La recuperación del patrimonio industrial asturiano ha dado un paso más gracias al Ecomuseo Minero Valle de Samuño (Langreo), donde se ha habilitado un pozo minero para visitas turísticas. El mayor reclamo es el viaje en tren al interior de una mina, proporcionando al visitante la experiencia real de estar bajo tierra.
Oscuridad. Humedad. Ruidos de golpes y maquinaria. El tren minero sale de la estación de El Cadaviu, cerca de Ciaño, y recorre un frondoso paisaje en el que se van descubriendo los restos de la explotación minera en el valle: una escombrera, un túnel cercano a la bocamina, un bosque en proceso de recuperación… Sin embargo, cuando se entra en el socavón Emilia se acaban la luz y las bromas. El viajero se sobrecoge al saber que recorre una auténtica vía ferroviaria de finales del siglo XIX, utilizada para el transporte de carbón, que termina a 32 metros bajo la superficie. En el trayecto, de unos dos kilómetros, una grabación va dirigiendo la atención a determinados puntos: a la izquierda, una pieza de maquinaria encontrada durante los trabajos de restauración, a la derecha, una veta de carbón; continuamente, restos de humedad, filtraciones del río Samuño, cuyo cauce se atraviesa por el subsuelo en dos ocasiones.
El viajero se sobrecoge al saber que recorre una auténtica vía ferroviaria utilizada para el transporte de carbón, que termina a 32 metros bajo la superficie.
La llegada permite estirar las piernas y esperar el ascensor que lleva al exterior, utilizando la caña de la jaula minera original, la que bajaba y subía a trabajadores y material del interior de la tierra. Una vez arriba, espera una agradable sorpresa: el pozo minero San Luis, declarado Bien de Interés Cultural, es -nunca mejor dicho- una mina de patrimonio industrial recuperado. Destaca su impresionante sala de máquinas, con enormes piezas originales; la lampistería, las diferentes locomotoras, y sobre todo el entorno. La visita guiada es amena y relajada y, si hay suerte, puede uno coincidir con algún minero retirado que acompañe el paseo con batallitas y anécdotas en primera persona. No sería tan extraño, ya que el interés que ha despertado este Ecomuseo es mucho: se trata de la primera mina auténtica abierta al público en Asturias, y el número de visitas, unas trece mil en los primeros tres meses, ha desbordado todas las expectativas. El verano y la novedad pueden tener mucho que ver con este éxito, aunque durante la temporada baja se buscará mantener y consolidar este equipamiento, que a partir de septiembre abre de viernes a domingo.
El Ecomuseo es un proyecto del Ayuntamiento de Langreo, que ha ido adaptándose a los diferentes vaivenes económicos para dar forma a un planteamiento de museo «real» e integrado en el entorno. La inversión municipal se ha complementado con los Fondos Mineros: más de seis millones y medio de euros que ya están repercutiendo en la economía de la zona, atrayendo turismo y generando movimiento en los negocios locales.
Además, desde el Ayuntamiento explican que el proyecto no está terminado, ni mucho menos: se está trabajando en la rehabilitación de nuevos espacios del Pozo San Luis que próximamente abrirán al público, como la casa de aseos, el botiquín, la fragua… También se plantea buscar formas de integrar en el recorrido al vecino pueblo de La Nueva, nacido en los años veinte a partir de la concesión minera, que guarda elementos casi intactos de la explotación original, casi todos de propiedad privada. Y hay más posibilidades: una ruta por el interior de la mina a pie, abrir más tramos de vía en el pozo…
Una vez visitado el Pozo San Luis, la vuelta implica subir de nuevo en el tren minero, deshaciendo el camino hasta la estación de El Cadaviu. Si hay plazas, es posible ajustar el horario del viaje, ganando unas horas para visitar los alrededores, hacer senderismo por la cercana ruta de Los Molinos y conocer el Paisaje Protegido de las Cuencas Mineras, que parece una fuente inagotable de experiencias.