Soy Patri Saco. Nací en El Entrego, un pueblín de la cuenca del Nalón, hace 35 años.
No recuerdo un solo día de mi infancia en que no pintase algo. Aún conservo carpetas rebosantes de dibujos que mi madre guardó primorosamente.
Para Reyes se estilaban los paquetes de folios de 500 y las cajas de lápices.
Dibujaba, sí, pero en realidad no me había planteado estudiar nada relacionado con el arte. Como muchas, yo quería ser veterinaria. Mis amigos eran las enciclopedias del mundo animal que tenía mi padre en el altillo del salón y los álbumes ilustrados que me regalaba mi tía Conchi.
Fue un profesor de Plástica del instituto quién abrió la caja de Pandora y dejó caer a mis nada convencidos padres que quizá esa podría ser una posibilidad.
Así que, finalmente dejé el pueblín atrás para estudiar Ilustración en la Escuela de Arte de Oviedo, donde creo que por primera vez pude conectar realmente con personas que tenían mis mismas afinidades y, sobre todo, la misma pulsión por crear.
Porque no se queda todo en el dibujo o la ilustración, la mente creativa es insaciable y se extiende a todo lo que se preste, aunque en ocasiones sea una vorágine difícil de ordenar. Yo lo que digo para no encasillarme es que «me gusta meterme en telares».
No sé si debería usar la definición «ilustradora»… como las malas madres, también hay malas ilustradoras: Indisciplinadas, desordenadas, impacientes e inconstantes. Esa soy yo.
Desarrollo mis proyectos o encargos al salir del trabajo (no artístico), habitualmente restándome horas de ocio o sueño, porque sigo necesitando plasmar todo lo que me pasa por la cabeza. Me encanta probar cosas nuevas, tanto en formato, como técnica, estilo o soporte. Así que hago ilustraciones en papel, sobre lienzo, sobre cazadoras, y diseño desde embarcaciones para el Descenso Folklórico del Nalón al arte oval de Güevos Pintos.
Aunque se podría decir que el estilo en el que estoy más cómoda es la ilustración infantil, sobre todo en acuarela tradicional. Me gusta que haya personajes con cierto toque cómico o satírico y naturaleza, mucha naturaleza.
No hay nada más relajante para mí que ponerme bajo el flexo con mis pinceles y un té, a echar capas aguadas.
El mundo digital viene atropellando, pero por placer sigo siendo de la resistencia.
