Falta poco para que acabe agosto, el mes por excelencia cuando los pueblos en decadencia parecen despertar de la falta de dinamismo socioeconómico que los caracteriza. Parientes, amistades y los exiliados rurales visitan sus pueblos y sus aldeas con múltiples objetivos: todos loables a la vez que necesarios. En tiempos de decadencia colectiva el romanticismo y los trampantojos afloran como panacea comunitaria que al poco tiempo se derrumban, como castillos de arena de playa.
Sin duda la Asturias rural puede llegar a conformarse como un lugar propicio para que todas las personas tengan un proyecto de vida. La dignidad se debe garantizar mediante políticas públicas de calado, que van más allá de anuncios electoralistas de uno y otro lado. Las leyes, las normas y las estrategias en materia de “reto demográfico” ocupan solamente espacio en los despachos de los regidores municipales, así como en las oficinas de los grupos de acción local. La realidad, queramos verla o no, es muy diferente a la plasmada en esos sendos documentos, plagados de las ideas más ocurrentes para los técnicos de la Administración. Pasar de las ideas a la pura realidad exige procesos de transformación social que muy pocos agentes sociales están dispuestos a dar.
El turismo no es un gran invento, nunca lo ha sido ni nunca lo será. La invasión del espacio natural común con molinos de viento o minas de oro no constituye el presente ni el futuro para la Asturias rural. El excesivo control de la actividad económica rural por parte de las Administraciones solo sirve para acabar de cansar a los paisanos y paisanas que día tras día cuidan y mantienen la base de la sociedad rurbana y supuestamente moderna. ¿Que el olor de cuito molesta a los turistas? No pasa nada, lo primero es el turismo. El mundo rural y su paisanaje tiene un aguante increíble.
El mes de agosto no deja de ser interesante. Nuevas personas llegan a los pueblos y parece que la vidilla social se incrementa, en un proceso paralelo de falsas realidades que distan de la experiencia de los protagonistas.
La verdadera promoción del “pueblo” empieza por una mejora socioeconómica de la calidad de vida de sus paisanos y paisanas. Que nadie se lleve a engaño: esa realidad sólo tendrá lugar si la base social se autoorganiza. Paralelamente podremos hablar de empoderamiento cultural, político y comunitario, pero sin expectativas laborales de presente-futuro mal vamos. Difícilmente se podrá presionar a los partidos hegemónicos, dependientes del capital, si no nos unimos y decimos basta. La decadencia de nuestros pueblos y aldeas no se puede tapar de ningún modo con bandadas de peregrinos o con falsas promesas de macroempresas que aseguran retornar a la comunidad “los servicios prestados”. ¿Cuándo abandonaremos el hastío social individual y pasaremos a la acción?
El mes de agosto, incluso cuando analicemos críticamente el trasfondo social de la Asturias rural, no deja de ser interesante. Nuevas personas llegan y parece que la vidilla social se incrementa, en un proceso paralelo de falsas realidades que distan de la experiencia de los protagonistas. Cotilleos que se ven ampliados por la presencia de perfiles falsos en aplicaciones digitales para conocer a otras personas, segundos nombres o dobles/triples personalidades que generan un caldo de cultivo digno de estudio. En pleno 2022 seguimos conservando tintes sociales de otros tiempos, repletos de elementos de control comunitario. Cuando una persona descubre que hay chocolate de diversos tipos ya no se queda solamente con el chocolate de La Cibeles de casa ya que en el supermercado más cercano existe una gama más amplia y diversa.
El día 27 de este mes una empresa organiza en colaboración con el Ayuntamiento de Allande lo que podríamos definir como el primer “orgullo agrogay del suroccidente”. ¿Qué hace una empresa capitalista y global empoderando la identidad rural y la identidad LGTBIQ+ en un concejo como Allande?
El capitalismo omnipresente ha ocupado un lugar especial en el nacimiento de amores de verano temporales, bonitos pero temporales. ¡Quién le iba a decir a nuestros abuelos y abuelas que una persona podría cortejar a otra desde la cocina de su casa! El romanticismo inculcado desde los poderes políticos se deja ver: ¡Qué bonita es Asturias! ¡Qué bien se come! ¡Qué majos sois! Todo bonito hasta que ese telón se cae y se identifican las carencias en oportunidades, comunicaciones, empoderamiento social… A los quince días o un mes estos pobladores constituyen estadísticas a guardar en las memorias de las Oficinas de Turismo y en los corazones de aquellos/as que por un error se han pillado (y saben que difícilmente podrán mantener la relación). Al final, el amor y las relaciones humanas se han convertido en otro objeto de consumo, desechable y sustituible.
El día 27 de este mes una empresa (capitalista) organiza en colaboración con el Ayuntamiento de Allande lo que podríamos definir como el primer “orgullo agrogay del suroccidente”. Este evento no puede ser considerado como un festival o folixa más, se convertirá en un punto de no retorno. Por una parte, se iniciará un tiempo de “reflexión” en el atomizado colectivo LGTBIQ+ rural de Asturias replanteándose estrategias que se deberán impulsar para lograr mayor empoderamiento. Por otra parte, la comunidad LGTBIQ+ (visible o invisible) realizará un duro examen a la acción política de nuestros representantes a nivel local, regional y nacional. ¿Qué se ha hecho por todas las personas no heteronormativas y marginadas de la esfera social? Y la pregunta más difícil de resolver, ¿qué hace una empresa capitalista y global empoderando la identidad rural y la identidad LGTBIQ+ en un concejo como Allande? Para muestra un botón: el diario gaypitalista Shangay.com ha difundido este evento que (según reza su publicación del 19 de agosto) inicia su ruta en el Orgullo (oficial) de Madrid. En dicho cartel por reflejar no se incorpora ni el logo del Ayuntamiento ¿colaborador? Si es que al final tendremos que estar agradecidas que nos vengan a hacer un ruralsplaining de nuestras problemáticas…
Allande representa un reflejo de la sociedad rural, que incluso queriendo vivir en la modernidad, conserva los fueros de las familias ricas y poderosas con la vida humilde de las clases llanas. Ser una persona del colectivo LGTBIQ+ en Allande no es fácil, al igual que puede pasar en el vecino concejo de Tineo o Cangas. Mucha juventud del suroccidente se ha ido de su tierra por cuestiones laborales y familiares. Otra parte, víctima del sexilio que se puede explicar así: al sufrir violencia psíquica o psicológica, tanto individual como social, la gente se marcha de su tierra para, quizás, no volver más. Los guetos gaypitalistas de Oviedo, Gijón, Madrid y Barcelona -por citar algunos- se convierten en los lugares de libertad de las exiliadas. ¿No se van todas a Maspalomas o Chueca? Pues si Mahoma no va a la montaña, que la montaña vaya a Mahoma.
Si acuden a este evento analicen el uso político y mercantil de las diversas banderas, de la presencia de marcas electorales y empresariales, así como la ocupación de los espacios de honor y de la ‘plebe’.
El debate sociopolítico en cuestión es: si el colectivo LGTBIQ+ rural asturiano queremos realmente lograr el reconocimiento social que nos merecemos, ¿quiénes son nuestros compañeros/as de “viaje”? ¿Las empresas que dependen del capital globalizado? ¿Los partidos políticos que disponen de secciones arcoíris pero que realmente no transforman la realidad? ¿Las formaciones sindicales que solamente mudan su logo el día 28 de junio? ¿La Iglesia que recuerda que los homosexuales no entrarán en el Reino de los Cielos? La única solución pasa por la verdadera unión por parte de las personas que conforman el colectivo: sensibilización, formación intelectual y acción social. Asumiendo la atomización de la sociedad rural se requiere que las personas despierten y espabilen, que muevan sus contactos cercanos y que favorezcan una reflexión comunitaria: es cuestión de dignidad y calidad democrática.
Si esto no sucede así, el gaypitalismo habrá invadido el suroccidente de Asturias dejando abierta la puerta a oportunistas que quieran hacer negocio de las necesidades del colectivo LGTBIQ+. Sin duda alguna la Pola y el parque del Toral se llenarán este sábado de personalidades políticas y empresariales con mensajes convincentes repletos de humo, que serán retransmitidos por medios tradicionales y digitales. Si algunos de ustedes acuden a este evento analicen el uso político y mercantil de las diversas banderas, de la presencia de marcas electorales y empresariales, así como la ocupación de los espacios de honor y de la “plebe”. Porque el mundo capitalista es así, donde hay un nicho desocupado, espacio que se invade. Ocupemos la plaza pública, sin miedos, con orgullo, luchando por los que nos precedieron y los que vendrán.
Tal como afirmaría Buenaventura Durruti “organizaos de tal manera que no haya jefes ni parásitos entre vosotros. Si no realizáis eso, es inútil que continuemos hacia delante. Tenemos que crear un mundo nuevo, diferente al que estamos destruyendo”. Ni amo, ni Dios, ni marido ni partido.