Separa las yemas de las claras, reserva las claras y echa las yemas en una fuente amplia, bátelas un poco con unas varillas y añade la almendra, el azúcar y el vino dulce. Mezcla hasta obtener una pasta semi blanda, que al cogerla con una cuchara y darle la vuelta, caiga con dificultad. Pon en una manga pastelera y reserva.
Enciende el horno a 210º.
Divide el hojaldre en dos partes y una de ellas a su vez en otras dos partes siendo una de ellas un poco mayor que la otra. Si lo haces con hojaldre comprado intenta obtener las medidas que te pongo a continuación. Estira las partes de hojaldre de manera que te queden tres rectángulos de aproximadamente 25 x 70 cm, 20 x 50 cm y 15 x 35 cm.
Empezamos con el rectángulo mayor. A 5 cm del borde más largo, dispón una tira del relleno (foto 1) y enrolla el hojaldre sobre él, en la parte final humedece el hojaldre con un poco de agua para que selle bien. Une los extremos haciendo un círculo e introduce un extremo dentro del otro. Haz lo mismo con el rectángulo mediano, y por último el más pequeño. En este último para que no se rompa al quedar más tenso, antes de cerrarlo, hazle unos pequeños cortes en la parte donde se pega (foto 2).
Coloca los roscos en la bandeja del horno, forrada con papel vegetal. Si no te caben todos de una vez, hornéalos en dos veces. Introduce en el horno y deja hasta que los roscos se hayan dorado, unos 25/30 minutos aproximadamente.
Déjalos enfriar sobre una rejilla. Mientras, derrite la gelatina de manzana, al fuego o al microondas y píntalos con ella, móntalos de forma consecutiva, el más grande en la base, luego el mediano y termina con el pequeño.
Prepara el merengue.