El otoño, como siempre, es una incógnita. Entre el sol de verano y la nieve de invierno, combinamos las heladas mañaneras con esas camisetas de manga corta que aún nos resistimos a guardar en el fondo del armario. Otoño es tiempo de extremos, y nos movemos en ellos con una naturalidad pasmosa. Sandalias y paraguas: el prêt-à-porter asturiano.
Junto a la nueva estación tenemos noticias tan curiosas como que Microsoft ha escogido un pueblecito asturiano para presentar su nuevo software. Windows 7 se ha presentado en Sietes, en lo que al menos ha sido una campaña original. En la presentación había más autoridades que habitantes, pero los de Sietes, claro, encantados con una promoción gratis. Y sobre todo felices, porque gracias a esto han conseguido banda ancha para el pueblo, cuando antes acceder a internet era casi imposible.
También en estas fechas, los premios Príncipe de Asturias nos han traído una dosis de notoriedad. Y cantidad de personalidades: Martin Cooper, uno de los ganadores del Premio a la Investigación Científica y Técnica, pronosticó que “la tecnología inalámbrica nos conectará a todos dando lugar a la mejora en la productividad, la educación, el entretenimiento, la seguridad, y con un cambio radical en nuestra forma de entender la salud”. El inventor del móvil hablaba de cosas como diagnósticos médicos vía teléfono, en un lugar en el que aún a veces hay que correr de colina en colina para conseguir cobertura.
Los asturianos, cuando nos sale el orgullo, decimos que somos lo más. Y, si hacemos caso a la prensa, lo somos: lo más puntero, lo más avanzado. Tanto, que a veces ni lo vemos. Se ha invertido mucho en empresas de alta tecnología, apostando por un modelo productivo que, se supone, será el más rentable a medio-largo plazo. Y eso está bien. Pero extraña que nos hablen en idiomas tecnológicos cuando hay lugares de Asturias donde no llega la televisión.
Una cosa es cierta: en otoño todo está muy bonito. Caen las hojas, los tonos marrones se adueñan del paisaje, y el aire puro y frío revitaliza los pulmones. Uno de los puntales de Asturias sigue siendo lo natural, y lo rural. Lo hemos visto en Sobrescobio, en la merecida entrega del Premio al Pueblo Ejemplar. Los Príncipes, estuvieron por allí con un despliegue de medios de seguridad y comunicación. Mucho bombo y mucho platillo, pero una de las noticias más comentadas fue que doña Letizia se llevó una bolsa de berzas a la Zarzuela. La alta cocina es estupenda, pero es difícil competir con un buen pote.
Así estamos, entre el panorama más futurista y la tradición más antigua. En esa curiosa mezcla ya no es tan raro ver a un pastor con PDA, o que el pescado se rule en subasta por internet. Inmersos en un cambio de estación que no sabemos muy bien dónde nos lleva, pero allá vamos. Habrá que verlo.