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viernes 29, marzo 2024

Desmitificando el porno

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El 90% de niños entre 10 y 12 años ha visto porno en su móvil. Aunque la edad es muy temprana, es ahí cuando empiezan a experimentar sus primeros cambios físicos y también cuando despiertan su curiosidad e interés sexual.
Dentro de unas semanas sale a la luz una guía editada por la Consejería de Salud del Principado dirigida a formar a los profesores para que sepan cómo abordar el tema de la pornografía con los jóvenes en las aulas.

El auge de las nuevas tecnologías y la falta de control han favorecido que hoy en día se acceda libremente a páginas de contenidos inapropiados para determinadas edades. Es el caso de la pornografía. Se ha disparado su consumo entre los jóvenes y lo peor es que consideran que esta es una descripción realista del sexo, utilizándolo como sustituto de la educación sexual.
María Rodríguez Suárez, doctora en Género y Diversidad, educadora sexual y responsable del desarrollo de esta guía, asegura que el tema de la pornografía está en las aulas y «cuando preguntamos por qué lo consumen, nos contestan que para aprender más sobre anatomía, sobre prácticas para poder complacer a su pareja, para masturbarse o simplemente porque es un lugar donde la sexualidad aparece de forma explícita sin ningún tipo de tabú».
Ellos empiezan a visionar porno antes de los doce años, mientras que para muchas familias el sexo sigue siendo un tema tabú, y por otro lado hay profesores que no se ven preparados para abordar ese tema… ¿Quién llena este espacio vacío? «Existe un gran tabú en torno a la sexualidad. Se considera que es un tema personal donde cada familia es responsable de educar a sus hijos como quiera, cuando por ejemplo no permitimos a una familia que eduque como quiera a sus hijos en el tema de la educación vial. La realidad es que al final no se habla de ello y los chavales recurren a la pornografía que reproduce imágenes que nada tienen que ver con la realidad», apunta Rodríguez.

Cómo afecta el consumo de pornografía a los jóvenes

De muchas formas. «La pornografía hoy nos dice para qué sirve el cuerpo, cómo debe de funcionar, las zonas erógenas. Todo gira en base a la genitalidad y el coitocentrismo, cuando las zonas erógenas de nuestro cuerpo son mucho más amplias y el sexo es mucho más que un coito. Cuando en clase preguntas qué es el sexo, te dicen que follar y si sigues tirando del hilo, te comentan que follar es penetrar. O bien te dicen ‘soy virgen’ cuando han tenido un montón de prácticas sexuales salvo la penetración. La pornografía marca también una determinada coreografía. Si analizamos cualquier vídeo, siempre hay un principio, un nudo y un desenlace. En la pornografía tenemos los preliminares -habría que preguntarse, de qué-, que normalmente son felaciones, el nudo siempre es el coito y el desenlace es la eyaculación masculina, el orgasmo masculino. Pero es que en clase, te comentan el mismo esquema y cuando preguntas, orgasmo de quién, te dicen que de los chicos», explica Rodríguez.

«Esta guía va dirigida a profesores y familias y pretende ser una herramienta para mirar de una forma crítica a la pornografía»

El pasado mes de noviembre, el periodista Jordi Évole hablaba de sexo con varios jóvenes en su programa ‘Salvados’. «Allí aparecían testimonios exactamente iguales a los que nosotros nos encontramos en las clases», asegura esta educadora. En un momento determinado del programa salió el tema de la violencia sexual. Una joven aseguraba que había estado saliendo con un maltratador de su misma edad que acabó con una orden de alejamiento. «La pornografía es una poderosa arma de género cargada de estereotipos, alerta Rodríguez. Los hombres siempre son fuertes, decididos, activos, deseantes y las mujeres sumisas, pasivas y objetos de deseo. El porno construye el deseo masculino, se presenta cada vez más violento y esto afecta también a las prácticas. Unas prácticas que se suponen han de ser placenteras. Hay chicas que comentan que en los encuentros sexuales a veces se encuentran con cosas que identifican que vienen del porno y que aunque no les gusta hacerlo no se atreven a negarse por no defraudar a su pareja o porque no piense que es una mojigata. Hay un consentimiento mal interpretado o forzado. Hay chantaje emocional y eso es difícil de detectar».

El consentimiento

En la pornografía los actores no muestran resistencia, siempre están dispuestos al sexo, hay un macho alfa que domina mientras la mujer siempre está en un segundo plano. «Insistimos en que se trata de una ficción. Es curioso que vean una película de Brad Pitt saltando de una ventana a otra, haciendo una voltereta lateral y no lo reproduzcan porque claramente lo identifican con una ficción y sin embargo, vean la pornografía como un documental de sexualidad: tamaños que creen reales, erecciones interminables, cuerpos diez. En resumen: máquinas sexuales que siempre tienen ganas de follar.
Insistimos mucho en el tema del consentimiento. Decimos que esas prácticas han sido consentidas previamente aunque eso no lo veamos en la pantalla y que la sexualidad es sobretodo comunicación con la otra persona, consentir, hablar de sentimientos, emociones, aunque les parezca que ‘eso corta el rollo como nos dicen», explica María Rodríguez.

Valor para educar

Jovenes con móvilNos encontramos ante una generación que pasó muy rápido de la dictadura al destape sin una suficiente información, aseguran los sociólogos. Muchos adultos no han recibido una educación sexual adecuada, de ahí que este tema muchas veces se aborde con vergüenza y falsos mitos. «Cuando trabajamos la educación sexual con las familias, muchas veces los padres nos dicen: para trabajar con mis hijos antes tendría que revisar mis planteamientos de arriba abajo», dice María Rodríguez. Para otros sigue siendo un tema tabú no solo en el seno de la familia sino también en los colegios. «Esta guía va dirigida a profesores y familias y pretende ser una herramienta para mirar de una forma crítica lo que los chavales están consumiendo a través de la pornografía. Para que los adultos se puedan formar de manera adecuada para luego poder ayudar a los jóvenes, adaptando los contenidos a la realidad que se encuentren», explica Rodríguez. La guía incluye una unidad didáctica con bastantes materiales audiovisuales y dinámicas participativas para trabajar en grupo. «Reacciones supongo que habrá muchas. Hay gente que nos dirá que no está de acuerdo con que metamos el porno en el aula cuando ya está ahí. Creo que hace falta valentía para abordar este tema y dar un paso al frente», concluye Rodríguez.

Muchos adultos no han recibido una educación sexual adecuada, de ahí que este tema muchas veces se aborde con vergüenza y falsos mitos

Evitar futuros daños

El acceso precoz a la pornografía puede derivar en alteraciones del comportamiento que luego pueden generar complicaciones en la vida cotidiana y en las relaciones de pareja al intentar vivir una sexualidad que no es real, alertan sexólogos y educadores. Puede ocurrir que los chavales decidan dar un paso más -como ya está ocurriendo- y acaben participando de forma activa intercambiando material grabado por ellos mismos (sexting). No conocen los ‘previos’, ni las motivaciones; el sexo se valora en términos cuantitativos: número de prácticas, crono de erecciones o número de orgasmos y eso marca un nivel de ‘normalidad’ al que hay que acercarse. Tampoco se toman precauciones: «Uno de los temas en los que más insistimos es que los jóvenes comprendan que es necesario usar siempre el preservativo, aunque en el porno no se haga», recuerda Rodríguez.
Al final se acaba viviendo un sexo distorsionado que sigue el patrón que marcan las pantallas: dominación, machismo, desprecio a la mujer, incapacidad para vivir una sexualidad que garantice el amor y el respeto.
Por eso es necesario hablar de encuentros, de entendimiento para en ello descubrirnos como seres únicos e irrepetibles. Existen miles, millones de formas de ser y de relacionarnos pero eso hay que ayudar a descubrirlo.

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