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viernes 29, marzo 2024

Una historia de superación. Constancio Herrera, miembro fundador del Club Apnea de Gijón

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No es un gran campeón en el agua, no ha batido récords de pesca, pero sí es cierto que la experiencia de Constancio Herrera, miembro fundador del Club Apnea de Gijón, es la de un luchador que no ceja en su empeño de seguir disfrutando de la pesca submarina tras un trasplante bipulmonar. Algo muy poco frecuente.   

El niño que llegó de Zamora pronto se convirtió en un «culu mullao» de pura cepa, de esos que adoran el mar y sienten pasión por el agua. Del grupo de los que empiezan pescando con caña y acaban cogiendo un fusil y sumergiéndose en busca de peces. Con el tiempo y unos amigos funda su propio club de pesca: el Club Apnea de Gijón, que ya tiene 25 años de trayectoria.
La historia de Costi, como le conocen sus familiares y allegados, es la de un hombre corriente, un amante de este deporte submarino que durante muchos años permaneció al lado del campeón del mundo de pesca submarina Pepe Viña, asistiendo y colaborando en la organización de varias competiciones. Aunque él mismo asegura «no creas, soy un pescador mediocre, que además no tiene espíritu competitivo». Tal vez porque el suyo es un espíritu diferente: ésta es la experiencia de un hombre que confiesa haber llegado a los 60, pero que sigue permitiéndose el lujo de disfrutar del agua y de su mayor afición tras un trasplante bipulmonar.
Fue hace ocho años, cuando Constancio empezó a notar los efectos de la enfermedad. Al hacer pequeños esfuerzos se encontraba excepcionalmente cansado. Las pruebas médicas le hablaron de una enfermedad cuya única salida posible era conseguir unos pulmones nuevos: la fibrosis pulmonar. «La mía era de origen desconocido, del tipo que los médicos llaman idiopática y para la que no se encuentran explicaciones, pues nunca estuve expuesto a posibles desencadenantes».
El proceso sería «progresivo e irreversible», dos palabras que no olvidará nunca «porque a partir de ese momento ya sabes lo que se te viene encima». Como consecuencia le concedieron la baja absoluta y a partir de ese momento y durante unos años la lucha de Constancio fue contra su propio cuerpo, cada día más cansado, para continuar pedaleando en su bicicleta estática y levantando las mancuernas. La tienda Viña Sub, legado de Pepe Viña, pasó entonces a manos de su yerno, aunque Constancio no dejó de frecuentarla.

La experiencia de Costi es la de un hombre que, tras recibir un trasplante bipulmonar, y sin conocer ningún precedente, quiso recuperar su mayor afición: la pesca submarina.

El 27 de noviembre de 2009 ingresó en la lista de trasplantes del Hospital de Valdecilla, en Santander y en la madrugada del 3 febrero encaró la operación. Seis horas en el quirófano -«cuando suelen ser alrededor de diez»- y una recuperación vertiginosa permitieron que en quince días estuviera de vuelta en casa, renacido. «Salió todo muy bien y al poco tiempo, después de recuperar los más de 11 kilos que perdí en la operación, los resultados de las pruebas médicas constataban que estaba mejor que antes de pasar por el quirófano».
A los dos meses de ser intervenido y animado por las buenas sensaciones, Costi quiso superar su mayor traba: la mental. Los médicos no tenían referencias de ningún trasplantado que practicase pesca submarina y no se lo recomendaban. «Al principio no me atrevía a probar, estaba mentalizado de que los pulmones que había recibido eran para respirar y no para hacer apneas, aunque fueran pequeñas». Sin embargo, en el mes de abril, en unas vacaciones en La Manga, decidió echarse al agua. Desentrenado pero feliz, comprobó que podía seguir con su gran pasión. Eso sí, «con mucha cautela».
Desde entonces, Herrera no ha perdido la sana costumbre de sumergirse en el agua. Las apneas nunca superan los 30 segundos, baja una media de tres metros, y sólo excepcionalmente hasta los ocho, suficiente para disfrutar de una jornada de pesca con los amigos. Continúa frecuentando las costas asturiana y gallega, y eso sin dejar de cuidarse, ya que el pasado mes de noviembre tuvo un pequeño rechazo, algo muy frecuente cuando se han recibido órganos de un donante. «A pesar de eso hago una vida normal, porque no se trata de vivir encerrado en una burbuja para no coger infecciones», matiza.
Con una actitud positiva -«la única que puedes tener», sigue encarando las dificultades que se presentan. Ahora los médicos, lejos de desalentarle le animan a seguir practicando la mayor de sus aficiones, y él sigue contando sus experiencias en el blog que escribe desde octubre de 2008. Como él mismo dice, «nunca es tarde para cualquier aventura y de lo que te sueles arrepentir es de lo que no te atreviste a emprender».

constancio.vinasub.com

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