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viernes 19, abril 2024

Motoclub El Escape. Espíritu libre

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Con la llegada de las Fiestas de San Miguel, arranca motores el Motoclub El Escape para organizar la XXIV edición de la Concentración de Motos del Occidente. Paralelamente su presidente y fundador, Javier Nava, acaba de volver del viaje “De Navia a Turquía”, cuyas imágenes podrán verse estas fechas en La Caridad en forma de exposición.

-¿Qué novedades tendrá este año la Concentración de Motos?
-Este año es un poco más tarde, 26 y 27, para potenciar las Fiestas de San Miguel. Como éste no es un pueblo donde haya discotecas ni pubs, lo que hacemos es dar un trato muy personal a la gente, darles bien de comer, etc. Este año el lugar de acampada será en Valdepares, y empezamos el viernes subiendo a la ermita de La Braña. Allí la AA.VV. el año pasado se portó “bestial”, ofreciendo una espicha a lo grande, generosa, como son en los pueblos. Después cena en La Caridad, y luego dos orquestas continuamente tocando y una barra donde se servirán bebidas con un espectáculo de camareras. Queremos traer a alguien famoso para darle un poco de color a esto. El domingo daremos un paseo turístico, posiblemente a Castropol y tomaremos los pinchos en el campo de golf de A Roda. Estoy hablando con el cura José María “Motorín”, porque me gustaría el sábado hacer una misa en honor a un gran amigo que acaba de fallecer en un accidente, David Fernández. Cantará el Coro de Puerto de Vega -del que era miembro- y pondremos una placa en un acto muy sencillo, como él era.
-Acabas de volver de un viaje a Turquía junto a Jorge Carbajales y tu hija Iraide…
-Sí, es el segundo año que Iraide me acompaña. El año pasado fuimos a Cabo Norte (Noruega), el punto más septentrional de Europa, que es la Meca para los motoristas. La sensación que nos quedó a Iraide y a mí fue espectacular porque ella es una ecologista nata y yo también soy feliz en la naturaleza. En Noruega puedes recorrer 4.000 Km entre bosques, ríos y lagos.

“A Turquía íbamos con un poco de recelo por lo que escuchas aquí, pero comprobamos que todo lo que nos dicen es mentira ”

-¿Cómo fue el viaje a Turquía?
-Muy bien. El equipo entre los tres fue muy compenetrado: Jorge, que es una persona muy paciente y organizada, se encargó de la ruta, localizar los sitios donde dormir y de montar las tiendas; yo cocinaba e Iraide recogía los cacharros. Fuimos por Francia e Italia de camping, a partir de ahí todo era más barato y paramos en bungalows. Seguimos por Grecia bordeando la costa, Estambul, Ankara, la Capadocia, donde nos quedamos dos días y estuvimos en un hotel cuyas habitaciones estaban excavadas en la roca. De ahí nos recomendaron un recorrido maravilloso por la Turquía más rural, que fue espectacular. Y ya volvimos a Estambul dos días, pasamos a Bulgaria donde vimos a una compañera de Iraide, estuvimos en Sofía, Bosnia, Serbia, Eslovenia, Montenegro y toda la costa de Croacia. Recorrimos doce países, cinco mares y cerca de 13.000 Km en treinta y dos días.
-¿Cómo encontraste los países Bálticos?
-No tuvimos ni un sólo problema, aunque vi en la gente un poco de tristeza. Se nota más en villas y ciudades que en los pueblos; intentan resurgir de una gran tragedia. Ibas en moto y veías en un prado un cementerio con 200 tumbas. Pero la gente es maravillosa, el trato buenísimo, y el entorno está muy cuidado, todo verde y sin contaminar.
-¿Qué reflexión te traes del viaje?
-A Turquía íbamos con un poco de recelo por lo que escuchas aquí, pero comprobamos que todo lo que nos dicen de los moros es una mentira absoluta. Estambul es una ciudad de 14 millones de habitantes en la que puedes pasear de día o de noche, que nadie te roba. Cualquier pregunta siempre tiene una sonrisa. En el Gran Bazar de las especias estás divinamente. Si quieres comprar algo, lo primero que hacen es ponerte un té, te sacan mil cosas, no te agobian y si no compras nada siguen con la sonrisa y tan amigos. La prueba fue un detalle de algo que nos pasó en la Capadocia. Nos cogió una fuerte tromba de agua, paramos en una gasolinera y a los tres minutos nos llama el encargado. Nos tenía sillas, una mesa, preparó te y sacó pastas para todos, puso a secar los pantalones de Jorge en los radiadores, y al marchar intentó regalarle a Iraide una manta para que se tapase. Estás viendo en sus ojos que es de corazón y de preocupación, no como aquí que se hacen las cosas para quedar bien. Vivimos según lo que nos cuentan la televisión, los periódicos y personas que nunca han estado en esos países. Somos muy influenciables para todo, y en función de ello tratamos después nosotros a la gente. Por eso yo recomiendo viajar.

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