La fuerza de estas Muyeres se pone de manifiesto en cuanto las veintisiete integrantes del grupo suben al escenario. Las voces y la música de percusión se apoderan entonces del espectador, mostrándole el importante papel de la mujer en la música tradicional asturiana.
Tienen como grupo nada menos que dos décadas de vida y este año han decidido festejarlo con el espectáculo ‘Muyeres en conciertu, 20 años sobre la escena asturiana’. Una actuación que resume cuatro discos dobles publicados, con más de 200 cantares y la participación de unas cien mujeres. María Luisa Miravalles es una de las integrantes de este colectivo, que estará el 28 de diciembre en la Casa de la Cultura de Mieres.
-Hace dos décadas que empezasteis esta aventura recogiendo y mostrando la riqueza de nuestro patrimonio etnográfico musical.
-Muyeres surgió en 1993 como fruto de una idea que Lisardo Lombardía propuso a los distintos grupos etnográficos que en aquel momento estaban fun cionando: un disco cantado sólo por mujeres. En aquel momento, de resurgir de la música tradicional asturiana, la imagen que imperaba era el gaitero, una figura masculina con un instrumento principal. Y lo que se pretendía era reinvindicar esas voces femeninas que recogían y transmitían la cultura tradicional y popular; además con un instrumento tocado por mujeres, la pandereta.
«Una de las cosas que más destaca es el número de mujeres que somos, al subir todas juntas al escenario se crea una fuerza grande, es como una seña de identidad»
-¿La mujer tiene un papel de protagonista y depositaria de la tradición musical asturiana?
-En la cultura tradicional la parte pública era representada por el hombre, mientras que la mujer tenía un papel limitado a un ámbito más cotidiano y familiar. Y precisamente queremos sacar a la mujer de ese ámbito cerrado. Ella también crea cultura, hace canciones y las transmite en muchos momentos de la vida.
-¿Qué es lo que más llama la atención de vuestro directo?
-Una de las cosas que más destaca es el número de mujeres que somos, al subir todas juntas al escenario se crea una fuerza grande, es como una seña de identidad. También lo es que la mayoría de los instrumentos están tocados por mujeres, que tenemos un muy buen nivel de voces solistas, y que en estos veinte años de recorrido hemos utilizado el traje tradicional, aunque es posible que en un futuro espectáculo no lo hagamos.
En estos veinte años Muyeres ha ido evolucionando, al principio hacíamos conciertos más didácticos, con presentaciones muy largas donde se iba explicando cada pieza y ahora -sin olvidar esa parte- tendemos a crear un espectáculo en sí mismo. Se trata de disfrutar de la música y que puedas ir a ver un concierto del grupo Muyeres igual que vas a uno de música rock, simplemente porque te gusta la música.
-La base fundamental de vuestra formación ha sido la percusión y las voces, aunque posteriormente habéis incorporado otros instrumentos como la gaita, el violín, la zanfona o el acordeón de botones. ¿A qué se debe esta línea de trabajo?
-Estos instrumentos existieron siempre en la tradición asturiana. Al principio los buscábamos en colaboraciones externas, pero con el paso del tiempo hemos visto que las mujeres también tocan esos instrumentos, así que ahora intentamos integrarlas dentro de la asociación. Una de nuestras socias toca la gaita, otra el acordeón, estamos empezando con el clarinete, y todo eso intentamos llevarlo también a la escena.
-¿Tenéis algún proyecto discográfico inmediato?
-Inmediato no, pero estamos construyendo el nuevo espectáculo que va a estar pro ducido por Fernando Ornosa, el creador del archivo de música tradicional del Muséu del Pueblu d’Asturies. Se trata de piezas sacadas principalmente del trabajo etnográfico de Alan Lomax, un investigador norteamericano que en los años 50 viajó por Asturias.
-Este año habéis hecho varias colaboraciones, una de ellas con la arpista bretona Morgane Le Cuff. ¿Qué os aporta trabajar con otra gente?
-Que una persona tan joven como Morgane Le Cuff pueda estar interesada por lo que hacemos es muy motivante para nosotras, y además nos permitió ver que las tradiciones no tienen por qué estar limitadas a un espacio geográfico. La sensación que tenemos al trabajar con otras personas es muy buena porque rompes fronteras, significa que ya no estamos limitadas a la tradición, a tener que divertirnos sólo con el traje tradicional.