Fusionar municipios, una cuestión de supervivencia

Hoy todos sabemos que muchos municipios españoles, y entre ellos los asturianos, no tienen dinero ni para pagar sus gastos corrientes.
Todo ello está llevando a la reflexión de si la distribución territorial tradicional que tenemos es obsoleta y absurda, y por tanto si habrá que plantearse soluciones de gestión más globales y más allá de gustos y sentimentalismos localistas. Parece lógico que una persona que viva en un municipio quiera que éste tenga de todo, pero la realidad es que ese «todo» es muy relativo, porque depende de la dimensión y la capacidad de recursos de su ayuntamiento. Puede que el municipio de al lado tenga esa instalación o servicio demandado, pero la mentalidad existente es que haya también otra en su localidad. Esto ha propiciado la duplicación de servicios que en la mayoría de los casos no son racionales por el bajo número de usuarios y los gastos que originan. Y así podríamos enumerar muchos ejemplos que incluyen servicios básicos, recogida de basuras, sanidad, tercera edad, educación, etc.
Dicho esto, la cuestión es: ¿Se puede permitir Asturias tener 78 concejos? Dada la orografía de nuestro territorio, su demografía y envejecimiento poblacional, ¿es lógico tener atomizados tantos servicios? La respuesta creo que ya la sabemos y la hemos pensado cientos de veces, porque lo razonable es compartir servicios, aunar esfuerzos, simplificar instalaciones, refundir administraciones, etc. Pero ¿quién le pone el cascabel al gato?

Hay que evolucionar hacia otra concepción territorial, más solidaria, más social y cooperativista.

Desde luego, son decisiones políticas de bastante calado, socialmente impopulares, que suelen herir sensibilidades. Hace falta madurez y visión de conjunto para superar el principal escollo de esa ancestral mentalidad anclada en lo individual y en lo local.
Hoy día se estudia desde el Gobierno Central la manera de obligar a los concejos de menos de cinco mil habitantes a unir servicios. Pero esto, aunque necesario, no va a ser suficiente. Visto fríamente, lo que se impone es lo útil y lo racional: la vía es la fusión.
Y no es algo utópico o irrealizable. Es evolucionar hacia otra concepción territorial más solidaria, más social, más cooperativista, en donde los valores tengan dimensión humana y no mercantilista.
La sociedad actual tiene un cáncer sistémico, el modelo actual no funciona y está en decadencia. Sin embargo, nuevos valores asoman en el horizonte, y es ahí donde hay que mirar si deseamos abordar temas tan cotidianos como el que atañe a los municipios. Sin esa visión y comprensión, cualquier solución no sería sino un parche.