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martes 23, abril 2024

Asturias en positivo

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Reconozcámoslo: no son tiempos fáciles. Prácticamente todos los medios de comunicación nos bombardean con terribles noticias que hablan de crisis globales, primas de riesgo, rescates económicos, ajustes sociales…
Son conceptos que se han colado con cierta naturalidad en nuestra conversación diaria y que han ido tomando fuerza e incluso cambiando de significado: quién nos iba a decir, por ejemplo, que la austeridad, que siempre había sido un consejo valioso aunque menos escuchado de lo que se debería, ahora es una imposición, una amenaza que suena a recorte, a tijeretazo, a pérdida de derechos y de calidad de vida.
Haciendo memoria, aquí hemos pasado crisis de todos los colores, de las que obligaron a media Asturias a emigrar a países lejanos, o de las que dejaron a ciudades enteras al borde de la ruina en los ochenta… y sin embargo, aquí estamos. Esta crisis tiene sus propias características, y viene a poner a prueba una vez más nuestra capacidad de resistencia, y sobre todo de inventiva.
Dicen que en su momento en Asturias no se puso tanto énfasis en la cultura del ladrillo, así que el cambio de modelo productivo nos pilló ya en movimiento. Hace años que se nos habla de cultura emprendedora, de excelencia, de I+D+i… y hace años que hemos ido incorporando estas ideas a nuestro quehacer diario. Tampoco es que debamos perder de vista los motivos de esta crisis: hay muchos factores fuera de nuestro alcance, pero, si bien los mercados tendrán algo que decir, que al menos nos pillen con los deberes hechos, lo más preparados posible para plantar cara a los tiempos difíciles que aún están por llegar.
Porque tenemos capacidad. Digan lo que digan, la tenemos. Debajo de esas noticias deprimentes hay toda una marea de buenos augurios: hay cifras que hablan de inversiones en Asturias, de empresas que no sólo sobreviven, sino que pelean certificándose en calidad, innovando, exportando; de recursos turísticos de sobra en una tierra donde la industria hotelera y hostelera va ganando cada vez más peso en el PIB.
Por eso, entre otras cosas, hemos querido dedicar varias páginas de este número a esa otra Asturias, más allá de la cara visible. Una tierra que todavía tiene mucho que enseñar, que tiene recursos que aún no han sido totalmente explotados ni promocionados, pero que se están poniendo en valor. Hemos querido buscar esos indicadores positivos porque están ahí, aunque a veces nos cueste verlos.
Así que pese a todo creemos que, frente a viento y marea, todavía queda un hueco para el optimismo. Porque, digan lo que digan los mercados (quienes quiera que sean los mercados), queremos pensar que el factor humano no está descartado: la gente aún tiene mucho que decir al respecto, y lo está haciendo. Apostamos conscientemente por pensar que hay esperanza: con realismo, pero también con responsabilidad y con solidaridad, se puede salir adelante.
Aprovechemos pues estas fechas para coger fuerzas, para reunirnos con familia y amigos y recuperar aunque sea un poco la ilusión de la Navidad. Nos va a hacer falta: para qué engañarnos, nos espera un año intenso.

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