9.8 C
Oviedo
martes 23, abril 2024

Inmerecido

Lo más leído

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Dicen que la historia está llena de deudas. Premios que debieron otorgarse y nunca se dieron por unas u otras razones y otros que sí se concedieron pero -a juicio de la mayoría-, no eran merecidos.
Unos llegan prematuros, otros demasiado tarde; unos son discutibles y otros se dan para animar al agasajado y estimularle.
El pasado 21 de junio la Fundación Princesa de Asturias distinguió con el premio de la Concordia a la Unión Europea. Para ello destacó el sesenta aniversario de la firma del Tratado de Roma y su «colaboración en la implantación y difusión en el mundo de valores como la libertad, los derechos humanos y la solidaridad». Una decisión que primero suscitó el estupor de muchos y luego la indignación. La pregunta que surge entonces es si se trata de un premio al pasado de la UE, al presente o al futuro y lo que se espera de ella. Si es a su pasado glorioso, llega un poco tarde. Si es a su presente, es aún peor porque la institución europea vive tiempos muy difíciles de justificar. O tal vez sea un premio de futuro a la espera de que recupere su espacio perdido, pero eso tendrá que ganárselo.
A día de hoy su errática gestión durante la crisis económica donde primó el rescate bancario al de las personas, se suma su papel en la actual crisis de refugiados. Incumple las cuotas de refugiados acordadas, impone rutas mortales a las familias que huyen de la pobreza y el horror de la guerra; ha convertido el Mediterráneo en la mayor fosa común donde han perdido la vida más de cinco mil personas el pasado año, según denuncian las ONGs; invierte cada vez más dinero en muros, vallas o concertinas en aras de la seguridad o mantiene centros de internamiento donde encarcelan a gente por el hecho de no tener papeles. Hablamos de esa UE que a pesar de tener barcos preparados con tecnología punta no ha querido montar una operación de salvamento marítimo para salvar vidas, dejando espacio a las mafias.
Por tanto la solidaridad y los derechos humanos -valores que reconoce este Premio- están muy en entredicho. Lo curioso es que la UE recibe este premio cinco años después del Nobel de la Paz que también destacaba esos mismos valores. Por eso, la gente se pregunta qué reflejan estos premios de quien los concede, qué intereses hay creados o dicho de otra forma, cuánto tienen de honestos estos galardones.
Cuando en octubre vuelva a extenderse la famosa alfombra azul en los alrededores del Teatro Campoamor para recibir a lo mejor del mundo de la cultura, la ciencia, las artes o la comunicación, y los responsables de estos Premios esperen sentirse arropados una vez más por la sociedad asturiana, van a sentir bastantes bajas tras sus espaldas. La de muchos ciudadanos que con vergüenza, consideran a este premio injusto e inmerecido.

¡Haz clic para puntuar esta entrada!
(Votos: 0 Promedio: 0)

Más del autor /a

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

- Publicidad -

Últimos artículos