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viernes 29, marzo 2024

Las cuencas saben dibujar. Alfonso Zapico, premio Nacional del Cómic 2012

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El pasado mes de octubre, Alfonso Zapico, el joven de Blimea conocido por su maestría con el lápiz, ha dado una gran alegría a los asturianos y en particular a toda la cuenca minera. Con su libro Dublinés, en el que cuenta la historia del escritor irlandés James Joyce, ha conseguido el Premio Nacional del Cómic que concede el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Zapico, que en la actualidad reside en Francia gracias a una beca concedida por la Maison des Auters de Angulema, no renuncia en ningún caso a sus orígenes y sigue muy vinculado a su tierra.

-En tiempos tan difíciles y ante una buena noticia, la del premio, podemos imaginar la alegría de muchos de tus ‘vecinos’. ¿Se colapsó entonces tu correo electrónico?
-La primera semana fue un verdadero desastre, y a partir de ahí han surgido muchos proyectos, muchos viajes, mucho trabajo y poco tiempo para dibujar. La tragedia se ha confirmado definitivamente cuando hace dos semanas que he asumido la realidad y he tenido que empezar a utilizar una agenda, cosa que me aterroriza.
-¿Que supone recibir un premio como éste?
-El premio, que fue una sorpresa, es un impulso enorme para mí como autor, me anima y me facilita seguir trabajando en mis próximos libros, a seguir creando historias. Además, distingue y hace más visible a «Dublinés», este libro tan raro que tuvo una buena acogida de público y crítica, pero que, como casi todos los libros, tenía una vida previsiblemente corta. El premio lo ha acercado más a los lectores, y le ha dado más luz.
-Dublinés es una particular biografía del escritor James Joyce. ¿Qué es lo que más te atrajo de este personaje?
-Joyce fue un reto, porque nunca había dibujado una biografía, y menos con un protagonista tan singular. Su mensaje vitalista y libertario me cautivó, y quise transmitirlo a los lectores en forma de viñetas, porque creo en su importancia e universalidad: el libro es sencillamente una reivindicación de los hombres y mujeres de la vida común, un canto a celebrar la vida en tiempos difíciles.
-¿Qué tipo de historias le gusta contar a un chico tímido y provinciano, como tú mismo te defines?
-Cuento todo tipo de historias. La mayoría no son narraciones al uso, en las que yo cuento algo ya cerrado, sino que tienen una narrativa abierta: son preguntas, son análisis, son inquietudes. Reviso conceptos universales que no me cuadran (nación, patria, deber, honor…), y también expongo realidades que parten del absurdo pero provocan grandes dramas (religión, conflicto, diferencia). En «Dublinés» hablo fundamentalmente del autor frente a su obra, de la obra frente a la sociedad y de la sociedad frente al autor.
-¿Hay que salir fuera de España para poder destacar y vivir del comic?
-Vivir del cómic es más fácil en Francia, USA o Japón que en España porque son mercados editoriales enormes; es una cuestión cultural que lleva años sustentándose en unos grupos enormes de lectores y que no es casualidad. Sin embargo, en España el cómic está cambiando, está evolucionando, crece y se hace más adulto, se adentra en todos los ámbitos de la Cultura y la sociedad moderna. Así que -sin compararnos con otros mercados- hay que ser optimistas.

Cómic de Alfonso Zapico

«Venir de una sociedad tan compleja y tan singular como es la gente de los Valles Mineros me da una percepción diferente de muchas cosas: el sentido de comunidad o territorialidad, la conciencia de clase, los conflictos sociales, la carga histórica que arrastran las personas…»

-Aunque ahora vivas en Francia, ¿volveremos a verte por aquí?
-Claro, eso seguro. No tengo ninguna duda de que volveré, aunque no sé si será dentro de un año o dentro de cinco. Me gustaría volver mañana, pero es obvio que en este momento la dinámica de movimiento de la región va desde dentro hacia fuera. Así que haré lo mismo que hacen mis amigos que ya están lejos o preparan ahora las maletas: respiraré hondo, trabajaré mucho y tendré paciencia para regresar a casa.
-No dudas en reinvidicar tu origen como asturiano de la cuenca minera, ¿se nota esta característica en tu trabajo o trayectoria?
-Yo diría que sí. Venir de una sociedad tan compleja y tan singular como es la gente de los Valles Mineros me da una percepción diferente de muchas cosas: el sentido de comunidad o territorialidad, la conciencia de clase, los conflictos sociales, la carga histórica que arrastran las personas… Son aspectos que me tocan mucho la fibra sensible, de los que no he podido despegarme estando lejos –más bien lo contrario- y que definen, quizá más como autor, a la obra que tengo detrás.
-En tu web has dedicado el premio para toda la gente de las Cuencas, especialmente la relacionada con la mina. ¿Por qué esa dedicatoria?
-El premio fue una gran sorpresa, una sorpresa inesperada y maravillosa. Estaba tan lejos cuando lo recibí y la gente de las cuencas se alegró tanto cuando saltó la noticia que quise compartirlo con todos con este pequeño texto, que era lo único que podía hacer. Estoy muy orgulloso de haber traído una pequeña buena noticia, una semana de octubre, a esta gente que ha pasado un año tan complicado, donde ha habido tanto sufrimiento.
-A pesar de estar lejos, ¿sigues las noticias de las movilizaciones y de los problemas que hay actualmente en Asturias?
-Es inevitable. Vivo en Francia, y sé que hay elecciones municipales en mi ciudad y que van a poner zona azul en los aparcamientos de mi calle. Hablo con mi madre y mi hermano, sé cómo lo están pasando mis amigos, leo los periódicos, veo la televisión. Quizá los asturianos que estamos lejos de Asturias seguimos con más atención todo lo que pasa, porque tenemos este extraño sentimiento de impotencia a la hora de participar activamente en la vida de nuestra región, de nuestro valle.

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