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viernes 29, marzo 2024

Amador Menéndez Velázquez, experto en nanotecnología. «Podemos fabricar materiales a la carta»

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Ventanas que recogen la luz solar y la convierten en energía para el edificio, móviles que se recargan sin necesidad de enchufarlos, medicamentos que atacan directamente a las células enfermas… La nanotecnología permite crear materiales a medida, con las características que más se ajusten a las necesidades del entorno. Para el investigador Amador Menéndez, ésta es una tecnología que puede revolucionar nuestro futuro.

Conoce el panorama de la investigación en la versión nacional e internacional, gracias a su trabajo en el Instituto Tecnológico de Materiales de Asturias (ITMA) y en el prestigioso MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts). Pero a este Doctor en Química por la Universidad de Oviedo no le llega con hacer cosas: también tiene que contarlas. En 2009 ganó el premio europeo a la Divulgación científica por el libro «Una revolución en miniatura: la nanotecnología al servicio de la humanidad», quizá el más llamativo de una larga lista de premios. Y no es extraño verle dando conferencias a estudiantes o al público en general. Su trabajo en el campo de la nanotecnología permite, entre otras cosas, diseñar materiales que captan la energía solar de forma mucho más eficiente y barata que los actuales.

-¿El futuro tecnológico pasa por desarrollar más la investigación en la nanotecnología?
-La nanotecnología es una tecnología emergente. Antes el ser humano disponía de los materiales que le brindaba la naturaleza, que se podían purificar pero no transformar demasiado. La clave ahora está en que manipular la materia a escala atómica y molecular nos permite fabricar materiales a la carta. Del mismo modo que un albañil organiza los ladrillos para hacer un edificio con las características que quiera, ahora podemos coger los «ladrillos» de la materia, que son los átomos, para construir materiales con la forma deseada y con propiedades antes no existentes. Por eso hablar de nanotecnología es hablar de medicina, de energías renovables, de computación…

«La investigación es la llave del futuro. Los países que ayer apostaron por ella son los que hoy mandan, y creo que así seguirá siendo»

-Uno de los grandes campos donde se intuyen las aplicaciones de esta tecnología es la medicina. ¿Qué podemos esperar?
-Aquí hablamos de nanotecnología en tres vertientes. Por una parte el campo del diagnóstico y la detección temprana de enfermedades. Hoy en día, cuando se detecta un cáncer es cuando hay muchas células infectadas, lo que significa que cuesta curarlo y el paciente sufre mucho. Si se pudiese detectar el cáncer en los estados iniciales, mejoraríamos la calidad del paciente y sería más fácil combatirlo; la nanotecnología nos aporta herramientas para esto.

Otro punto importante es la terapia selectiva, conocida como nanoterapia o terapia inteligente. Seguimos con el ejemplo del cáncer: los fármacos que se usan actualmente matan a las células cancerígenas, pero también a las sanas que están cerca. Es como un bombardeo indiscriminado, y de ahí los efectos secundarios: se cae el pelo, se limita el sistema inmune… Frente a eso, ya se están fabricando nanopartículas inteligentes, que son capaces de matar selectivamente a las células enfermas, sin tocar las sanas. Lo que ocurre es que hay muchos tipos, no es lo mismo un cáncer cerebral que uno de páncreas, pero hay casos, como el cáncer de próstata, que ya tiene un medicamento muy eficaz basado en esta tecnología. En los próximos años vamos a asistir a una auténtica revolución en este sentido.

-De este modo la calidad de vida se dispara.
-Se dispara, y esto enlaza con una tercera aplicación, que es lo que se conoce como medicina regenerativa. Nuestros órganos y tejidos están programados para una duración limitada, y sólo en el último siglo se ha duplicado la esperanza de vida, así que empiezan a aparecer enfermedades asociadas con la vejez y el deterioro. Hoy en día, por ejemplo, los trasplantes son una práctica rutinaria, pero el problema es la escasez de órganos, mucha gente muere esperando por un órgano que nunca llega. Y ése es otro campo de la nanotecnología: crear órganos y tejidos artificiales. Ya se ha creado piel artificial, que se puede usar en quemados, hay experimentos en los que a un animal se le regeneró la médula espinal dañada y pudo volver a caminar. Tardará un poco hasta que se aplique a humanos, pero se está caminando en esa línea.

«Hablar de nanotecnología es hablar de medicina, de energías renovables, de computación… aquí descansa gran parte del progreso científico y tecnológico»

-¿Es la transmisión inalámbrica de energía una de las asignaturas pendientes de la tecnología moderna? ¿Se conseguiría con ello el sueño de Nikola Tesla?
-La energía tiene tres problemas: la generación y captura, el almacenamiento y el transporte. Y conseguir el transporte de forma inalámbrica es uno de los grandes sueños de la humanidad. Nikola Tesla, un científico al que la sociedad no valoró suficientemente, tuvo el sueño de crear una torre y enviar electricidad de forma inalámbrica para que todo el mundo pudiese abastecerse de ella. Pues bien, hace tres años en el MIT de Massachussets se creó un prototipo de electricidad inalámbrica que funcionaba de forma segura. Tanto fue el interés que despertó que se creó una compañía, WITricity, que está haciendo realidad el sueño de Tesla, evidentemente con una tecnología mucho más avanzada pero con sus ideas de base. La idea es, por ejemplo, que si yo tengo el teléfono en un sitio donde lleguen las ondas, se esté cargando sin necesidad de enchufarlo a la corriente. Eso está bastante cerca del mercado, y es muy importante en un mundo en el que gusta cada vez más lo inalámbrico.

-Su trabajo en el MIT está directamente relacionado con el aprovechamiento de la luz solar, por ejemplo aplicado a recargar dispositivos móviles. ¿De qué manera?
-Si recuerdas, los teléfonos móviles de antes tenían la pantalla mucho más pequeña, pero la batería duraba mucho más. Ahora la pantalla ocupa el frontal del dispositivo, y es responsable del 90% del gasto energético total. Sin embargo, eso puede funcionar a modo de ventana por la que entre el sol, y utilizar esa luz para recargar el móvil. La pantalla tiene unas pinturas especiales, con nanopartítulas que atrapan la luz, tanto del sol como de interiores, y la convierten en electricidad, extendiendo la duración del móvil. Esta tecnología la usamos también para la integración arquitectónica, estamos trabajando para que las ventanas de las casas puedan capturar la luz y entregar energía al edificio.

-¿De este modo se puede conseguir el gasto energético cero?
-Conseguir el gasto energético cero -Europa lo plantea para el año 2020- es muy difícil, pero es algo hacia lo que estamos caminando. Al menos que cuando un arquitecto plantee un edificio que lo haga con la orientación adecuada, para aprovechar la luz, y que se vayan desarrollando tecnologías como ésta que ayuda al edificio a captar energía del ambiente. Uno de los problemas de las celdas convencionales es que hay que integrarlas en el edificio, y eso estéticamente es muy desagradable, pero si logramos que sea la ventana la que capte energía eliminamos ese problema. La nanotecnología tiene el potencial para convertir nuestras ventanas convencionales en pequeñas centrales fotoeléctricas, capaces de atrapar la luz solar para posteriormente convertirla en electricidad.

-Otro campo donde se vislumbran grandes cambios es el transporte. ¿Qué aporta la nanotecnología a la automoción?
-Se dispone de materiales mucho más resistentes y al mismo tiempo más ligeros que los tradicionales. Por ejemplo, el acero siempre era un material de referencia por su dureza, pero hoy hay materiales, como los nanotubos de carbono, cien veces más resistentes y diez veces más ligeros. Y con eso conseguimos otro objetivo adicional, porque cuanto más ligero es un coche, menos combustible gasta. Este tipo de materiales ya se está usando por ejemplo en bicicletas, o en raquetas de tenis como las que usa Nadal, que hace que sean muy ligeras y al mismo tiempo aguanten sin romperse pelotazos a ciento veinte kilómetros/hora.

«La sociedad necesita conocer los avances que se están haciendo. Los científicos tenemos que decir a la sociedad qué hacemos, para qué y por qué»

-El año pasado ganó el VI Certamen «Teresa Pinillos» de divulgación científica con su ensayo «Viaje al nanocosmos», pero este no ha sido el único premio. También recibió el Premio Europeo de Divulgación Científica en 2009, el premio especial de la Real Sociedad Española de Química… ¿Hasta qué punto es importante la divulgación?
-Hace años que los científicos vivían encerrados en su laboratorio, pero la sociedad necesita conocer los avances que se están haciendo. Los científicos tenemos que decir a la sociedad qué hacemos, para qué y por qué. Estos premios fueron relativos a la nanotecnología, pero también a la labor de divulgación, que es algo que cada vez se valora más, especialmente en países como Estados Unidos. Hay que acercar la ciencia a la sociedad, y en ese sentido hay un cierto desfase con las letras, que están mucho más en la calle.

-A pesar de que quizá no se vea un resultado inmediato. ¿Invertir en investigación es rentable?
-Con la investigación se genera primero conocimiento científico, y luego productos, aplicaciones, patentes, que retornan el dinero invertido. La investigación es algo fundamental para un país, y aún en tiempos de crisis hay que apostar por ella, porque es la llave del futuro. Los países que ayer apostaron por la investigación son los que hoy mandan, y creo que así seguirá siendo.

-¿En este país los investigadores lo tienen difícil?
-En este país hay gente muy buena y con mucha ilusión, pero evidentemente en otros países tienen más facilidades que aquí. A mí en ese sentido me gusta ser optimista, y pensar en hacer una apuesta por nuestra tierra, Asturias, y España. No podemos tener tantos medios como Estados Unidos, pero sí podemos buscar colaboraciones con ellos, establecer redes, sinergias… Más que competir tenemos que colaborar, y sobre todo colaborar con los mejores: ahí está el secreto.

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