Asturias está que arde

Por muchos motivos. Después de dos elecciones y demasiados meses desgobernados, iniciamos una andadura a destiempo y a la cola del resto del país, con la región desatendida y estancada, precisamente en unos momentos globales en los que los acontecimientos, lo estamos viendo, se precipitan de un día para otro.
Aquí nos hemos pasado meses sin atender a lo general, enredados en lo nuestro, mientras se debatía y se seguía debatiendo sobre la mejor traducción efectiva de lo que habían dicho las urnas… dos veces. Ya parece que se ha puesto punto y final a semejante irresponsabilidad, por lo que sólo queda que cada uno ocupe su puesto y cumpla con lo suyo, lo que viene siendo ponerse a trabajar inmediatamente para recuperar el tiempo perdido. Y por favor, uniendo fuerzas. Eso es lo que se espera de la política y no otra cosa. La ciudadanía está muy cansada de la representación cotidiana de las declaraciones cruzadas, las acusaciones pandilleras y los dardos envenenados, como si eso fuera hacer política. No hay más paciencia ya. Se pide unidad y se pide ahora. Por eso, Asturias está que arde.
Mientras todo esto sucedía en los pasillos de nuestras instituciones, la calle ha ido aguantando los golpes de la crisis. Sin interlocutores a los que dirigirse ni responsables que representen y defiendan nuestros intereses, los asturianos hemos asistido, como todos, a ese desfile de recortes que no ha hecho más que empezar, según nos han anunciado. Aunque la situación supera nuestras lindes, ya sabemos que lo que venga es mejor enfrentarlo como siempre se ha hecho aquí: todos a una. Bastantes ejemplos hay, si se quiere mirar atrás en la historia, del coraje asturiano a la hora de enfrentar circunstancias adversas. Lo que no se arregla en las instituciones tiene respuesta ciudadana en la calle.
También por eso, Asturias está que arde.
Y si se trata de navegar en medio de una galerna, qué mejor que hacerlo con buen ánimo y un poco de humor, que ahí también somos maestros en eso. Dice el tópico que donde hay tres asturianos y una sidrina, ya tenemos una fiesta. Y en esa imagen no encontramos frivolidad, sino una cualidad extraordinaria. Es camaradería y cordialidad entre nosotros y con los invitados. Es un instinto especial para disfrutar de las pequeñas cosas. En definitiva, es un tesoro en un tiempo que quiere arrastrarnos al desánimo.
El verano comienza ya y lo hace con fuego en muchos frentes. El mes de junio viene marcado por la noche mágica de San Juan, en el que las hogueras se elevan en la oscuridad para llevarse todo lo que no nos sirve, y dejarnos empezar el ciclo siguiente renovados y sin lastre. Eso es precisamente lo que necesitamos.