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viernes 29, marzo 2024

La evolución del cantautor. Alfredo González

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La paciencia del faquir, su quinto disco, ya está en la calle y en plena promoción. Un álbum de diez temas en el que Alfredo González se rodea de amigos: Boni Pérez, vocalista de Los Locos y colaborador habitual en otros proyectos en los que han participado conjuntamente; Pablo Moro, un ‘amigo del alma’ que participó en La vida de alquiler (2004); y Pablo Texón, que también aparece en los créditos de Dobleces (2012) ‘Llamar a los amigos e invitarlos a que vengan a colaborar es como abrirles la puerta de tu casa para que echen sal en la ensalada que estás preparando’.
-¿Satisfecho con el resultado?
-Sí, la verdad es que sí. Cada uno de mis discos refleja un momento compositivo distinto, porque me suelo dejar llevar bastante por mis instintos, pero en el caso de La paciencia del faquir es la primera vez que creo que refleja al cien por cien el cambio que yo quería expresar. Quería hacer algo más eléctrico y pienso que quienes hayan escuchado mis discos anteriores van a notar la diferencia.
-Otra diferencia es que antes ibas en solitario y ahora te has rodeado de una banda. ¿Signo de una evolución personal?
-¡Quizás es que uno se acostumbra a viajar acompañado (risas)! Y también que me gustaba ver cómo las canciones evolucionaban con una banda de cinco personas detrás.
Por eso cuando decidimos ir a grabar al Puerto de Santa María (Cádiz), al estudio de Paco Loco, fui acompañado por un baterista y un bajista que también llevaba unas guitarras. Y creo que sí se nota que ellos están detrás.
-Precisamente esa es una de las novedades, tus trabajos anteriores siempre tuvieron producción asturiana.
-Es que tenía el convencimiento de que quería cambiar, y él era un productor con el que tenía muchas ganas de trabajar. Además, la idea de cruzar el país de punta a punta para buscar un nuevo sonido también me parecía una idea de cambio, que es la constante que está en el disco.

«Mucha gente no considera al cantautor como un profesional de un trabajo que nos hace sudar. Lo que nos diferencia de otros profesionales es que trabajamos con el corazón abierto»

-Además de las colaboraciones en la composición, Nacho Vegas ha prologado el libreto del disco.
-Sí, es una persona fantástica, para mí el mejor escritor de canciones españolas del momento, y además un amigo. Cuando acabamos el disco se lo mandé y se me ocurrió la idea de que pusiera, si le apetecía, el prólogo que hablaba de La paciencia del faquir. Él lo hizo encantado y ahí lo tenemos. Es la primera vez que le pido a alguien que me escriba un texto para un disco, pero también es cierto que en este disco ¡es la primera vez de muchas cosas! La colaboración de Nacho ha sido una más.
-¿De dónde viene «el faquir»?
-En primer lugar fue una casualidad. Hay una canción en el disco que se llama Sopa de gran pena, con letra de Boni Pérez, que dice «…pero tú y yo dormimos en la cama del faquir». Yo creo que los músicos, y cualquier artista en general, somos un poco faquires porque tragamos cuchillos metafóricos y realmente nos dedicamos un poco a sufrir, por mal que suene. Por otra parte, en estos tiempos no tenemos otro remedio más que ser denodadamente pacientes porque no están las cosas para tirar cohetes. Así que me gustó la imagen de un faquir paciente, tumbado en su cama de clavos esperando a que las cosas cambien.
-Y en un sentido creativo ¿también es duro ser compositor?
-Nuestro trabajo es peculiar porque de alguna manera consiste en parir canciones, y no solamente no es fácil hacerlo, sino que también es duro. Siempre he dicho, y me reafirmo en ello, que hacer canciones es una terapia. Yo en lugar de ir a un terapeuta tengo un papel en blanco en el que van creciendo las canciones.
Aparte de eso, en este país la profesión de músico, no es que esté mal vista, es que no se contempla. Mucha gente considera al cantautor lo mismo que un soplagaitas o un rascatripas, no como profesional de un trabajo que nos hace sudar. Si acaso lo que nos diferencia de otros oficios es que trabajamos con el corazón abierto, por lo que es una profesión muy expuesta, pero profesión al fin y al cabo, como un dentista o un electricista.

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