La noticia de que desde Foro Asturias se propone cerrar la Fundación para la Investigación Científica y Tecnológica (FICYT) es bastante inquietante. Esta Fundación lleva cinco lustros largos funcionando eficientemente, como para que ahora un ‘ilustrado’, que no ilustre, presumiendo de jovellanista, tenga como idea de su gestión de gobierno finiquitar esta entidad de desarrollo.
Me pregunto qué interés se esconde detrás de todo ello. Y lo cuestiono porque hace mucho tiempo que la FICYT lleva a cabo su misión, con el respaldo de gobiernos de diferentes colores, léase PSOE, PP y URAS. Todos ellos, sin excepción, han entendido que es una herramienta útil, que presta un servicio serio en la investigación, en el desarrollo y en la innovación de nuestra comunidad autónoma. Y lo más importante: funciona.
Si como auguran los entendidos de diferentes sectores, el futuro pasa por la I+D+i, está claro de que con estas actitudes tan retrógradas se pretende llevar a Asturias a un atraso sin paliativos. Ya es difícil que nuestra región esté situada en el mapa, pero si a nuestras empresas no se les brinda el apoyo de nuestros científicos, del bagaje de nuestra Universidad de una forma coherente y cohesionada, habrá que hacer las maletas y marchar, porque el despoblamiento empresarial en la región será descomunal. Aquí no va a quedar nadie. Eso sí: el último que apague la luz, por favor, que está muy cara.
A pesar de las tremendas inversiones que se están haciendo en Asturias para formar a los jóvenes, estas no están teniendo una repercusión clara. Son jóvenes que, una vez terminados sus estudios no encuentran trabajo aquí, jóvenes talentos que no pueden volcar sus conocimientos y su saber en esta región porque no se crean las condiciones necesarias para darles oportunidades. Luego nos jactamos de la fama de muchos emprendedores fuera de nuestra región, de su prestigio y de las empresas emergentes que han creado en el extranjero, pero a la vez nos lamentamos de la fuga de cerebros. Claro está, todo ese beneficio se lo llevan otros países u otras regiones.
Hace mucho tiempo que FICYT lleva a cabo su misión, con el respaldo de gobiernos de diferentes colores, léase PSOE, PP y URAS.Todos ellos, sin excepción, han entendido que es una herramienta útil, que presta un servicio serio. Y lo más importante: funciona.
No es de extrañar que diferentes voces autorizadas de la Universidad de Oviedo, tanto del mundo de la investigación, como del docente hayan expresado en diferentes medios que sería un error lamentable que desapareciera la FICYT. Otro tanto han dicho importantes personalidades del mundo empresarial, porque esta entidad ha sido y está siendo un apoyo esencial para el lanzamiento y consolidación de nuevas líneas de negocio y estrategias productivas en nuestra región, en particular facilitando las oportunidades de intercambio a nivel tecnológico y de contacto con empresas del extranjero. La FICYT es un instrumento de iniciación, consolidación e internacionalización, amén del asesoramiento, apoyo técnico y económico para el desarrollo de nuestro tejido empresarial.
Parece que algunos dirigentes, cuya capacidad de gestión se pone en entredicho, no han asimilado la palabra crisis, no han entendido que aquí tenemos todos que arrimar el hombro y sumar, no restar o destruir aquello que está generando oportunidades de futuro. Aquí no valen los personalismos, ni los protagonismos, ni los paternalismos y especialmente los «salvadores» de patrias, de los que ya estamos hartos. Sobra mucha soberbia y falta mucha humildad para distinguir las cosas que valen de las que no. Es mejor que no se estorbe a los que están trabajando por construir una Asturias mejor; una región en donde caben todos, menos aquellos que quieren su aniquilación.
Por eso, lancemos propuestas, aunque nos equivoquemos, porque de todo se aprende. Las buenas ideas se alumbrarán si trabajamos en equipo, si miramos desde el interés global y no atendiendo cada uno nuestro ombligo. Bastante tenemos ya con la reconversión en la que estamos sumidos para encima fastidiar más. Dejémonos de incongruencias y orientemos nuestras cabezas a construir la Asturias que todos deseamos.
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