Se ha hablado y se ha escrito mucho estos días sobre la república. Opiniones sensatas a favor y en contra, y salidas del tiesto, como el diputado de la derecha cavernaria que tildó a la experiencia española de hace 90 años de “régimen criminal”. No lo dice por ignorancia, el tipo sabe de sobra que Alfonso XIII prefirió irse después de que los partidos republicanos ganaran, -inequívoca, clara y democráticamente-, en las urnas, y que fue un golpe militar cruentísimo lo que cercenó la experiencia. Lo dice por mala fe. La fábula de la oveja y el lobo.
Me molesta que me tome por tonto. Igual que me desagrada que el mismísimo ministro de Universidades, en su comparecencia en el Senado, confunda a los Alas. Resulta que se está dando forma a la idea de reponer en sus dignidades, aunque desgraciadamente sea a título póstumo, a los rectores depuestos y represaliados por los golpistas. Una necesaria iniciativa que se ve empañada por las palabras del gobernante cuando da por fusilado “al famoso escritor Leopoldo Alas, Clarín”.
Las críticas del conocido escritor a la mala sociedad ovetense en La Regenta y otras obras fueron pagadas por su hijo, Leopoldo Alas Argüelles, periodista y rector de la Universidad; sin duda una dura venganza. Su nieto, Leopoldo Tolivar Alas, recordaba una entrevista periodística a Don José Maldonado, último presidente de la República, en la que llamaba a Alas hijo “mentor y director de los jóvenes de entonces”, rememoraba su última conversación: “Al producirse la desbandada, le invité a zarpar con nosotros. pero me contestó ‘tengo que quedarme en Oviedo, pase lo que pase, aunque sólo sea para calmar con mi autoridad moral a estos bárbaros”. Los bárbaros no estaban para prestigios morales, ni clases de Ética, había que acabar (Mola) “con todos los que no pensaran como ellos”; el 20 de febrero de 1937 fue pasado por las armas.
La metedura de pata de Don Manuel Castells es señal de desconocimiento de Historia, de Literatura y de Universidades, parece incomprensible entre quienes tienen a su entera disposición a un equipo de amanuenses, “negros” y “comunicadores”. Repaso el video y veo que se salta el guion, añade este comentario de cosecha propia. Innecesario alarde, hay que ser más prudente en las comparecencias públicas.
Unos días más tarde, Pablo Casado acusa en las Cortes al presidente del Gobierno: «Usted se va pareciendo cada vez más a Pedro y el lobo… (pausa para aplausos) anuncia ocho veces lo mismo: ‘va a venir, va a venir, va a venir’ y el lobo no viene, y además no dice cómo va a venir…”
Aquí el orador actuaba sin papeles, llevaba el guion memorizado. Pero meten, él y sus colaboradores, la pata estrepitosamente. “Pedro y el lobo” es un fantástico y altamente recomendable cuento sinfónico de Serguéi Prokófiev (1891-1953) que no tiene nada que ver con el pastor bromista. La obra del ruso enseña a los niños las tonalidades de los instrumentos y hace bromas tales como el pájaro que pregunta al pato, “¿qué clase de ave eres tú, que no sabes volar?”, la respuesta es un ejemplo muy útil en una escuela que sepa enseñar en la política de conciliar diferencias, “¿y qué clase de pájaro eres tú que no sabes nadar?”.
Sobre lobos, cuya pervivencia se discute en Asturias, escribió Esopo (600-564 a.C.) varias fábulas, o sea, esos cuentos de animales que acaban con una moraleja para el diario manejo de los humanos, luego actualizadas por La Fontaine, Iriarte y Samaniego, que no cuentan entre los asesores del líder de la oposición. En una de ellas recomienda no hacer de la misma manera que el pastor que se ausentó por asuntos propios y dejó el rebaño al cuidado del lobo. (Moraleja a tener muy en cuenta, si eres trabajador, a la hora de votar).
Otra se refiere al caso que mal explica el señor Casado, la del zagal que se parte de risa engañando a los vecinos gritando ¡que viene el lobo! Hartos de tonterías, pasan de él cuando la fiera viene de verdad, con consecuencias funestas para el ganado.
Porque los lobos son carniceros de suyo, aunque se disfracen de demócratas. El líder del partido que añora los modos falangistas llama a la II República “régimen asesino”, para justificar a los militares que fusilaron sin cuento y a las bandas que “pasearon” ciudadanos inocentes. Era un lobo que bebía en un río y regañaba a una oveja que lo hacía corriente abajo, “¿por qué me enturbias el agua que yo necesito?”; la oveja argumenta que ella bebe después de él, el lobo le dice, “pero hace tiempo tú has insultado a mi padre”. “¡Si yo no había nacido entonces!” “De todas formas te comeré”.
Prokófiev compuso un cuento para niños, Esopo quería educar. Que ellos perdonen a quienes nos confunden con mala fe. Pero no nos cansemos de señalar y denunciar las falacias.