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martes 26, noviembre 2024

Construyendo motivación

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“Confiar en ti mismo no garantiza el éxito, pero no hacerlo garantiza el fracaso”
(Albert Bandura)

Atraviesa, nuestra sociedad actual, momentos críticos, miles de vidas perdidas, un futuro incierto y una fuerte crisis económica. Algunos, o muchos, aluden a una crisis de valores. La cuestión es ¿existían? Sea como fuese estamos en una sociedad que se lamenta, que llora.

Vivimos momentos que no hubiésemos imaginado algunos años atrás, momentos que exigen nuevos planteamientos. A nuevas demandas, nuevas respuestas.

Debemos reconocer la realidad que nos asiste para reconciliarnos con ella: algunos se lamentan de la rutina, se quejan de su quehacer en la vida, especialmente en la cuestión económica y, sin embargo, son muchos de ellos quienes tienen posiciones favorables. Ese lamento está justificado en todos aquellos que se ven obligados a recurrir a trabajos precarios donde son explotados, donde no son considerados personas sino útiles que se toman o se dejan según conveniencia.

Y en esta situación se ve implicada gran parte de esta sociedad. Así son las cosas ante las que caben dos actitudes: amargarse o motivarse.

Pero ¿qué es y dónde reside ese motor llamado motivación?

La motivación es el empleo de la energía en una dirección específica y para un fin específico, el que sea, trabajo, un proyecto… Energía que nos guía y nos conduce a fin de conseguir aquello que queremos, es poner pasión en lo que se hace como si aceptáramos que donde estamos y lo que estamos haciendo, en ese momento, fuera lo más importante del mundo, como si fuera lo que hemos elegido, y no añoramos ni deseamos estar en otra parte. Si entrenamos en esta actitud y logramos integrarla en nuestra forma de entender y hacer, trascendemos a nuestros límites mentales y comenzamos a descubrir cosas que previamente estaban veladas a nuestros sentidos, a nuestro corazón.

La motivación es el empleo de la energía en una dirección específica y para un fin específico, el que sea, trabajo, un proyecto… Energía que nos guía y nos conduce a fin de conseguir aquello que queremos.

Estamos, pues, en disposición de preguntarnos cuáles son los pilares con los que se construye esa energía, la motivación:
1. La confianza: La creencia en nuestras capacidades y fortalezas, esas que están en nuestro interior esperando nuestra llamada, como espera un jugador en el banquillo para salir al campo.
2. La tenacidad: El compromiso con nosotros mismos, se trata de centrarnos en la tarea y mantenerse en ella dejando de lado las distracciones que al paso nos van saliendo.
3. Entusiasmo: Disfrutar del camino, del proceso, de cada paso.
4. La resistencia: Erguido frente al mundo. El junco que se dobla pero siempre sigue en pie. Así lo dice la canción.

Hemos construido la motivación, pero esta actitud también necesita cuidado y mantenimiento, necesita una/s mano/s amiga. ¿Cuáles son esas “manos amigas”?
– Amigos, familiares, compañeros: El equipo de vida, de trabajo, de rescate. Todas aquellas personas en que se puede confiar, personas positivas, personas alegres, personas energía.
– Un mentor emocional: Un guía, un consejero, un héroe que nos inspire, vivo o muerto, real o ficticio; lo importante es que interioricemos aquellas conductas y/o actitudes que consideremos ayuden a nuestro proyecto, nuestra lucha a fin de conseguir el objetivo. Elijamos por ello a un ser que consideremos extraordinario por algo, por su voluntad, por su constancia, por su alegría incluso en la adversidad.
– Nuestro entorno: Aire, luz, sonido, espacio, música, fotos. Rodearse de alegría, color, olor. Generemos serotonina.
– Nosotros mismos: Somos el punto de partida y el punto de llegada, somos responsables de nuestros pensamientos y nuestros pensamientos pueden ser fuente de satisfacción, o por el contrario, fuente de desaliento, desesperanza y tristeza. Es inevitable que los pájaros vuelen sobre nuestra cabeza, pero no podemos permitirles que en ella construyan su nido.

Construyamos por tanto pensamientos positivos, afirmaciones motivadoras, afirmaciones que fortalezcan el optimismo, la tenacidad, la resistencia. Palabras de aliento que nos gustaría que alguien nos dijera, solo que ahora, y para siempre, somos nosotros quienes nos las decimos a nosotros mismos. Al principio nos sentiremos algo extraños practicando esta actitud, pero seguimos la siguiente fórmula: Primero lo dices, luego parece verdad y luego es verdad.

Escribamos, por tanto, cada día, una afirmación positiva. Al repetirla una y otra vez la empezamos a creer porque en la imaginación también está nuestra vida.

Otro ejercicio, nocturno en esta ocasión, nos lo ofreció Séneca (4 a. de C.-65 d.C.). Filósofo, político, orador y escritor quien cada día, al final del día, se planteaba tres interrogantes, a saber:
1. ¿Qué he hecho mal hoy?
2. ¿Qué he hecho bien hoy?
3. ¿Qué podría haber hecho de otra forma?

La cuestión nos lleva a pensar en cómo lo haría la próxima vez.
No hay excusa, no hay pérdida, el camino para conseguir un objetivo es seguir estas pautas, es practicarlas y disfrutar del camino.
Martin Luther King lo expresó de la siguiente forma: “Da el primer paso con fe. No tienes que ver todas las escaleras, solo da el primer paso”.

Y, muy probable, vivirás más feliz.

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