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jueves 18, abril 2024

Ser asturiano. Xuan Xosé Sánchez Vicente. Presidente del Partíu Asturianista (PAS)

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Se define como un asturiano asturianista. Su devoción por la llingua no entra en conflicto con su profesión de profesor de lengua y literatura castellana, ni con su extensa obra: más de treinta títulos publicados en ambos idiomas. En su faceta política, es tenaz en la defensa de nuestra cultura, un Quijote que no cede en su batalla contra los prejuicios culturales y la resistencia de las instituciones.
Se le puede ver en horario lectivo por los pasillos del IES El Piles, en Gijón, donde dedica sus esfuerzos a transmitir sus conocimientos de lengua castellana. Xuan Xosé Sánchez Vicente, miembro fundador de la Academia de la Llingua y fundador también del Partíu Asturianista (PAS) del que es actualmente Presidente, apela al aprecio de los asturianos por su cultura y sus raíces.

-Vivimos tiempos complicados en nuestra sociedad en ge neral y en la asturiana en particular. ¿Cómo sobrevive a ello un profesor metido a político?
-Bueno, un profesor sobrevive bastante bien. No hay ninguna novedad especial en la enseñanza, aunque uno desearía que fuese un poco mejor, que hubiese más voluntad de esfuerzo, que es lo que falta en esta sociedad. En cuanto a la política, ahí estamos, remando contra una fortísima corriente contraria. Pero no sólo esperamos poder mantenernos a flote, sino remontar y tener mejores resultados en las próximas elecciones. De todas maneras, yo creo que el problema que tenemos en Unión Asturianista, en el PAS y la URAS, es que la apreciación que tiene de nosotros la sociedad no es correcta en un sentido: da la impresión de que somos una fuerza sin ninguna presencia institucional y no es verdad, tenemos dos alcaldes y catorce concejales. Somos la cuarta fuerza política de Asturias.
-¿Qué elementos definen a un asturianista?
-Sobre todo el amor a la patria. Esto significa lo que todo el mundo ve como evidente, es decir, las cuestiones identitarias. Pero hay algo mucho más importante, que es el tema político, me refiero a no subordinar los intereses de los asturianos a los dictados de la organización central en Madrid. Por desgracia, esto es lo que viene sucediendo en Asturias desde que tenemos democracia, y así nos va.
-¿La continuidad del PAS depende del voluntarismo y romanticismo que se le ponga?
-Depende de eso, dependería del dinero que no tenemos ni vamos a tener, y dependerá de que los asturianos tomemos conciencia de que no nos va bien. Lleva yéndonos mal treinta años, y aquellos que son elegidos para solucionar los problemas son realmente los causantes de los subproblemas. Si esa toma de conciencia no se produce, será difícil que nosotros podamos contribuir.

“Da la impresión de que el PAS es una fuerza sin ninguna presencia institucional y no es verdad, tenemos dos alcaldes y catorce concejales. Somos la cuarta fuerza política de Asturias”

-¿Qué se le da mejor, la enseñanza o la política?
-Bueno, yo creo que la política no la hago -no la hacemos- mal. Tampoco la enseñanza, lo que pasa es que en la enseñanza los actos son controlables, se producen en un recinto cerrado en el que tú ves la respuesta y el resultado. En el ámbito de la política dependemos de la posibilidad de llegar a los ciudadanos, y ahí hay filtros. Existen unos “altavoces” de enorme potencia de los que nosotros no disponemos. Por eso al final la información llega o muy mal o muy deformada.
-Dejó su puesto en la Academia de la Llingua para entrar en la política. ¿Buscaba un papel más activo?
-Soy miembro fundador y nunca he dejado de pertenecer a la Academia, pero no soy un miembro activo. Cuando fundamos el PAS, yo entendí que no podía estar en una doble dirección, en la Academia y en el Partido. Primero porque al hablar en nombre de una parecería que se hablaba también en nombre del otro, y segundo porque podría parecer que en algunas cuestiones se comprometía a la Academia. Esto me pareció un principio ético elemental, aunque hubo quien no lo entendió.
-¿Cómo valora el trato que está recibiendo la llingua asturiana en la región?
-De hostilidad y persecución, eso es evidente. Y de marginación. También de incumplimiento en la promoción del asturiano de la normativa general que, por cierto, nosotros pusimos en práctica en el Parlamento. Ahora la cuestión fundamental es el aprecio de los ciudadanos por su llingua, o la de sus padres o abuelos; o por las señas de identidad, hablen o no el idioma. Una cosa es hablar castellano en Asturias y otra cosa es despreciar o tener en menos el asturiano. No hay más que ver la TPA, que usa el asturiano sólo para la chacota, lo que refuerza esa idea negativa.
-Hablando de la TPA, ¿hasta qué punto cumple las expectativas?
-Nosotros defendimos durante más de quince años, en solitario, la puesta en marcha de una televisión asturiana. Por eso recibimos graves insultos por parte de PSOE, IU y PP, aunque especialmente del PSOE, que nos acusaron de chiflados y faltos de sentido común.
Yo creo que la TPA no está cumpliendo muchos de los objetivos que se esperaban; pero es verdad que ahora está empezando a cumplir otros. Los dos primeros años aquello parecía una sucursal de Nueva York, no hablaba más que de Irak, Bush, etc. Ahora está cumpliendo, al menos en transmitir directamente información de los pueblos. Esa parte están haciéndola bien, aunque podrían ir más allá, ahondando en la cultura asturiana, utilizando el asturiano en actos normales. Es paradójico que el programa que más burla recibe sea el programa de Ambás. Es el programa de más éxito de la TPA, según tengo entendido, y resulta que se burlan de él en el programa de la noche. La TPA tiene orden desde el principio de no usar el asturiano, o usarlo para cosas muy específicas. La misma hostilidad que tiene el gobierno contra el asturiano, la tiene la TPA.

“Llevamos ciento cincuenta años diciendo que nuestra literatura está muerta, y sin embargo siguen apareciendo ciudadanos que quieren manifestar su voz en asturiano”

-Ha escrito más de una treintena de libros, el más reciente un diccionario asturiano-castellano. ¿Por cuál de sus obras siente especial cariño?
-Hay tres. Evidentemente una es el diccionario, que es una obra que casi invita a la retirada, después de eso uno ya puede sentirse plenamente satisfecho. También está mi última novela en castellano, “No miréis al mar”, que yo creo que es una magnífica pieza literaria aunque no consiguió gran éxito, sí de crítica pero no de público. También hay algunos libros de ensayo sobre el ser asturiano, la cultura de identidad asturiana, la interpretación de la historia, que son piezas bastante distinguidas.
-“No miréis al mar” causó cierto revuelo por estar escrita en castellano.
-Es que hay quien está muy contento con que estemos encerrados en una jaula, y que nos resignemos a morir. Yo disfruto enormemente con estas cosas, porque los que nos critican son los que no nos votan, los que no aprecian la cultura y piensan “ahora que los tenemos en la jaula clasificados, ¿cómo se atreven a salir”. Esto es muy asturiano.
-Nunca antes se han publicado tantos libros en asturiano como ahora. ¿Existe realmente esa demanda o se debe a una operación de marketing?
-La demanda lectora es muy escasa, para qué nos vamos a engañar. También en castellano, aunque no en términos comparables. Sin embargo, una cosa está clara: llevamos ciento cincuenta años diciendo que nuestra literatura está muerta, y sin embargo siguen apareciendo ciudadanos que quieren manifestar su voz en asturiano. Yo creo que lo más revelador de esto es que hay mucha gente, no miles pero sí cientos, que necesitan expresarse en asturiano, y sin embargo las condiciones sociales no permiten que haya un público.
-¿Sigue vigente eso de que se valora más lo foráneo que lo de casa?
-La primera vez que el Rey vino a los Premios Príncipe de Asturias pusieron platos internacionales, y el Rey pidió fabada. Eso lo explica todo: nosotros podemos ofrecer cosas propias en el ámbito museístico, en la literatura, en la etnografía, en la canción, en la llingua; pero no tiene ningún sentido repetir el Museo de Arte de Nueva York en La Laboral. El problema es que creemos que lo nuestro nos convierte en pobres.

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