Azucena y Celso se aventuraron en el mundo de los libros allá por el año 1978, abriendo primero una librería y más tarde fundando una editorial que une los nombres de los dos. Azucel es una de las editoriales más antiguas de Asturias, una empresa familiar que ha conseguido sobrevivir a los vaivenes del mercado, reivindicando la historia y la cultura asturiana en pequeñas joyas en forma de libro.
Celso Díaz es, junto a su mujer Azucena, el alma de Ediciones Azucel. En todo este tiempo de andadura han publicado ciento sesenta y cuatro libros, además de ciento treinta y seis obras más, y sus correspondientes reediciones. Durante diez años entregaron los Premios Acebo, un galardón privado que se convirtió en una fiesta literaria y que sacaron adelante sin ningún tipo de subvención. Es una historia de independencia que el año que viene cumple las bodas de plata.
-¿Hace falta tener mucho amor a los libros para embarcarse en esta aventura?
-Lo primero que hace falta es amor a la cultura. Yo siempre me consideré un ratón de biblioteca. De crío tuve un maestro en Soto del Barco que después de terminar el horario escolar me llevaba a la biblioteca , donde yo hacía de ayudante. Él me solía dar algún ejemplar para que lo leyese y después le hiciera el comentario correspondiente de texto. Ahí empecé a amar los libros, independientemente que en casa veía a mi madre leer mucho.
-¿Qué aporta Azucel al panorama editorial asturiano?
-La idea era fomentar toda la literatura medio olvidada, concretamente de autores avilesinos. Por eso fuimos recuperando obras prácticamente descatalogadas, de autores como Eloy Fernández Calavera, el mismo Fernando Morán, Luis Amado Blanco, Eduardo González Suárez, David Arias… ésa fue la base primordial. Después fuimos ampliando, abriéndonos a nuevas generaciones asturianas, a autores como Blanca Álvarez, Dolores Medio, Cuca Alonso, Juan José Plans, Toni Fidalgo, etc. Tocamos todas las materias, porque por ejemplo tenemos libros de fútbol, como es la biografía de Joaquín o “Pasión Fútbol” de Toni Fidalgo.
En cuanto al panorama editorial asturiano, para mí hay dos personas que marcaron pauta: una fue Silverio Cañada, con su editorial en Gijón, y otra a la que muchas veces no se reconoce su labor, es José Antonio Mases, fundador de Ayalga. Ésos fueron los verdaderos pioneros. Y Azucel está ahí, luchando y sacando “cosinas” que tienen tanta importancia como lo que pudieron hacer ellos.
“Azucel nació para fomentar a los autores avilesinos. Por eso fuimos recuperando obras prácticamente descatalogadas”
-¿Es posible vivir de un sueño editorial?
-Sí, porque los sueños hay que hacerlos realidad. Y en nuestro caso se ha hecho, porque desde el año 87 vivimos prácticamente de esto, unas veces mejor y otras peor, porque el mundo del libro es una aventura y hay altibajos. También es verdad que hoy en día hay empresas en Asturias, en el mundo editorial, a las que las instituciones podrían ayudar mucho más de lo que se está haciendo; no se puede ayudar sólo a unas y dejar fuera a otras.
-¿Qué proyectos tienen ahora mismo?
-Continuamos sacando cosas, ahora mismo tenemos dos proyectos importantes entre manos, uno es sobre la Revolución de octubre en Pravia, de Luis Álvarez Fernández, y otro, “Asturias de mis amores”, un trabajo que me presentó Alejandro López y que consiste en la fotografía de treinta y cinco personajes asturianos, que cuentan qué significa para ellos Asturias. Salen empresarios como Cosme Adelaida o Francisco Rodríguez; personajes del deporte como Quini, Manuel Busto, personajes de la literatura como Diego Carcedo, Ramón Sánchez Ocaña, María Teresa Álvarez; científicas como Margarita Salas; incluso hay dos mujeres obreras, una marinera y otra minera…
-De todas las obras publicadas, ¿siente especial cariño por alguna?
-Tengo mucho cariño al primer libro que sacamos, que fue una reedición de una novela publicada en Madrid en 1945, escrita por David Arias, un ex alcalde avilesino. Se titula “Después del gas” y es una novela de anticipación, porque trata sobre la guerra del gas binario muchos años antes de todo lo que ha ocurrido en Irak. Además, David Arias era republicano y fue un exiliado político; y yo tuve la suerte de conocer a toda su familia, que vive en México. Hasta pienso que fue un hombre que nos iluminó, porque desde luego nos dio “gas” suficiente para seguir hasta 2010.