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jueves 28, marzo 2024

Orlando Merás: 32 razones para ir al monte con niños

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orlando2Acostumbrado a salir a la montaña desde siempre, a Orlando Merás los hijos le cambiaron la mentalidad pero no la afición, y se lanzó a la aventura de conseguir que niños y mayores pudieran disfrutar juntos de la naturaleza. De su experiencia sale el libro 32 razones para ir al monte con niños, de KRK Ediciones.

El mayor de sus hijos ha cumplido ya veintidós años, así que este médico y fisioterapeuta gijonés tiene en realidad material para varios libros. Según su experiencia, muchos abandonan la montaña al convertirse en padres, porque las rutas que conocen son demasiado duras para un niño; en cambio, otros que nunca habían pisado el monte buscan actividades nuevas para hacer con sus hijos, pero a veces no se atreven por falta de experiencia. Para unos y otros, se proponen estas treinta y dos rutas adecuadas para toda la familia.

-¿Qué diferencia existe entre éste y otros libros de montaña?
-Lo primero es que vamos a encontrar rutas fáciles, cómodas de caminar, no muy largas, y en las que el desnivel máximo, salvo alguna excepción que incluimos porque nos gustaba mucho, es de cuatrocientos metros. Es un desnivel que una persona adulta normal hace en una hora, más o menos, y que con críos te puedes plantear hacerla en dos horas tranquilamente: subiendo despacio, parando, cogiendo flores, tirando piedras… yo qué sé, los críos hacen de todo.

-¿Qué recomendaciones básicas hay que tener en cuenta para ir al monte con niños?
-Lo primero es que sean rutas relativamente seguras. Digo relativamente porque siempre puedes tropezar, al ser terreno irregular, pero teniendo esto en cuenta proponemos caminos que puede hacer todo el mundo. También hay que valorar las distancias y los desniveles, que tienen que ser asequibles, porque a un crío no le puedes meter una paliza de ocho o diez horas, porque a la mitad se aburre y ya no sabes qué hacer con él. Y otra norma o consejo es que nunca vayan solos: si sólo tienes un crío tienes que procurar que vaya algún amigo con él. Además, hay que buscar zonas amplias para comer, como una pradería, un sitio que les dé libertad para jugar. Por último está la climatología, que es un factor importante cuando vas con niños. Si tú vas a la montaña con gente mayor y se tuerce el día, te pones el chubasquero o pasas un poco de frío y tiras para adelante; pero en un chiquillo la pérdida de calor es mucho más importante, con lo cual siempre hay que tener en cuenta los pronósticos, ir mucho más preparado y llevar ropa de repuesto.

“Para atraer a los niños hay que hacer que el monte sea un juego. Hay muchos trucos para que se entretengan; por ejemplo darles un mapa, enseñarles cuatro normas y que vayan delante”

-En un mundo de videoconsolas y ordenadores, ¿resulta difícil que los niños se sientan atraídos por la naturaleza?
-No sé si la palabra es difícil, lo que sí es verdad es que va a depender del empeño que tú pongas en que les guste. Hay que hacer que el monte sea un juego, buscar rutas fáciles, que tengan agua, una pradería para correr, un bosque para contarles un cuento… hay muchos trucos para que se entretengan, por ejemplo enseñarles las cuatro normas de un mapa y decirles que vayan delante. También es verdad que las videoconsolas no son malas, pero sí su abuso, porque hay críos mayores que a lo mejor llega un día radiante y no hay forma humana de sacarlos de casa.
Hay una época difícil, que es la adolescencia, en la que ellos tienen su vida, sus amigos, y se apartan un poco de los padres. Aunque yo tengo que decir que en ese sentido nunca tuve problemas con mis hijos, sí que hay un pequeño parón adolescente, en que a lo mejor sólo salen tres veces al año: un día que no quedaron con nadie, un domingo que les pillas desprevenidos… Pero cuando empiezan a ser un poco mayores te lo vuelven a pedir otra vez, ya más de continuo.

-¿Qué aportan este tipo de actividades a un niño?
-Esto forma parte de la educación y los padres debemos responsabilizarnos. Muchas veces criticamos a los colegios y a los profesores cuando todo, desde las normas básicas hasta la educación en la naturaleza, tiene que empezar en casa. Al llevarlos de niños a la montaña, estamos ayudando a que tengan una conciencia más ecológica y una sensibilidad mayor ante los problemas que tenemos.

-Tenemos una región privilegiada en entornos naturales y de montaña. ¿Cree que está suficientemente valorada por los propios asturianos?
-Bueno, yo creo que muchos no lo conocen. Cuando estoy en el monte muchas veces “me alegro” de eso, porque hay sitios en los que no ves a nadie y la paz es total. Pero esto lo digo con la boca pequeña, no es verdad que me alegre de que haya mucha gente que no conoce Asturias, gente que no sale de su hábitat cotidiano, cuando es un privilegio vivir en una región como ésta. Aquí puedes estar a dos mil quinientos metros de altura a las dos de la tarde y a las seis o siete estar dándote un baño en la playa. Eso es un lujo que tienen en muy pocos sitios. Yo creo que se tira más a las playas, que se conocen más, pero la montaña todavía es una gran desconocida para mucha gente.

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