatado y el proceso productivo de una fábrica de conservas. Todo ilustrado con fotografías, maquinaria, maquetas y diversos materiales didácticos que ligan la información con la historia de esta industria en Candás, los empleados, los tipos de trabajo, las condiciones laborales… Para no perder el hilo, la exposición está en el Parque de Les Conserveres, llamado así en honor a las mujeres trabajadoras. Posee un espacio de interés botánico, perfecto para paseos, que cuenta con un pequeño río artificial y una fuente en forma de cascada. También ha dejado su herencia cultural y gastronómica el Festival de la Conserva, feria tradicional que este año celebra su 26 edición.
Hoy en día esta historia marítima no se ha perdido, sino que se deja sentir en una doble vertiente. Por un lado, la huella que ha dejado en sus habitantes es profunda, y existen varias iniciativas ciudadanas dedicadas a conservar y reivindicar las costumbres que hunden sus raíces en la tradición marinera. La etnografía es aquí una forma de vida, y el folclore candasino se deja ver tanto en ceremonias solemnes como la Semana Santa y en otras más ligeras como los diferentes festivales musicales o el indiscutible éxito del teatro costumbrista. Y, como no podía ser de otra manera, ese omnipresente mar tiene también una faceta turística. Las diez playas del concejo cubren todas las opciones, desde las calas más privadas de Las Playinas hasta los arenales urbanos de Candás y La Palmera. Para visitarlas es deseable el buen tiempo, pero afortunadamente la gastronomía no depende del clima, y durante todo el año se plantean diferentes propuestas que incluyen productos del mar acordes a la temporada. Efectivamente, es una buena manera de comprobar que Carreño sabe a mar.

Feria de la Conserva. Del 9 al 12 de julioVeintiséis años ya, y su éxito comercial se consolida edición tras edición. La Feria de la Conserva de Candás retoma la tradición industrial de la zona y sirve de escaparate para los productores artesanos. Bonito, mejillones y anchoa son los productos estrella, aunque los participantes aprovechan también para mostrar sus especialidades o presentar sus nuevas propuestas, como las algas o los productos ecológicos. Delicatessen que el público valora en su justa medida, ya que los candasinos saben de conservas y compran con criterio. Los productores a cambio encantados, porque en esta feria se vende mucho y bien; también a los clientes de fuera del concejo, en su mayoría de Gijón y Avilés, plazas que carecen de una feria especializada como ésta.
El abanico de expositores -en torno a veinte- cubre toda la zona del Cantábrico, desde Vizcaya hasta Vigo, aunque lógicamente predominan los asturianos. El año pasado estuvo presente también una conservera de Málaga, y desde la organización de la Feria se plantean abrir la muestra a otras costas, más allá de lo anecdótico. En cualquier caso, se busca dar un nuevo impulso a esta muestra tradicional, que lleva ya 25 años funcionando con éxito y que tiene la continuidad asegurada.

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