Coaña. Historia escrita en piedra y agua

Coaña vive con especial normalidad una dualidad que para muchos es el ingrediente principal de su encanto. El territorio combina la riqueza de una tierra escogida como lugar de asentamiento por los antiguos moradores norteños con la belleza de una abrupta línea de costa.

En el Occidente de Asturias el Cantábrico dibuja un litoral esculpido a base de farallones, imponentes acantilados, playas y rasas de verde tonalidad que albergan población, bien de forma dispersa, bien en pequeños o medianos núcleos. Y la costa coañesa es un ejemplo. La desembocadura del río Navia marca el límite que la separa de la vecina Navia, mientras que la de Armazá es la última playa en territorio coañés y está próxima al concejo de El Franco. Entremedias se encuentran playas tranquilas como la de Torbas y La Figueira, alguna más concurrida como el arenal de Arnelles o la apenas frecuentada playa de Foxos.
El concejo de 65 kilómetros cuadrados se adentra hacia el interior con un paisaje que combina valles, montañas de mediana altura, arroyos y grandes caudales, algunos como el Navia propician hermosos meandros de gran valor paisajístico.
Pero si algo sitúa a este concejo asturiano en todos los mapas es el Castro de Coaña, también conocido como El Castelón y considerado el más popular de todos los asentamientos de la cultura castreña descubiertos en el noroeste peninsular hasta la fecha. Cuenta desde 1.993 con un aula didáctica que explica la evolución de esta cultura desde su origen hasta el contacto con el mundo romano y la explotación del oro. La presencia en el poblado de una fuerte estructura defensiva, así como de numerosas cabañas, una acrópolis, casas grandes, saunas, etc. indican que éste fue un centro de gran importancia durante la edad del hierro perteneciente a la tribu asturgalaica de los Albiones.
Declarado Monumento Histórico Artístico está ubicado sobre una pequeña colina en la parroquia de Villacondide, y además de tener acceso rodado ofrece visitas guiadas que permiten una interesante interpretación del entorno. A poca distancia del castro se halla otro legado de piedra de origen desconocido: una estela discoidea, cuyo disco tiene un metro de diámetro. La piedra monolítica, que se halla señalizada en la carretera AS-12 dirección a Boal, podría estar relacionada con cultos funerarios o solares. Actualmente se le conoce como la Piedra de Nuestra Señora.
Del pasado castreño también es buena muestra el Castro de Mohías cuyas viviendas son de forma cuadrangular y de mayores dimensiones que las encontradas en el Castro de Coaña. Este poblado, de acceso libre y gratuito, ubicado a tan solo 600 metros del hospital comarcal de Jarrio, está muy próximo al Palacio de Santa Cruz de la familia Cienfuegos-Jovellanos y del Cabo de San Agustín. Este último, una atalaya que merece la pena visitar por las excepcionales vistas al mar y hacia la ría de Navia. En este punto, la ermita de San Agustín y los dos faros, el primigenio y el actual, ofrecen un paraje que no deja a nadie indiferente y que se completa con una visita al núcleo urbano y al puerto de una de las localidades con más encanto del concejo, la aldea marinera de Ortiguera.

Retazos de historia En el concejo todavía es posible apreciar vestigios industriales de la etapa de construcción del embalse de Grandas de Salime. Desde el año 1949 hasta 1954 los materiales necesarios para la obra se transportaban a través de un teleférico que comunicaba la localidad de El Espín con Grandas de Salime. En la imagen, se aprecian los restos de dicha estructura.