Probadlos tibios y morid de amor, pero si los guardáis en una bolsita sin aire se conservan sorprendentemente bien hasta 3 días.
También podéis congelarlos: Una vez horneados no eches el caramelo y cuando se enfríen ya los puedes meter en el congelador. Cuando los saques otro día, los calientas en el horno, pones caramelo o lo que quieras ¡y como recién hechos!