Habitar el silencio

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Elisa de Bosc
Elisa de Bosc
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Querido lector: en mi artículo anterior prometí contaros todo acerca de mi retiro de silencio y como lo prometido es deuda, aquí estoy.

El retiro se celebró en Amalurra, muy cerca de Bilbao, y estuvo guiado por uno de los grandes del mindfulness en Occidente: el doctor Saki Santorelli. Saki es uno de los padres del movimiento mindfulness y fue el director de la Clínica de Reducción del Estrés de la facultad de medicina de la Universidad de Massachusetts, lugar en el que se creó el programa MBSR (Mindfulness Based Stress Reduction) que es el programa de mindfulness con más evidencia científica que existe.

Como profesora de mindfulness, tuve que estudiar su obra y la idea de ir a un retiro con él era un sueño para mí; todo lo que he aprendido de él durante esos seis días de retirada lo llevaré siempre en mi corazón. Ir a un retiro de silencio es una experiencia que siempre en mayor o menor medida transforma ya que uno logra entrar en conexión consigo mismo, con nuestra esencia de ser humano, algo que a día de hoy y debido al ritmo de vida frenético que llevamos es misión imposible.

He de decir que cada vez más a menudo tengo la oportunidad de encontrar en retiros a gente más joven y eso me hace pensar que estamos ante un movimiento colectivo en el que poco a poco cada vez somos más los que estamos dispuestos a encontrarnos con nosotros mismos.

Retirarse implica dejar de hacer cosas que hacemos habitualmente y por ello, el primer día hacemos varios votos, entre ellos el silencio, no podemos hablar ni tener contacto visual con nadie, leer, escuchar música, ver tv, revisar emails, beber alcohol… Los días en un retiro de silencio transcurren con una rutina muy estructurada desde las 7.30 h hasta las 21.30 h y el programa diario incluye movimientos conscientes, meditaciones sentadas, meditación caminando yoga y estudio de las enseñanzas además de entrevistas personales con Saki Santorelli.

En contrapartida, me gustaría compartir contigo un estudio publicado por la prestigiosa revista Science que demostró que la mayoría de las personas no se sienten muy a gusto pensado solas y prefieren aplicarse leves descargas eléctricas antes que estar pensando en soledad. Parece increíble pensar que alguien prefiera sentir dolor físico a estar a solas consigo mismo, pero ese fue el resultado de tal estudio.

He de decir que cada vez más a menudo tengo la oportunidad de encontrar en retiros a gente más joven y eso me hace pensar que estamos ante un movimiento colectivo en el que poco a poco cada vez somos más los que estamos dispuestos a encontrarnos con nosotros mismos y a hacer un viaje hacia dentro, ¿quizás movidos por la búsqueda de un sentido de vida o por el deseo de una vida más plena y feliz?

Con esta invitación a la reflexión y una frase de mi admirado Saki Santorelli me despido:
“Permítete en un momento de descuido, enamorarte locamente de tu vida tal y como es, con todo lo que hay en ella”.

Un abrazo

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