Cerraron el 2016 con un lleno en el teatro de La Laboral y comienzan el 2017 con la promoción de su quinto disco: Surf en la bañera. Por el camino han quedado conciertos inolvidables, peques coreando sus canciones y padres disfrutando de su música como si se hubiesen metido en la máquina del tiempo y volvieran a su más tierna infancia.
Van camino de cumplir los 17 años, pero las ilusiones se mantienen intactas. Es lo que tiene vivir en un universo infantil en el que las emociones, el humor, los sentimientos y la capacidad de sorprender son los ingredientes de las creaciones y los proyectos. Petit Pop está formado por Pedro, Cova, Lara y Mar, cuatro niñ@s grandes que hacen música para un público variopinto que va desde los 0 hasta los 99 años.
Esta vez es Pedro Vigil quien nos cuenta los nuevos proyectos y nos adentra en el mundo Petit Pop.
-Acabáis de editar vuestro quinto disco: Surf en la bañera. ¿De dónde surge el título?
-Es una de las canciones del disco y, gráficamente, tenía bastante juego a nivel visual. Tanto el diseñador como nosotros decidimos que podía tener más posibilidades a la hora de darle una imagen al trabajo. Otras canciones son más representativas a la hora del contenido, pero visualmente tienen una complejidad mayor y por eso no las valoramos.
-¿Componéis vuestra música desde el pensamiento de un adulto o desde el de un niño?
-Somos cuatro mentes distintas con visiones muy particulares a la hora de componer, pero lo que nos une es el sentido del humor. Creo que conectamos muy bien con nuestro público por esa vena humorística que tenemos. Los niños están muy integrados en nuestra vida y para nosotros es fácil empatizar porque todos los días tienes que ponerte a jugar con ellos, hacer actividades… Muchas de las canciones vienen sugeridas o iniciadas por situaciones que ellos generan.
«Conectamos muy bien con nuestro público por esa vena humorística que tenemos. Los niños están en nuestra vida»
-¿Se puede entender vuestra música como un elemento didáctico?
-Sí, nuestras canciones funcionan muy bien y se están utilizando en muchos colegios, incluso hay pedagogos que nos están pidiendo material para aplicación directa en sus clases. Después de los conciertos hay padres que nos dan la enhorabuena, no solo por la música, sino por ser una alternativa de ocio infantil. Somos un grupo familiar y puedes ir a un concierto nuestro y disfrutarlo más que tu hijo. También es cierto que el grupo no tendría sentido sin los hijos, nace a la vez que nacen los niños y cada vez tienen más peso en las canciones. A veces nos hacen los coros en los directos e incluso las letras y temáticas de los temas vienen sugeridas por ellos… etc.
-Además de editar este último disco, este año habéis creado la escuela de música Sonidópolis. ¿Con qué objetivo?
-Muchas veces ves grupos de niños de otros países que tienen un nivel musical elevadísimo, ¿por qué eso no lo tenemos aquí? Creo que es porque falta una cantera donde los grupos estén tocando juntos desde pequeños. Desde Sonidópolis queremos fomentar la creatividad de los críos, de forma que desde muy pequeños se acostumbren a tocar varios instrumentos y sin perder de vista un componente didáctico fundamental. Todo está creado de manera que les resulte atractivo ir a clase de música.
-¿Cómo percibís el panorama musical en Asturias?
-En Asturias siempre hubo mucha creatividad. Hay muchos grupos intentando salir adelante y también mucha gente de nuestra generación que sigue haciendo cosas pero, si nos centramos en los grupos que están empezando, el problema fundamental es la red a la que pueden acceder. Todo el sistema de funcionamiento que nosotros conocíamos ha cambiado. Antes tenías cierto apoyo, sobre todo por parte de alguna empresa privada en forma de sello discográfico o agencia de contratación, que apostaba por los grupos. Ahora no hay nadie que se moje y, si un grupo quiere hacer algo, se lo tiene que hacer él. También es verdad que, a base de trabajo y de conocer las herramientas adecuadas, tienes acceso a una distribución global. A través de Internet, todo ha cambiado para bien y para mal, las herramientas se multiplican pero la dificultad también. Tu competencia es a nivel global y, dentro de una globalidad extrema, tienes que intentar buscarte tu hueco.