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jueves 18, abril 2024

Un filón pendiente

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En este número dedicamos un especial a la Federación de Montaña de Asturias (FEMPA), con motivo de su cincuenta aniversario. Para prepararlo, hemos tenido ocasión de hablar con diferentes deportistas, guías de montaña, especialistas en rescates, operadores turísticos… amantes de nuestro medio natural, en fin, que se relacionan íntimamente con él, ya sea por placer, por trabajo, o por ambos. Todos coinciden en señalar la importancia y calidad del patrimonio natural asturiano, el orgullo de habitar una tierra como ésta, y la pena, por unas condiciones deportivas y turísticas que podrían ser de primer orden, y en la mayoría de los casos se quedan en anécdota. La valoración es prácticamente unánime: Asturias, en este terreno, está desaprovechada.
Para hablar de turismo deportivo de forma coherente hay que partir de una realidad: las condiciones se dan o no se dan. Se pueden construir campos de golf, por supuesto, o instalaciones de multiaventura, o rocódromos artificiales de más o menos dificultad; pero las montañas no se simulan, las playas vienen de serie y el paisaje natural se ha ido creando a través de los siglos, con poca o nula intervención humana. Quiere esto decir que hay una ventaja evidente: no hacen falta grandes infraestructuras, basta con sacar partido a lo que hay, cuidarlo y potenciarlo. Cierto es que el visitante agradecerá tener un buen hotel o un camping donde alojarse, y que una vez terminada su actividad deportiva querrá comida casera, o quizá un menú de estrella Michelín. Hay público para todo, y ahí es donde deben entrar los mecanismos promocionales y empresariales. El turismo deportivo puede dejar de ser una nota a pie de página en la economía asturiana, y convertirse en un capítulo aparte.
Hay eventos puntuales, que mueven a miles de personas y también miles de euros. El Descenso del Sella o la Vuelta Ciclista a España son claros ejemplos, aunque hay otros más modestos y originales, como el Tenis Playa de Luanco, que son auténticos espectáculos deportivos y turísticos. Pero durante todo el año Asturias ofrece grandes posibilidades a los deportistas, tanto nacionales como extranjeros. Son reclamos que hay que explotar, porque éste es exactamente el tipo de target deseado, el que todos los destinos turísticos quieren: un visitante de perfil medio-alto, que busca experiencias deportivas, pero también culturales y gastronómicas. Que se esfuerza por conocer el entorno en profundidad. Que sabe lo que quiere, es sensible al precio pero también a la calidad, y responde positivamente a una oferta bien planteada. Que en muchos casos combina familia y deporte buscando un turismo «sano», muy alejado de otros modelos basados en la pura fiesta y el alcohol barato. Es un cliente exigente y agradecido; si queda satisfecho, es fiel al destino.
Este tipo de turismo no duda en desplazarse hasta los mejores lugares para practicar su deporte favorito. Y ahí sí podemos competir: en Asturias tenemos playas codiciadas por surferos y buceadores; montaña, montaña y montaña, estaciones de esquí, rutas de senderismo famosas como el Cares o la Senda del Oso; ciclismo, espeleología, rafting, descenso de cañones y ríos -con una temporada excepcional, todo sea dicho, gracias al abundante caudal de este año-; parapente, golf, equitación; propuestas más insólitas como el arborismo o el paintball… la lista puede seguir y desarrollarse, porque no hay concejo de Asturias que no pueda plantear una propuesta de turismo activo, aunque quizá aún no lo haya hecho.
Efectivamente, podemos. Y queremos. Porque esto supone un beneficio global, no sólo para las empresas especializadas, sino también para el comercio local, hostelería y hotelería, especialmente los alojamientos rurales, que seguro agradecerían un impulso en estos momentos difíciles. En ese sentido, los empresarios se están agrupando y buscando nuevas fórmulas para competir y promocionar sus productos de la manera más atractiva. Desde la parte pública, parece que las últimas campañas del Principado optan de manera más clara por el llamado «turismo de experiencias», que no es incompatible con esto, pero merecería claramente una atención especializada.
Apostar por el deporte es apostar por la vida y por qué no, por el turismo. Y no están los tiempos como para desaprovechar recursos, más si nos vienen dados por el entorno.

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