De acuerdo: quizá la climatología no traiga las altísimas temperaturas de otros lugares más meridionales. Ni falta que nos hace.
Se agradece el fresco de las tardes y los calores moderados del día, que permiten disfrutar de todo lo que Asturias contiene sin necesidad de andar de sombra en sombra, buscando donde guarecerse. Es lo bueno del norte: que tiene de todo un poco, sin cometer excesos en nada.
Sin embargo, ningún visitante dirá que aquí falta calor. No. Tenemos fama los asturianos de buenos anfitriones, amables en el trato y agradecidos con aquellos que vienen a conocer esta tierra; dicen que somos afables y buenos conversadores. Y, sin perder la modestia, diremos que algo de eso habrá, porque aunque las cifras del turismo suben y bajan, lo cierto es que Asturias es un destino cada vez más valorado, y que el que viene se va satisfecho, mirando atrás por encima del hombro y con unas botellinas de sidra en la maleta para intentar en su lugar de origen el recién aprendido arte del escanciado.
Y agosto es el mes caluroso por excelencia. Hierve Asturias de punta a punta en una época de grandes citas. El calendario está plagado de círculos en rojo señalando los eventos más multitudinarios del año, los que nadie se quiere perder. Asturias en su conjunto está en plena ebullición. Una de las fiestas más emblemáticas del verano, declarada de Interés Turístico Internacional, es el Descenso Internacional del Sella, que recorre el río desde Arriondas a Ribadesella mezclando deporte, turismo y fiesta como sólo se sabe hacer por estos lares, llevando además el nombre de Asturias fuera de nuestras fronteras. Es precisamente la rentabilidad turística del evento una de sus facetas más destacables: quien más, quien menos, lo ha visto por la tele, y muchos incluyen en su plan de vacaciones recorrer el Sella en piragua, gracias a las múltiples empresas de turismo activo que hay por la zona.
Pero es que además, como aquí sobran ríos, lo de los descensos en verano está a la orden del día: desde los deportivos como el del Navia, a nado, o los folklóricos como el del Nalón en Laviana, en embarcaciones de fabricación “casera”, parece ser que en Asturias en verano nos da por tirarnos al agua.
Todos los concejos tienen su fiesta, sea multitudinaria o recogida; deportiva o lúdica; religiosa o folclórica. No falta la música moderna y tradicional, con forma de conciertos, verbenas o pasacalles; y merece la pena apuntarse a una jira, con sus comidas de “prao” donde todos se juntan para compartir el almuerzo y unas sidras amenizadas por gaiteros. Muchos concejos, además, se esfuerzan por agasajar a sus vecinos y a los visitantes con un buen programa de actividades.
Mención aparte merecen las numerosísimas jornadas gastronómicas que se reparten por todo el territorio asturiano y que dan a esta tierra una merecida fama de lugar de buenas mesas.
Sea como sea, el que se acerque en esta región se encuentra con una agenda difícil de abarcar. Y no sólo los visitantes: al asturiano le gusta participar en sus cosas, y las aglomeraciones son muchas veces inevitables. Por eso, arde Asturias en fiestas. Si el tiempo no acompaña, el calor lo ponemos nosotros. Buen verano. §