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jueves 28, marzo 2024

Juanjo Arrojo. Asturias, el país del agua

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Hay personas que por su trabajo y su trayectoria han conseguido ganarse un reconocimiento de manera merecida. Juanjo Arrojo es una de ellas. Recientemente el fotógrafo gijonés ha publicado «Asturias. El país del agua», un libro en el que a través de textos y fotos dibuja parte de la personalidad de la tierra que ama.



Con un prólogo escrito con gran cariño por la periodista Esther Canteli, este libro editado por Delallama Editorial recoge la pasión que este fotógrafo, que lleva años inmortalizando Asturias con su cámara, siente por el agua y todo lo que gira en torno a ella. En sus páginas se recogen 140 imágenes, todas ellas acompañadas de un texto escrito por el propio Juanjo Arrojo.

-¿Cómo y cuando surge la idea de hacer este trabajo?
-En su día contactaron conmigo los de la RPA, Radio Principado de Asturias, para hacer un programa sobre árboles. Estuvimos una temporada hablando sobre ello y cuando acabamos me preguntaron sobre qué otros temas podríamos hablar. Yo les dije que un tema muy guapo y que a mí me gusta mucho es el agua. Empezamos con un programa un día a la semana, concretamente los jueves por la tarde, y en agosto de 2018, mi editora me comentó que querían editar un libro y me preguntó si me parecía bien hacerlo sobre lo que estaba tratando en el programa de radio. Me pareció perfecto. Ahí empezamos a masticar la idea y decidimos que lo llamaríamos «Asturias.
El país del agua». Lo más problemático fue escribir porque nunca lo había hecho en estas condiciones y además fue muy complicada la recopilación de datos, nombres, sitios y demás.
-Es un libro con texto bilingüe, inglés y español. ¿En base a qué tomaste la decisión de publicarlo en inglés?
-Es un idioma internacional y de cara a venderlo fuera era interesante que fuera así. Lo guapo hubiese sido poder hacerlo también en asturiano pero el presupuesto no da para todo, con lo cual decidimos hacerlo de esta manera pensando en los asturianos emigrados.
-¿Cómo ha sido la elección de las fotos?
-En principio empezamos por los ríos, según iba escribiendo preparaba lo referente a cada uno de ellos y escogía una serie de fotos. Al final, con todo el compendio de material, le mandé a la editora algo más de cuatrocientas fotos. La responsabilidad de seleccionarlas se la di a ella también porque es mi forma de trabajar. Cuando escojo material para cualquier evento que me piden intento que sean los demás los que escojan las fotos de una selección que yo hice previamente. Ellos siempre van a ver algo diferente a lo que yo veo en las imágenes, por eso prefiero que sea otra persona la que elija en base a lo que está buscando.

«Me entusiasman los reflejos en el agua, no siempre se tiene la oportunidad de encontrarlos pero cuando el agua parece un espejo, los reflejos que se distinguen en ella afianzan más mi fascinación por ellos»

-Muchas de las imágenes del libro parece que hablan con un lenguaje propio…
-El agua siempre me llamó la atención y me gusta el agua del mar, la de los lagos, las fuentes, los ríos, los arroyos… incluso en los últimos años, que ya me tomo las cosas con un poco más de calma, disfruto de su sonido. Vas viendo sitios, encuentras rincones nuevos y todavía no conozco todos los lagos, lagunas o cascadas que hay en Asturias pero sí bastantes. Lo voy estudiando todo porque tengo un defecto, y es que cuando me implico en algo, me meto a fondo, no me vale hacerlo a medias.
De todo esto hay un tema que me entusiasma y me gusta especialmente y es el de los reflejos en el agua. Cuando vas a un sitio no siempre tienes la oportunidad de encontrarlo, pero cuando un día llegas y el agua está tan tranquila que parece un espejo, los reflejos que se distinguen en ella todavía afianzan más esa fascinación que siento por ellos.
-¿El material que se ha quedado en el archivo sería suficiente para un segundo libro?
-Por supuesto, faltan cosas por mostrar. El trabajo se podría complementar porque en este libro no se habla nada de los lavaderos, de las fábricas de corriente, de deportes en los que se usa el agua… Por ejemplo, el Río Negro tiene siete puentes y cada uno tiene su pequeña historia; en Vegadeo pasa lo mismo con los tres ríos que tienen doce puentes y cada uno tiene su anécdota, su cultura, su leyenda y eso no lo pudimos desarrollar porque sino haríamos un tomo de quinientas páginas. También hay un apartado que se llama Ríos Singulares en el que incluimos muy pocos de todos los que hay porque si no tendríamos demasiado material.
-¿Has vivido alguna situación difícil para sacar alguna foto de este libro?
-Hay una que me resultó bastante complicada desde la primera vez que lo intenté, es una cascada del río Páramo que está en un lugar de difícil acceso. Las piedras por donde pisas están bastante resbalosas y la primera vez casi me caigo al río… la cosa quedó en una mojadura y aquel día lo dejé. Volví otra vez y no había la luz adecuada, fui otro día y tampoco pude hacerla porque había menos agua de la que necesitaba. La última vez lo que hice fue ponerme unas botas de goma con esas cadenas que usan los pescadores para poder aguantarme por encima de las piedras. Tras cargar con la cámara, el trípode y encontrar el día con la luz y la cantidad de agua que quería, conseguí la foto que deseaba. Fue muy complicado.
-¿Cómo ha sido la acogida por parte del público?
-Tengo la suerte de que conozco y me conoce mucha gente. Ahora mismo hay una demanda muy grande de sitios que están llamando para que vaya a hacer una presentación del libro en su concejo. Tengo pendiente concretar fechas en muchos de ellos, pero quiero tranquilizarme un poco porque todo esto me dio mucho trabajo y de momento no paro. Hay que luchar hasta el final y más que por mí, lo quiero hacer por Ana Roza, la editora, porque tal y como están las cosas se ha arriesgado a seguir publicando y cuantos más libros vendamos, más posibilidades tendremos de hacer otras cosas.

Juanjo Arrojo
Foto: Juanjo Arrojo



«Si yo fuera fotógrafa, la imagen de Juanjo que os plasmaría aquí es la del eterno andarín, con su mochila repleta de accesorios fotográficos y de ilusiones, siempre ojo avizor, rastreando los paisajes y los paisanajes, aprehendiendo cada aroma, y enfrentándose a las luces, a las sombras y a los contrates con valentía.
En cualquier lugar de Asturias aparece de pronto Juanjo Arrojo, con su trípode en ristre cual Don Quijote con su lanza. Con su boina y su pequeña coleta, con su inconfundible estética de narrador gráfico heredero de la bohemia europea del siglo XX.
(…) Juanjo es el pez en el agua. Un pez con un apéndice irrenunciable -su cámara fotográfica-, que bucea y bucea hasta conseguir que aflore ante nuestros sentidos la inconmensurable belleza y energía de un país de agua».

Esther Canteli. El país del agua

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