En 2019 escuchamos, de una punta a otra del planeta, los gritos de ciudadanos que salieron a la calle de forma masiva para protestar contra el sistema político, las élites y las desigualdades.
Cientos de personas han sido asesinadas este año, miles heridas, detenidas y arrestadas en estos movimientos sociales. Se han vivido enfrentamientos y violencia entre la policía y manifestantes que convirtieron las calles de algunas ciudades en auténticos campos de batalla.
Todos estos movimientos tienen en común que son revoluciones por la dignidad, que han conseguido congregar a diferentes generaciones bajo un mismo paraguas aunque han sido los jóvenes los que han destacado por su capacidad de convocatoria y resistencia. No tienen líderes y defienden en sus pancartas desde distintos rincones del mundo que no tienen miedo. Empezamos 2020 con muchos conflictos activos y todo parece indicar que a estos se les van a sumar más.
El último Informe sobre Desarrollo Humano 2019 pone de manifiesto que, a pesar de que para millones de personas la brecha en aspectos ligados a las condiciones de vida más esenciales se ha reducido, está surgiendo una nueva generación de desigualdades. En el documento se advierte que esa desigualdad tiene solución si se aborda en todas sus formas, “desde la que tiene su origen en los ingresos hasta la provocada por los cambios tecnológicos, el cambio climático o el sistema educativo. De no abordarse adecuadamente, el cambio climático y los cambios tecnológicos podrían provocar una ‘nueva gran divergencia’ en la sociedad no vista desde la Revolución Industrial”. Comienza un año decisivo.