La afición a la pesca está muy extendida en el concejo de Coaña. Buena prueba de ello es que el «Campanu de Asturias 2017» fue capturado por un vecino de Trelles, Alejandro Pérez.
‘Jano’, como lo conocen coloquialmente sus amigos, sacó el campanu en el Pozo Los Cables, del coto Louredal del río Eo. El ejemplar de 5,790 kilos y 79 centímetros le hizo merecedor de un reconocimiento que a todo pescador asturiano le gustaría tener en su currículo. «Es una satisfacción enorme, debe ser como para un futbolista ganar la Liga o la Champions -asegura Jano-. Se podía empezar a pescar a las 7:15 y yo empecé a las 7:30. Lo pesqué a las 7:40. Justo estaban allí los del Seprona y me decían: ‘¿qué haces que no estás pescando ya?’ Yo les decía: ‘aquí todavía es de noche, ¿voy a ponerme a pescar para espantarlos y que después no piquen?’ Tardé unos cinco o siete minutos en sacarlo, había que apurarlo para ver si era el primero». Y lo fue. El pescador ya sabía lo que era conseguir una preciada pesca, pues en varias ocasiones consiguió sacar los «campanus» de los ríos Porcía y Navia.
Durante esa misma jornada en el coto Louredal, su sobrino, Miguel García, al que ha contagiado su afición por la pesca, sacó un salmón de 7,2 kilos.
Cuando Alejandro era pequeño su mayor diversión era escaparse al río a pescar truchinas con una vara, un nilón y un anzuelo. Aquel niño que vadeaba el río Navia creció pegado a su caña de pescar hasta que con diez años comenzaron a decirle que, como lo pillaran los guardias, lo iban a multar. Con ese miedo en el cuerpo, le pidió a su padre que le sacara la licencia para trucha y su padre accedió, pero le sacó la de salmón. «Imagínate, no era lo que yo quería pero era lo que había, así que es a lo que fui -comenta Alejandro-. Tenía un tío que era aficionado a la pesca, así que fuimos a un cañaveral que había en el pueblo y cortamos una caña, estaba verde pero como empezaba la temporada y yo quería pescar la domó y la secó al fuego. Me compraron un carrete Segarra de aquellos grandes que había para salmón y así empecé». Cumplió los once y con la licencia recién estrenada pescó su primer salmón: nueve kilos y medio de recompensa que lo engancharon a la pesca hasta hoy. «Hace ahora cincuenta y tres años de ese momento pero fue lo más importante para mí, más que haber pescado el campano el año pasado. Verte con ese salmón a esos años… Fíjate que casi no podía con él para subirlo hasta casa pero no había quien me lo quitara. Eso no se me va a olvidar nunca».
Alejandro asegura que para ser un buen pescador hay que tener mucha afición e ir aprendiendo de todos, hasta del que menos lo esperas. Puedes tener suerte, como dice que la tuvo cuando cogió su primer salmón, pero la clave está en aprender y como él mismo dice «es un mundo en el que no vale con una o dos lecciones».