La temporada alta para el turismo comenzó el mes pasado, en una Semana Santa tardía que nos tuvo a todos con el corazón en vilo: que si llueve, que si no llueve, con todo lo que eso supone para las cancelaciones de última hora.
Al final la lluvia nos respetó bastante -no así a otras regiones menos afortunadas- y el que decidió venir a Asturias a pasar unos días pudo volver contando que acertó con el lugar.
En cualquier caso, el eterno debate del tiempo es redundante en Asturias, donde los de casa estamos acostumbrados a convivir con predicciones contradictorias y cambios de última hora. El visitante con experiencia sabe que en el peor de los casos tendrá que moverse con paraguas, una molestia más que asumible a cambio de poder optar a disfrutar de las diversas propuestas de turismo cultural repartidas por el Principado. El que viene por primera vez, sin embargo, probablemente se sorprenda al descubrir que no es tan malo el tiempo como lo pintan y que aquí también sale el sol, más de lo que se dice.
Entre unos y otros, esta Semana Santa la ocupación hotelera subió un diez por ciento con respecto al año pasado. Al fin buenas noticias para la hostelería, que viene notando la crisis de forma muy acusada. Si hacemos caso a los que saben, hay varios motivos para eso: la crisis en España, que potencia el turismo interior; la recuperación de la economía en otros países de la UE, que nos trae turistas de lugares como Alemania o los países nórdicos; y las revueltas en el norte de África, que desaconsejan de momento destinos tradicionales como Túnez o Egipto.
Viendo las cifras de estos días, cabe pensar que la temporada veraniega trae buenas perspectivas. Y ahí es donde la hostelería asturiana tiene que dar el do de pecho, y mostrar una profesionalización que se ha estado potenciando de forma muy evidente en los últimos años. Debe notarse el esfuerzo por ofrecer buenos servicios a buenos precios, por acercarse a la excelencia en forma de marcas de calidad, por contar con un turismo natural y bien cuidado pero también cultural y moderno. Por eso hay que aprovechar la temporada más fuerte, pero también ser conscientes de todo el trabajo que se ha hecho para desestacionalizar el turismo, invirtiendo en una oferta interesante durante todo el año que no depende de que brille el sol. Nuestro mérito ha sido no compararnos con otros destinos y hacer de la necesidad virtud. De modo que no vendemos buen tiempo, aunque si viene se sabe agradecer. Asturias gusta por sí misma, y si el visitante encuentra orbayu sabe que debe entenderlo como parte de lo que somos, responsable además de que nuestros prados tengan ese verde único y espectacular.
Y así, a las diferentes campañas publicitarias que buscan dar a conocer Asturias en el exterior, se suma el boca a boca, porque el mejor embajador es el que ya ha estado aquí y conoce de primera mano los paisajes, la gastronomía, la proverbial hospitalidad… todos los tópicos, que aquí resultan ser una realidad por la que se ha trabajado de forma sistemática. Aprovechando las circunstancias favorables, es el momento de ver los frutos de todo ese esfuerzo y asentar por fin un sector en el que Asturias tiene mucho que decir.
Buenos tiempos para el turismo
