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viernes 29, marzo 2024

Para una tercera edad de primera

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La revista Times pronosticó hace dos años que la especie humana podría llegar a los ciento cuarenta y dos años años y en febrero de este año se descubrió una bacteria con la propiedad de retrasar el envejecimiento y prolongar la vida humana. Ante el hecho de una vida más longeva se hace imprescindible un envejecimiento saludable.

El aumento de la longevidad es para la ONU un fenómeno mundial y España figura entre los cinco países más longevos. Los límites de la esperanza de vida se alejan cada día más gracias a unas mejores condiciones de vida, aportes nutricionales y la atención médica.
La isla japonesa de Okinawa es una de las que concentra un mayor número de personas centenarias en el mundo. Su principal secreto apunta a sus hábitos alimentarios con una nutrición basada en arroz, pescados y mariscos, rica en alimentos poco procesados y en la que apenas hay ingesta de carnes y a esto añaden ejercicio diario, mediante paseos o jardinería. Pero no todo tiene que ver con estas premisas y eso es lo que también demuestran los habitantes de Bapan, una remota aldea china que también parece tener las claves de la longevidad humana ya que una de cada cien personas supera los cien años de vida, un promedio a años luz de la media mundial (1 entre 13.300 personas). Las claves, según estos lugareños, tienen que ver con cosas tan sencillas como sonreír y mantener una actitud positiva en primer lugar, alejarse del estrés como segunda condición, desarrollar todos los días una rutina lúdica y por último, cambiar la mentalidad y afrontar esta etapa como si fuese la mejor de sus vidas.

De lo que no hay duda es que el estilo de vida que mantenemos se relaciona directamente con nuestra salud y la forma de envejecer tanto a nivel mental como físico. El reto ya no es únicamente vivir más años, sino mejorar la calidad de vida en la etapa final de nuestra existencia. Entre los factores que primero apuntan los expertos para un envejecimiento saludable se encuentran varias causas.

Una adecuada alimentación e hidratación. Una alimentación incorrecta constituye un factor de riesgo para la salud. El organismo debe ingerir una cantidad moderada de alimentos, recomendando los ricos en fibra, vitaminas y minerales. Huir de los excesos y buscar la variedad son líneas básicas en una alimentación adecuada. E igualmente importante es tener en cuenta la hidratación, ya que gran parte de nuestro organismo está compuesto por agua y es necesaria para un adecuado funcionamiento del cuerpo. La recomendación generalizada son dos litros de agua al día, que sin duda contribuyen a que nuestra piel se mantenga más joven.

Ejercicio físico. Realizar actividades regularmente es otra máxima para combatir el lógico deterioro del organismo, que con el paso del tiempo se inclina hacia una pérdida de masa muscular y una disminución en la movilidad. Está comprobado científicamente que favorece la salud física y también la mental, así que en esta etapa de la vida es conveniente incluir una rutina de ejercicios que deben adaptarse a cada condición física y personal. Mantener el cuerpo en forma es también una excelente forma de prevención de enfermedades. Solo con caminar media hora al día ya se está reforzando nuestro sistema inmunológico.

Prevención de accidentes y caídas. Proteger nuestra salud incluye también la prevención de caídas y accidentes domésticos, que en muchas ocasiones podrían evitarse revisando la forma de realizar actividades en la vida diaria. La pérdida de visión, audición o fuerza muscular son algunos de los cambios que puede experimentar el organismo a partir de una cierta edad, así que es fundamental conocer los límites del cuerpo.

Adaptarse a los cambios, ver siempre el lado positivo de las cosas, mantenerse socialmente activo y la búsqueda de cosas nuevas para disfrutar son claves en esta etapa de la vida

Un sueño reparador. El descanso es otro de los imprescindibles a tener en cuenta. Aproximadamente el 70% de personas centenarias duermen cerca de diez horas al día, en las que se incluye un tiempo de siesta. Un sueño profundo y de calidad contribuye a mantener las capacidades cognitivas en buen estado.

Eliminar hábitos nocivos. El primero en la lista negra de los ‘no recomendables’ es el consumo de tabaco, que según la Organización Mundial de la Salud (OMS) es la primera causa de mortalidad y de enfermedades evitables como la bronquitis crónica y el cáncer de pulmón. El alcohol, incluso en dosis bajas, no ofrece efectos beneficiosos y mantiene una estrecha relación con enfermedades como el cáncer de esófago y hepático, la hipertensión arterial, las arritmias…
El consumo inadecuado de medicamentos tranquilizantes y antidepresivos también es otro factor a tener en cuenta: siempre han de tomarse por prescripción médica.

Actividad mental. Ejercitar y entrenar nuestro cerebro es clave para un envejecimiento saludable. Está comprobado que a través del ejercicio mental se puede retrasar la aparición de demencias seniles o del conocido alzhéimer. Existen innumerables formas de realizar este tipo de ejercicio, a través de la lectura, juegos, sudokus o utilizando algunas app indicadas para ello.

Actitud positiva. Cada vez son más los estudios que indican que una actitud positiva ante la vida proporciona mayor felicidad en la vejez que un buen estado de salud. Adaptarse a los cambios, ver siempre el lado positivo de las cosas, mantenerse socialmente activo y buscar cosas nuevas para disfrutar son claves en una etapa que, lejos de ser un problema, puede convertirse en la mejor de la vida.


Sala de estar en una residencia asturiana
Foto: Fusión Asturias

 

La pirámide de edades de Asturias señala a la región como la más envejecida de España. Para atender al sector de mayor edad, la comunidad cuenta con una extensa red de establecimientos residenciales de carácter público y privado. Aún cuando no es fácil alejarse del hogar, circunstancias familiares adversas, situaciones de dependencia o enfermedad pueden conducir a tomar esta decisión, y es en ese momento cuando hay que elegir el lugar más apropiado.

La búsqueda de un ambiente cercano, familiar, y que además ofrezca atención y cuidados personalizados son fundamentales para el bienestar de las personas mayores. Los centros residenciales ofrecen beneficios como la posibilidad de tener menús adaptados a las necesidades personales, cuidados médicos con una supervisión constante las veinticuatro horas del día y la posibilidad de establecer lazos con personas de su misma edad compartiendo aficiones, juegos, etc. A través de las actividades que se realizan -planificadas por profesionales del sector- los usuarios pueden disfrutar de momentos lúdicos que a la vez permiten la estimulación mental. Algunas residencias disponen de piscinas y gimnasios con los que mantener capacidades físicas, también pueden ofrecer unidades específicas en el tratamiento del daño cerebral y en ocasiones, plazas de centro de día con todos los servicios habituales de una instalación de estas características.
Por tanto, a la hora de decidir cual será la nueva vivienda es importante analizar su oferta, sin olvidar que por encima de cualquier equipación técnica es primordial encontrar un equipo humano dispuesto a ofrecer un nuevo hogar en el más amplio sentido de la palabra.

La ACP, un nuevo paradigma en el cuidado de los mayores
 
La Atención Centrada en la Persona (ACP) en el marco del cuidado residencial es un enfoque de atención que dice que la persona mayor con independencia de sus circunstancias personales o de enfermedad tiene que estar en el centro de la toma de decisiones. Teresa Martínez, psicóloga gerontóloga explica que «la ACP pone a la persona mayor en el centro, reconoce su valor y singularidad y busca que tenga el control sobre su vida cotidiana, sobre su atención y sobre sus cuidados». Esta filosofía se separa de los modelos paternalistas en los que es el centro y los profesionales los que deciden cómo deben ser los cuidados y está llamada a revolucionar el sistema residencial actual. Aunque en nuestro país todavía es incipiente, ya existen centros que empiezan a tener en cuenta este concepto. «Se trata de reconocer la dignidad de todas las personas con independencia de su edad, enfermedad, estado cognitivo o grado de discapacidad» explica la psicóloga asturiana. Los fundamentos de esta corriente internacional, que avanza con fuerza y que la propia Organización Mundial de la Salud señala como el principal referente para la mejora de los servicios de salud y de los cuidados de larga duración, parten de que cada persona es única y por tanto la atención personalizada y su participación en sus cuidados se hace imprescindible. Contempla que las personas mayores tienen derecho a controlar su propia vida, por lo tanto ha de respetarse su autonomía.
 

José Antonio López Trigo
Presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología

«La gente positiva vive más»

Dirige una sociedad científica cuyo objetivo central es el bienestar de las personas mayores y lo hace a través de formas muy diferentes: estudiando el proceso del envejecimiento humano y creando redes entre investigadores y entidades. La SEGG hace gala de ser un colectivo ‘mayor’ con más de sesenta y cinco años de vida y experiencia.

José Antonio López Trigo. Presidente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología

-Nuestra sociedad está transformándose a toda prisa, cada vez vivimos más años.
-Sí, es un logro social. Estamos asistiendo a un acontecimiento social histórico que no se ha dado en la vida, por eso cuando oímos a los políticos hablar del ‘problema’ del envejecimiento se te remueve un poco la tripa, porque no podemos decir que esto sea un problema, otra cosa es que haya que gestionarlo de otra forma. Y además la gestión ni es compleja ni es cara. Desde el punto de vista de la forma en cómo envejecemos está claro que hay algo que se nos ha olvidado y es la prevención de la discapacidad o enfermedad y la promoción de la salud, y esto es realmente barato y realmente fácil. Pero plantea un problema, que no tiene un rendimiento a corto plazo y eso no todo el mundo lo entiende.

-¿Debe cambiar nuestra mirada hacia esta fase de la vida?
-Evidentemente. Hay un fenómeno de no querer reconocernos en el espejo y de pensar esto no va conmigo. Dicho con todo el cariño del mundo, algo así como ‘yo nunca voy a ser viejo’ porque es un estereotipo y es verdad que desde el punto de vista de la naturaleza es una época de más pérdidas que ganancias, pero las podemos ir perdiendo muy moderadamente y el impacto que esto produce puede asumirse porque vayamos adaptándonos.
Hemos conseguido como sociedad civil que la vida sea más larga pero no más ancha, y se estrecha mucho al final. Lo que tenemos que procurar es que sea más ancha y que cuando se estreche lo haga el menor tiempo posible para que las personas sufran menos y estén menos tiempo en situación de discapacidad.

«Te haces viejo cuando dejas de tener ilusión. La prueba fehaciente se ve en las personas mayores cuando se enamoran, les cambia la cara»

-¿Qué otras visiones erróneas hay que modificar?
-El primer estereotipo que hay que romper es que la productividad laboral no puede terminar a los sesenta y cinco años, porque aquí pasamos de ser una persona maravillosa con sesenta y cuatro años a ser un trasto horroroso con sesenta y cinco, y además con una imagen estereotipada de que esa persona se está comiendo los recursos de los demás. Nos movemos en un sistema de pensiones que es de la primera república española y esto es probablemente lo que haya que reconvertir. Yo no soy un experto en economía, ni mucho menos, pero esas personas ya han pagado con creces su sostenimiento durante su vida laboral.
Y luego hay otra cosa, respetando profundamente que hay personas que por su tipo de trabajo no pueden seguir produciendo porque atenta contra la capacidad física de las personas, es verdad que estamos haciendo un desperdicio intelectual importantísimo y desaprovechando un capital que vale mucho dinero. Hay mucha gente que se jubila contra su voluntad, y estando a veces en el mejor momento profesional por la experiencia y el conocimiento que tienen. ¿Por qué no van a poder seguir ejerciendo un periodista, un médico o un abogado? Todo el mundo sabe quien es Amancio Ortega y nadie duda que a sus ochenta y dos años tenga la empresa mas importante de Europa, pero sí dudamos que un señor con setenta pueda estar dirigiendo una entidad bancaria. Tenemos un juego ciertamente hipócrita.

-¿El sector está dando pasos importantes con la potenciación del envejecimiento activo?
-Sí, también por que ha cambiado mucho la generación, antes las personas de sesenta años tenían aspecto de ancianos. Cuando doy alguna charla muestro la imagen de mi abuela con sesenta y cuatro años, una persona mayor con su toquillita, y pongo al lado la de Sharon Stone. Son los mismos años pero los han vivido de formas muy diferentes. Por fortuna, ahora se están incorporando al grupo de las personas mayores otras generaciones que han trabajado menos en lo físico y por tanto, están menos machacadas. Han podido elegir y han aprendido a cuidarse más.

-¿Está de acuerdo con la frase ‘te haces viejo cuando dejas de jugar, no dejas de jugar porque te haces viejo’?
-Exactamente. Te haces viejo cuando dejas de tener ilusión y sobre todo porque ves difícil conseguir cosas. La prueba fehaciente se ve en las personas mayores cuando se enamoran, les cambia la cara. Andan más derechos, tienen una ilusión y un reto que es la conquista y esa parte de juego les rejuvenece. Y ocurre que cuando en una residencia preguntas por una persona que está viviendo esta situación te cuentan que lleva quince días sin pedir la pastilla para el dolor de rodilla. Es maravilloso.

«Todo el mundo sabe quien es Amancio Ortega y nadie duda que a sus ochenta y dos años tenga la empresa mas importante de Europa, pero sí dudamos que un señor con setenta pueda estar dirigiendo una entidad bancaria. Tenemos un juego ciertamente hipócrita»

-¿Cuáles son las reglas de oro para un envejecimiento saludable?
-En realidad son las reglas de oro para vivir porque realmente empezamos a envejecer fisiológicamente a partir de los veintiocho o treinta años, que es cuando desaparece en nosotros la hormona del crecimiento. No tenemos que plantearnos empezar a cuidarnos a partir de los cincuenta o sesenta, tenemos que desarrollar un proyecto vital y enseñárselo a nuestros hijos para que no sean obesos y sedentarios.
Se trata de mantenerse física e intelectualmente activos y al mismo tiempo cuidar algunos factores de riego muy cuidables: la diabetes, la hipertensión, los problemas de grasa en la sangre, la obesidad, el tabaco y el sedentarismo, y por último, una cosa importante es el humor y el ánimo. Se ha estudiado que la gente positiva vive más, entre cinco y siete años, y se ha visto que además los viven mejor.

-¿Con esto se demuestra que la mente es la que determina al físico?
-Sí, son los impactos que tienen las mismas cosas en las diferentes personas. Yo puedo tener un dolor en una mano porque tengo artrosis y vivir encabritado porque no puedo tocar el piano o plantearme que tocando el tambor no me duele tanto esa mano. Y es esa fuerza que tiene la mente para que una misma situación provoque impactos diferentes.
Tengo una gran amiga que es campeona olímpica de esgrima adaptado, una mujer que dijo que por tener una discapacidad física no iba a dejar de hacer cosas y ha viajado por todo el mundo y lo ha disfrutado. Con otra mentalidad hubiera sido la persona a la que llevaríamos al parque en su silla de ruedas para que le diera el sol por las mañanas. Y esto se consigue con una mentalidad positiva de fondo, si no, vives acomplejado, amargado y te haces mucho más dependiente.

-¿Sería la del envejecimiento saludable una buena asignatura para recibir en un momento de nuestra vida?
-Sí, e igual que en las empresas se hacen programas de prejubilación para que la gente se vaya mentalizando de que un día ya no va a ir a la oficina pues también deberíamos prepararnos para vivir el envejecimiento, que no se puede retrasar pero sí disfrutar.



 
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