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jueves 28, marzo 2024

Mascotas: por qué nos gustan tanto

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Ya sea por la mirada expectante y devocional de un perro, o la compañía altiva y (aparentemente) indiferente de un gato, lo cierto es que cada vez más asturianos deciden tener una mascota. Y es que a cambio de cuidados y cariño, la presencia de un animal en casa aporta una larga lista de beneficios para toda la familia.

«Cuánto más conozco a los hombres más quiero a mi perro». La frase se le atribuye a Lord Byron, y como todas las citas mil veces repetidas, también a unas cuantas celebridades más, pero en cualquier caso resume el fuerte sentimiento que generan los animales de compañía, aunque muy posiblemente no deberían ser comparados en igualdad de condiciones con la raza humana en un sentido genérico, porque en términos de entrega, nobleza, generosidad, afecto, compañía y lealtad sin condiciones, los «bípedos» salen perdiendo por goleada.
Perros y gatos son las mascotas más habituales, aunque por supuesto hay otras, entre las que abundan aves y roedores. La convivencia entre personas y animales domésticos es siempre sorprendente, llena de momentos muy valiosos y montones de anécdotas. Nos aportan mucho más que compañía. Quienes tienen un animal en casa saben que se establecen lazos de una fortaleza excepcional, a veces difíciles de explicar a aquellos que no han experimentado el grado de comunicación que se puede alcanzar. El 70% de las personas que tienen mascota aseguran que entienden lo que les quiere decir. Esto se afirma en el II Análisis Científico Sobre el Vínculo entre personas y animales (2014) que ha elaborado la fundación Affinity, junto a la Cátedra de la Universidad Autónoma de Barcelona. También se añade que se les considera miembros de la familia y que son un apoyo emocional importante, especialmente en situaciones difíciles.

Cuidar a un animal es saludable: proporciona bienestar, ayuda a combatir la soledad, disminuye la tensión y el estrés, refuerza la autoestima, mejora la memoria. Casi la mitad de los españoles tiene una mascota.

Y es que es lógico. El 43% de los españoles convive con un animal de compañía. En la mayoría de las ocasiones comparten un reducido espacio (el de nuestra casa) con todos los miembros de la familia, durante todas las horas, y lo habitual es que con el tiempo sea suficiente un gesto del animal, una determinada forma de mirar, la cabeza inclinada de manera inquisitiva, un movimiento de las orejas, un gruñido particular, para comprender qué nos está reclamando con absoluta claridad.
Además, está demostrado que la compañía de una mascota es positiva para las personas en más aspectos de los que ya son evidentes. Se dice que cuanto más avanzada es una sociedad, mayor es la proporción de perros por habitante y cada vez se extiende más su participación en terapias de distinto tipo con resultados espectaculares. Además de la conocida labor de los perros guía que ayudan a personas ciegas, se utilizan animales también para mejorar la calidad de vida de los ancianos y muchos enfermos: ayudan a aumentar la autonomía personal, la comunicación, rompen el aislamiento y favorecen la interacción. El contacto físico es un factor determinante. Las caricias, los masajes en la cabeza o en el lomo, resultan sumamente relajantes para ambas partes.
¿Se puede tener más por menos? Porque si se preguntase, la mayoría de las personas que comparten su espacio y su tiempo con un animal de compañía lo tendrían claro: ellos siempre nos dan más de lo que reciben.

La salud es lo primero

Conviven estrechamente con nosotros, comparten espacios, tiempo de juegos, caricias y sofá. Sumado a eso, es habitual que muchas personas dejen que su perro o su gato suba a la cama porque encuentran que su presencia es especialmente relajante. El ronroneo de un gato o el calor corporal de un perro añaden bienestar en el tiempo de descanso y de sueño. Por todas esas razones y algunas más, qué menos que velar porque su salud sea la mejor de las posibles.
Algunas de las enfermedades de nuestras mascotas son transmisibles al ser humano, por tanto lo primero a tener claro es que el calendario de vacunaciones propuesto por el veterinario hay que seguirlo a rajatabla. La visita periódica para pasar una revisión completa, poner la cartilla de vacunaciones al día y cumplir con las fechas de desparasitación es inexcusable.
Las clínicas veterinarias actuales cuentan con lo necesario para diagnosticar y tratar a nuestra mascota realizando analíticas completas y complementando en caso necesario con radiografías, ecografías, electrocardiogramas, endoscopias, y otras técnicas. Son posibles cirugías cada vez más efectivas y menos traumáticas y algunas clínicas disponen de hospital propio para periodos de internamiento y cuidados intensivos. Un complemento para la recuperación de diversas patologías es la fisioterapia, un campo en el que se han producido importantes avances a la hora de tratar lesiones, recuperar movilidad y rehabilitar problemas ortopédicos y neurológicos. De manera similar a la fisioterapia humana, se aplican masajes, movilizaciones, ejercicios con fines terapéuticos, electroterapia, y otras técnicas.
También hay otras opciones. La osteopatía, que busca el equilibrio del cuerpo para recuperar la salud, también tiene aplicación veterinaria para tratar numerosas patologías. Además, hay posibilidades de acceder a otras terapias, como acupuntura, homeopatía, tratamientos con aloe vera o con agua de mar, fitoterapia, etc.

Vivir sin estrésEspecial mascotas. Vivir sin estrésSí, nos referimos a las mascotas, perros y gatos mayormente. Puede tener múltiples orígenes: miedo al ruido, por ejemplo a los petardos y estruendos en general; angustia por separarse de sus dueños o quedarse solo; ansiedad por un viaje. También son muy sensibles a las circunstancias que se viven en su entorno, como puede ser una mudanza, un cambio en los horarios de la casa, unas vacaciones. Los gatos en particular acusan los cambios en el entorno, que han marcado cuidadosamente como «su territorio». Por tanto se sienten desorientados al ser cambiados de lugar, o incluso en situaciones tales como una reforma en la casa, o una limpieza en profundidad. Hay distintas manifestaciones que pueden ayudar a detectarlo. Un perro estresado puede por ejemplo ladrar en exceso, temblar o tiritar sin que haya una razón como que esté mojado o tenga frío; buscar lugares apartados para esconderse o estar solo; rascarse compulsivamente causándose lesiones; o empezar a hacer sus necesidades en casa o a destrozar los muebles. Los gatos por su parte ocultan mejor los signos del estrés, aún así hay que prestar atención si empieza a marcar con orina o arañazos verticales su territorio. También si se esconde, si se acicala en exceso o si se crean conflictos entre gatos que viven juntos.
Dependiendo de la gravedad del problema hay formas distintas de tratar este problema, desde pautas de modificación de conducta, estimulación o ejercicio, hasta medicación prescrita por un profesional.

Comer bien, comer sano

En esto, como en otros aspectos, la mentalidad ha ido variando. Antaño el comedero del perro era el lugar a donde iban a parar los restos de la comida familiar. Lo mismo el hueso del caldo que el sobrante de la paella. Que se lo comiese no quiere decir que le estuviera sentando bien ni que fuese lo más adecuado. Hoy en día se asume que no vale cualquier cosa si lo que uno quiere es asegurar la salud, la longevidad y la calidad de vida de su mascota.
Una buena alimentación previene la aparición de enfermedades y ayuda a controlar los síntomas de las dolencias que ya hayan podido aparecer. Un pienso de calidad adaptado a sus necesidades es lo mejor. También está la opción de alternarlo con comida «húmeda», esto es, la de que viene envasada en latas, más apetitosa probablemente pero con algunas desventajas, como que se estropea en poco tiempo. Del pienso se dice que, teniendo todos los nutrientes que el animal necesita, favorece además la higiene bucal por la masticación.
El veterinario recomendará cuál es el mejor para cada caso, o una combinación de distintos tipos. Hay variedades distintas en función del tamaño o raza del animal, de su edad (no come lo mismo un cachorro que un «senior»), para los que tienen problemas digestivos, para mejorar el pelaje, para animales castrados, para mantener el peso, para controlar la diabetes, los problemas renales, urinarios, hepáticos o cardíacos.
Y si es importante la calidad, también lo es la cantidad. Nuestro perro o gato no debe comer todo lo que quiera, sino cantidades ajustadas a su edad, tamaño y nivel de ejercicio. Cuidar este aspecto es ganar salud para nuestra mascota.

Limpios y guapos

El aseo también debe formar parte de las rutinas de una mascota. El baño y el cepillado son cuidados básicos que no hay que desatender. Mejor si los acostumbramos desde cachorros, así cada vez que toque meterse bajo el chorro no convertiremos la jornada en una aventura en la que todos acabamos «duchados». No ha de ser tampoco demasiado frecuente. Una vez cada cuatro semanas puede ser suficiente. El cepillado sin embargo puede ser diario, en función también de la longitud del pelo de nuestro animal. Así, tendremos los nudos controlados, retiraremos el pelo sobrante -evitaremos de ese modo que acabe pegado a la tapicería del sofá-, y el aspecto del animal será más saludable. A muchos -no a todos- les encanta ese momento en el que además son el centro de atención, así que puede ser un rato entretenido para ambos.
Pero además de eso es recomendable una visita a la peluquería canina, un servicio cada vez más solicitado. La variedad de razas y su disponibilidad es cada vez mayor, y cada una necesita un cuidado diferente, tanto para pelo largo como corto. Los propietarios no sólo demandan cuidados estéticos, sino que consideran la peluquería una necesidad higiénica para mantener el pelo saneado y donde además se realizan labores complementarias como revisión y limpieza de uñas, orejas, ojos, etc. Además, es habitual que las peluquerías trabajen en coordinación con los centros veterinarios y complementen tratamientos para alergias que afectan a la piel y al pelo. En otros casos, es la visita al peluquero la que destapa alguna afección de la piel que luego puede ser tratada.

Ojo con los ojosMascotas revisión ocular
Algunos perros no ven bien. En el día a día no es fácil detectarlo. A veces el dueño se da cuenta cuando visitan lugares nuevos porque el animal choca, no sigue la pelota como lo hacía antes, o tropieza con el bordillo de la calle. Incluso algunos problemas de conducta, como un aumento de la agresividad o de la apatía, pueden deberse en realidad a cuestiones relacionadas con la visión. El reconocimiento oftalmológico servirá para detectar qué es lo que pasa y tomar medidas. Hay patologías congénitas y otras que van siendo más frecuentes en la medida en que aumenta la edad. La prevención es fundamental para poder tomar medidas cuanto antes y anticiparse a una posible pérdida de visión, o al menos frenar los problemas antes de que vayan a más. Una revisión anual a partir de los siete años de vida sería lo recomendable.

La buena educación

Especial mascotas. La buena educaciónPara convivir con animales es fundamental poner unas pautas, por eso cada vez más son requeridos los servicios de los adiestradores y modificadores de conducta. En general, todavía lo normal es acudir a un especialista cuando el animal presenta problemas que no sabemos controlar: no obedece, ladra demasiado, muestra agresividad, etc. Determinadas actitudes del animal pueden ser simplemente molestas o generar problemas incluso para la seguridad. Entonces es fundamental la labor del adiestrador, quien es capaz de corregir y reorientar conductas mediante los estímulos adecuados.
Pero lo mejor sería empezar desde el principio, es decir, acudir a un profesional cuando el cachorro llegue a casa para que nos ayude a educarlo, marcar pautas, fomentar determinadas conductas y prevenir otras. Es importante transmitirle que hay reglas que son obligatorias y enseñarle a comportarse en determinadas situaciones: quedarse solo en casa, mantener una higiene adecuada, esperar tranquilo cuando se le indica. Lejos de coartar la libertad del animal, si se realiza bien esta labor educativa reforzará los vínculos entre el animal y su propietario y hará que la relación sea mejor y más armoniosa.

Nos vamos de viaje

Las vacaciones son un momento crítico en el que se producen un mayor número de abandonos. Afortunadamente, para la mayoría de propietarios su mascota es parte de la familia, y por eso conocen las posibilidades que existen para viajar con animales.
En la actualidad, hay muchos alojamientos que admiten mascotas. Cada vez la red de hoteles y apartamentos a los que podemos acudir acompañados de nuestro perro o nuestro gato es mayor, posiblemente pagando un plus por la limpieza posterior del inmueble. Pero si a pesar de todo no podemos llevarlos con nosotros lo mejor es buscarle un alojamiento adecuado. Existen servicios de residencia donde pueden pasar unos días con todas las atenciones que necesitan, aunque es inevitable que extrañen y acusen mucho la ausencia de sus propietarios. Y una idea: buscar en la ciudad de destino lugares «dog friendly». Igual que hay muchos locales que tienen en la puerta el cartel de prohibido perros, otros permiten que pasen y permanezcan con sus propietarios mientras se toman una copa o hacen sus compras. Los dueños de mascotas intercambian información en internet sobre los locales de hostelería y alojamiento donde tratan bien a sus animales, parques y playas donde sean admitidos. Informarse no está de más, así como ampliar la red poco a poco con más lugares «amigos» de los animales.

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