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jueves 28, marzo 2024

Bikecanine. Érase una vez una perra, un aventurero y una bicicleta…

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El gijonés Pablo Calvo descubrió que viajar le hacía libre y decidió hacer de este descubrimiento su forma de vida. Viaja en bicicleta alrededor del mundo con Hippie, su perra, y han puesto en marcha Bikecanine: un proyecto solidario que le permite no solo que cada día de su vida cuente sino también ayudar a aquellos que más lo necesitan.
Fotos: @bikecanine


Hippie: una perra con una energía desbordante cuya pasión, además de viajar en bicicleta, es correr detrás de una pelota de tenis y bañarse en cuanto mar, río o espacio similar encuentre. Según dicen, la mayor protagonista de este proyecto.
Pablo Calvo: aventurero de espíritu y bombero de profesión que un día se dio cuenta de que tener una vida estable con trabajo y sueldo fijo a fin de mes no era su sueño sino el de una sociedad que vende la certidumbre como la mejor forma de vida.
Una bici: vehículo escogido por Hippie y Pablo para acumular kilómetros y aventuras alrededor del mundo.
La suma de estos tres elementos da como resultado Bikecanine, una iniciativa a través de la cual Hippie y Pablo realizan largos viajes en bicicleta y recaudan fondos para distintas causas solidarias.

-¿Cuál es el punto de inicio de esta aventura?
-Hice un primer viaje en bicicleta en 2010 con un perro que tenía que se llamaba Negrito, me gustó mucho pero lo hice en plan improvisado. En 2011 organicé un viaje más grande de Sevilla a Gijón con una perra que había adoptado porque Negrito era mayor. La perra iba subida a la bici y me di cuenta de que gracias a ella mucha gente se acercaba a vernos y a hacerse fotos y comencé a darle vueltas para que esto no se quedase en una anécdota y lo pudiera aprovechar. Se me ocurrió abrir un proyecto y una página de Facebook para recaudar fondos, la idea funcionó genial y antes de salir ya había recaudado todo lo que quería y además me dieron un premio. A partir de aquí hice viajes más largos, recaudando fondos para proyectos solidarios. En 2014 pedí un permiso de tres meses en el trabajo y me encantó porque me di cuenta que quería vivir de esa forma porque es como soy feliz. Era bombero, tenía un trabajo bueno, con tiempo libre y me gustaba, pero me gustaba mucho más esto otro. Al año siguiente dejé el trabajo, vendí todo lo que tenía, ahorré dinero y me lancé a viajar. Ahora estoy viviendo del canal de Youtube, de la web, de patrocinadores y continúo haciendo proyectos solidarios que cambio cada año.

«Normalmente la gente vive pensando en la jubilación, en las vacaciones, en el fin de semana y no disfruta el momento. Espera a vivir otro más feliz y no se da cuenta de que puede hacer feliz el presente en el que está. Tenemos que intentar ser felices con nuestras vidas y si no lo somos cambiar, porque la vida no es muy larga y hay que disfrutarla»

-Viendo el cambio de vida que ha supuesto este proyecto, ¿cómo han ido variando tus prioridades?
-Mi vida diaria se basa en tener agua, comida y un sitio para dormir. Me gusta porque es la esencia del ser humano. Son necesidades básicas que, cuando vivimos en una casa o una ciudad están cubiertas y no tienes que preocuparte de ellas, pero nos preocupamos de cosas que muchas veces no tienen sentido. Teniendo esas necesidades básicas cubiertas ya alcanzo la felicidad. Cuando encuentro una fuente o alguien me da una bolsa con fruta me hace muy feliz, lo mismo que encontrar un buen sitio para dormir al final del día. Como la vida es mucho más sencilla creo que es más fácil ser feliz, no tengo que preocuparme de más cosas. Entiendo que no a todo el mundo le guste esto pero a mí me encanta y me gusta darme cuenta de que puedo ser feliz con cosas sencillas.
-¿Quién eras antes de iniciar estos viajes y quién eres ahora?
-He ido cambiando bastante. He vivido tres fases diferenciadas: una antes de ser bombero, cuando lo fui y después. En la primera estaba preocupado por tener un futuro, un trabajo y lo típico que espera una sociedad: que seas alguien de provecho con el estrés que ello conlleva. Cuando obtuve la plaza esa preocupación desapareció y comenzó otra diferente que era: tengo la vida encarrilada, ya no me tengo que preocupar pero veía en los compañeros del parque de bomberos el reflejo de lo que me esperaba: casarse, tener hijos, los problemas con los hijos, divorcios, hipotecas… Ahí tuve un problema de desarrollo personal, de saber qué quería hacer con mi vida. Ahora no tengo una preocupación como la que tenía y vivo bastante tranquilidad. Aprender a vivir el día a día es algo que se dice habitualmente pero a mí me costó mucho hacerlo. Ahora no puedo planificar mi vida más de dos o tres días porque no sé qué voy a hacer y durante un día pasan mil cosas. Ahora mismo vivir así es mi única forma de vida.

Bikecanine: La Palma, 2018
La Palma, 2018. «Después de un día duro sobre la bici, nada mejor que un bonito lugar para acampar»

-¿A cuántos límites te enfrentas y cuántos desaparecen cuando vives la vida de esta manera?
-En todos los viajes siempre ha habido quien me decía que no iba a poder, que era mucho, que era muy difícil. La gente siempre te intenta inculcar sus miedos, al principio los escuchaba pero como soy bastante cabezón, siempre hacía lo que quería. Ahora creo mucho más en mí y después de un tiempo esos límites que me parecían difíciles los he ido alcanzando y me parecen una tontería. Cuando voy a un país me dicen que es peligroso, pero cuando llego a él me dicen que es más peligroso el siguiente pero nunca he tenido ningún problema grave. En los cerca de cuarenta países en los que he estado nunca me he pasado nada malo. En los primeros viajes me costaba dormir en la calle y ahora lo hago y sé que no me va a pasar nada, incluso tengo más posibilidades de que me vea alguien y me invite a dormir en su casa. Hay países que te imprimen más respeto o zonas que son muy peligrosas, hay que tener cuidado e informarse pero no solo por las personas sino también por los animales que puede haber o por el clima. Los miedos y las vergüenzas son barreras que no nos dejan ser libres.
-Más allá de la limitación física, ¿las fronteras son reales?
-A veces cambia mucho de un país a otro pero la esencia y las preocupaciones básicas de las personas son las mismas en todos los países. Lo que la gente quiere es ser feliz, tener personas cercanas, comer, divertirse y al final todos tienen las mismas creencias. Lo que pasa es que cuando se tiene miedo de otras personas o de lo desconocido, uno se escuda en su mundo. Las barreras que se forman con los equipos de fútbol, los países o los partidos políticos enfrentan a personas que en el fondo son iguales pero que tienen formas diferentes de ver las cosas. En todos los sitios en los que he estado la esencia es la misma, cambia la mentalidad que se les ha inculcado.
-¿Qué lugares te han marcado de todos en los que has estado?
-Cada país te marca de una manera diferente. Por ejemplo Serbia me sorprendió por cómo era la gente de hospitalaria, abierta, amable… Fue llegar y la gente que estaba en la calle o en sus casas me invitaba a comer, a beber o a dormir. En los Balcanes la gente es increíble, el tema del turismo no está muy explotado y entonces conoces más la esencia del país. Otros lugares me sorprenden por los paisajes como los Alpes o países del norte de Europa. De Marruecos, Bolivia o Perú me encanta su mentalidad, la habilidad especial que tienen para solucionar los problemas u olvidarse de preocupaciones que aquí son muy grandes. Cada sitio tiene algo que aportar y cada persona que conoces también. Muchas veces los países en los que estás, más que por los paisajes te marcan por las personas que conoces. Ellas pueden hacer que los sitios sean geniales o malos.

«Aprender a vivir el día a día es algo que se dice habitualmente pero a mí me costó mucho hacerlo. Ahora no puedo planificar mi vida más de dos o tres días porque no sé qué voy a hacer y durante un día pasan mil cosas. Ahora mismo vivir así es mi única forma de vida»

-¿Qué aporta Hippie a todo esto?
-Aporta más que yo. Gente viajando en bici por el mundo hay un montón pero viajando con un perro, aunque cada vez hay más, no conocía a nadie. Como el contenido que se crea es visual, un perro en las fotografías y los vídeos lo aporta todo, llama la atención y el proyecto surgió porque la gente se acercaba a hablar con nosotros por ella. El proyecto se llama Bikecanine porque es una bicicleta y un perro. A Hippie la cogí en una protectora y tiene nueve años, es súper nerviosa con una fuerza y una energía que todo el mundo que la conoce se queda asustado. La ves en los vídeos y puedes pensar «pobre perra, igual se cansa» pero hay días en los que se hace 50 kilómetros y cuando acampamos la veo corriendo con un palo en la boca. Montada en la bici hace unos 80 o 100 pero se aburre y va llorando porque quiere bajarse. Por supuesto que esto no vale para cualquier persona pero tampoco para cualquier perro.
-En tu web comentas que la muerte de tu padre en 2011 te hizo replantearte muchas cosas. ¿Qué significó para ti?
-Me marcó bastante e incluso me impulsó a llevar este tipo de vida. Él trabajó un montón toda su vida y siempre pensaba en jubilarse y en lo que iba a hacer después. Con 55 años se murió. Me hizo pensar mucho porque si la vida se basa en trabajar para jubilarte, tener una pensión y disfrutar cuando tengas 65 años que ya estarás cascado no me interesa. Quiero disfrutar ahora y cuando llegue ese momento ya veré. Normalmente la gente vive pensando en la jubilación, en las vacaciones, en el fin de semana y no disfruta el momento. Espera a vivir otro más feliz y no se da cuenta de que puede hacer feliz el presente en el que está. Tenemos que intentar ser felices con nuestras vidas y si no lo somos cambiar, porque la vida no es muy larga y hay que disfrutarla. No tienes que dedicarte a viajar en bicicleta por el mundo con tu perro, pero tienes que intentar hacer de tu pasión tu forma de vida. Cuando estas viajando no tienes rutina, cada día es muy largo y esto hace que la vida se estire. Hace tres años que dejé el trabajo y me parece una eternidad, no me acuerdo de cómo era mi vida antes. En cambio los cinco años de bombero te los podría resumir en dos frases. Me acuerdo que en algunas intervenciones que eran peligrosas pensaba que si en ese momento me pasaba algo me daría mucha rabia morirme sin más. No quiero que pase pero si mañana me atropella un coche, no me importaría en el sentido de que estoy haciendo lo que quiero, asumo las consecuencias y soy feliz haciéndolo.

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