Esta francesa traductora de profesión, aprovecha desde hace años los ratos libres para dedicarse a su pasión, la pintura. Desde muy joven, Eva Boilley decide recorrer el mundo para descubrir y empaparse de otras culturas hasta que en unas vacaciones descubre Asturias junto a su pareja. Desde hace un año y medio este es su hogar.
La artista acaba de inaugurar en la Casa de Cultura de Arriondas “Recorridos”, exposición que se puede visitar hasta el 31 de octubre. Una experiencia visual única.
-¿Qué tal ha resultado el montaje de la exposición?
-Pues un poco agotador porque este año tengo más obras que el pasado y he llenado toda la sala. Son obras que he realizado desde que estoy en Asturias: paisajes, flora y fauna de aquí, playas, hórreos, montañas, seres mitológicos…
-¿Cuál dirías que es el hilo conductor de las obras que presentas?
-Cuando colgué el último cuadro me quedó una sensación de alivio porque al principio no sabía cómo iban a encajar todos, si iba a ser algo homogéneo o por el contrario daría la sensación de una exposición de varios autores. Quiero que el público entre en ese espacio y sienta que es el de una artista que les invita a descubrir su visión del mundo: mi pintura funde la imaginación con el mundo real.
“Quiero que el público entre en ese espacio y sienta que es el de una artista que les invita a descubrir su visión del mundo: mi pintura funde la imaginación con el mundo real”
-Has comentado que los paisajes que pintas reflejan también tus preocupaciones, ¿cuáles son?
-La mayor, el cambio climático y la contaminación. En muchos de mis paisajes puedes ver basura, ruinas, pueblos abandonados, es como si tuviera ganas de gritar al mundo que estamos haciendo las cosas mal. Pero por otro lado tengo la necesidad de pintar cosas muy bonitas, paisajes preciosos. Ambas cosas conviven dentro de mí e intento pintarlas con cierta poesía o humor, si me permites decirlo.
-Junto a la denuncia se admira belleza, se percibe positividad.
-Porque, aunque pinte ruinas o basura, detrás está la historia de que la naturaleza volverá a crecer otra vez. Podemos vivir una crisis nuclear y terminar con muchas formas de vida, pero nunca acabaremos con todo. Es una nota de esperanza que me gusta transmitir. La vida siempre se va a abrir paso. Lo vemos cada día a lo mejor en una carretera o casa abandonada. Vivo al lado de una casa indiana preciosa que está en ruinas hace tiempo, a su alrededor ha crecido maleza, arbustos, ¡es imposible destruir la vida! Si sabes mirar, la encuentras.
“En muchos de mis paisajes puedes ver basura, ruinas, pueblos abandonados, es como si tuviera ganas de gritar al mundo que estamos haciendo las cosas mal”
-Mezclas flores, animales, arquitectura, tradiciones y mitología de Asturias. ¿Cómo combinas esos elementos para crear ambientes?
-Los elementos forman parte del paisaje: flores, montañas, árboles, animales. Me gusta mezclarlo con otros elementos más tradicionales de arquitectura -un hórreo, el Puente Romano, una conocida playa- que ayuden a situar ese paisaje en Asturias y no en otro lugar. El resto me puedo permitir que sea más onírico, imaginativo. El cuadro del Puente Romano de Cangas de Onís, solo el puente es el puente, el resto son invenciones, fantasías…
-¿Cómo en solo un año y medio has sintonizado tanto con esta tierra? ¿Qué te ha enganchado?
-Antes había venido de vacaciones con mi pareja al oriente de Asturias. Vengo de un pueblo del este de Francia que se parece mucho a Asturias pero que no tiene mar ni eucaliptos. Aquí en la montaña me siento muy en casa. Salimos mucho de senderismo, vamos a las fiestas de los pueblos tanto las conocidas como las que no, conocemos a gente, pueblos perdidos, tradiciones, vamos al teatro. Nos dejamos guiar por la curiosidad y eso nos lleva a explorar.
Soy amante de las culturas tradicionales, especialmente me gusta la cultura celta –irlanda, Bretaña, sus leyendas, la música-, por eso aquí me encuentro tan bien. Me gustan los bailes, los trajes regionales, las xanas, el Nuberu, los trasgus, la mitología en general. Todo ello junto es para mí una fuente de inspiración.
-¿Qué materiales y técnicas utilizas?
-Pinto sobre lienzo con pigmentos minerales naturales, barro con los colores de la zona: ocres, naranjas, rojos, que compro a una empresa que me los sirve en botes de cristal y uso linaza o goma arábiga para mezclar las pinturas y no emplear ningún producto químico. A partir de ahí hago mi propia pintura, acuarela, óleo, gouache. Los colores acrílicos los veo muy vivos, un poco artificiales, en cambio estos son más naturales. Empleo materiales locales y de segunda mano. Intento reducir lo más que puedo mi impacto en el medio ambiente.
“Pinto sobre lienzo con pigmentos minerales naturales, barro con los colores de la zona que compro a una empresa que me los sirve en botes de cristal y uso linaza o goma arábiga para mezclar las pinturas y no emplear ningún producto químico”
-¿Cuál sería la paleta de color de Asturias?
-Verde, gris, no tengo azul en los pigmentos naturales. Blanco, amarillo, si se trata del amanecer o anochecer. Marrones, ocres y verdes, principalmente. Colores cálidos, suelo mezclar amarillo con todo.
-Dices que tu arte visual es una forma de reinventar el mundo. ¿Cómo describirías ese mundo que está en tu cabeza?
-Tengo un mundo interior muy rico y de ahí elijo, reinvento, imagino.
“Vivo al lado de una casa indiana preciosa que está en ruinas hace tiempo, a su alrededor ha crecido maleza, arbustos, ¡es imposible destruir la vida! Si sabes mirar, la encuentras”
-¿Contemplas un paisaje y ya ves lo que quieres transmitir?
-El proceso es más complicado porque cambias totalmente la visión de ese sitio y eso no te viene a primera vista. Has de aterrizar la idea a un lienzo y ver cómo queda. Que sea una buena composición, ahí es cuando surgen las complicaciones, tienes que jugar con la improvisación. En el fondo la idea es sacar lo mejor de todo. Desde el momento que te inspiras hasta que lo proyectas en un cuadro hay mucho recorrido.
-Hablas muy bien el castellano.
-Gracias. Llevo varios años en España y mi marido es local, eso ayuda mucho (risas).
-¿En qué cosas ha hecho cambiar el arte a tu vida?
-Me da la sensación de libertad. Pinto lo que quiero. A veces me hacen encargos, pero el resto del tiempo hago lo que me da la gana, sin condicionantes ni compromisos. En la vida, si te fijas, son todos compromisos: trabajo, pareja, el tiempo que va a hacer… Y luego me ha enseñado también a sacar el sentido positivo de la vida. Puedo pintar un mundo perfecto, mis propias utopías y expresarlo en imágenes. Siento que, pintando, dibujando, todo se puede cambiar.
“El arte me aporta sensación de libertad, pinto lo que quiero. También me ha enseñado a sacar el sentido positivo de la vida. Pintando todo se puede cambiar”
-¿Te puedes dedicar solo al arte o has de combinarlo con otros trabajos?
-Soy traductora y últimamente, supongo que, por el tema de la IA, tengo cada vez menos trabajo. Eso se traduce en más tiempo libre que utilizo para pintar. Estoy un poco dividida entre ambas cosas. Quizá esta segunda se convierta en el futuro en mi trabajo.
-Si tuvieras que elegir una palabra para definirte, ¿cuál sería?
-Cada persona es un mundo y no creo que se pudiera definir con una palabra. Como aún estoy aprendiendo el castellano voy a decirte una palabra que visualizo y me hace mucha gracia: mudanza, lo que haces cuando te cambias de casa. Danza es un sinónimo de baile y mu es el sonido que hacen las vacas. Yo lo veía como baile de vacas. Me gusta la idea de visualizar a vacas bailando.