Los asturianos tienen fama de llambiones, y por todo el Principado hay una gran tradición de maestros confiteros y chocolateros. En Ribadesella los turistas alucinan con los escaparates, y pocos se resisten a probar algún dulce clásico o creativo.
Aunque de reciente creación, uno de los dulces más clásicos para llevarse en la maleta son las Letizias, galletas creadas por Ángel Ampudia como homenaje a la hoy Reina de España y su íntima relación con Ribadesella. «Las Letizias fueron un gran acierto, se venden muy bien. ¡Y eso que al principio hubo quien se rió de mí! Pues hoy nos han salido imitadores». Ampudia ejemplifica bien el concepto de negocio tradicional, ya que sus padres abrieron la primera pastelería en 1937. Hoy sus hijas, tercera generación ya, continúan con las tres confiterías familiares y han reciclado su fama con los chocolates en una tienda de diseño que también vende online: Chocolosophy. «Esto es una gran ayuda, porque las ventas en Ribadesella son bastante estacionales. Trabajamos mucho en la temporada turística, pero por ejemplo nosotros cerramos dos de nuestras tres tiendas entre octubre y Semana Santa».
También se pueden comprar por internet Las Galletas de la Abuela, que presumen de ser 100% artesanas. «Lo más importante para nosotros es la calidad, una buena materia prima y nada de conservantes ni químicos. La receta de las galletas era de mi bisabuela y nosotros seguimos haciéndolas como antiguamente», explica Iván Blanco. Gracias a este toque tradicional, su trabajo aparece en la lista de las diez mejores galletas del mundo, según medios como el ABC o la revista QUO. Y no sólo galletas: «Hacemos unas tartas muy ricas, que quizá no son tan bonitas como las que se ven ahora en los escaparates, pero lo importante para nosotros es el sabor. Son tartas como las de antes, y el que las prueba, repite». Esta cocina «de la abuela» reivindica la vuelta a las recetas tradicionales, que cuidan los ingredientes y la elaboración. «A mí me da mucha pena cuando veo que se usan preparados y congelados, eso se nota en el sabor».
La estética, en cambio, es muy importante en Capin Cake, donde los productos entran por los ojos en su local en el centro de Ribadesella: tarta por raciones o por encargo, brownies, cupcakes… todo preparado por Silvia Capín. «La nuestra no es una confitería tradicional, que ya las hay muy buenas en el pueblo, sino que nos hemos especializado en repostería anglosajona y francesa». Al principio a la gente le resultaba extraño pedir una ración de tarta, en vez de un pastel al uso, pero ahora es lo más normal, sobre todo de los dos productos estrella: la red velvet y la tarta de zanahoria. «Y eso que cambiamos la vitrina todos los días, pero hay productos que tienen que estar ahí siempre. También tenemos un brownie de nuez que triunfa especialmente entre el público extranjero». La estacionalidad, en su caso, se combate con encargos, que se disparan especialmente para bodas y ocasiones especiales.
Sin entrar en una especialización tan clara, por toda Ribadesella hay pequeñas y grandes confiterías que ofrecen los pasteles más típicos. Es el caso de La Espiga de Oro, donde Juan Carlos Gonzalo cuenta que sus productos estrella son los de toda la vida: milhojas y tartas de manzana. «Al menos en mi caso, los pasteles de siempre se venden durante todo el año. Claro que hay días específicos, como los domingos, en los que aumentan las ventas porque es cuando la gente come en familia». De los más tradicionales hasta los que buscan innovación, en Ribadesella hay opciones para todo tipo de golosos.