Se trata de un colectivo de jóvenes entre 16 y 29 años, sin empleo, pero en busca de una oportunidad para acceder al mercado laboral. Para Angela Merkel son ‘el problema europeo más urgente’. Mariano Rajoy anuncia que tomará medidas que produzcan efectos ‘ya’ y desde el Principado hablan de aplicar urgentemente un ‘torniquete’ a esta hemorragia: la tasa de desempleo juvenil en Asturias se sitúa en torno al 46,3%.
Para unos son la generación perdida, para otros una generación de supervivientes. Los datos no son halagüeños. Más de una generación, extremadamente cualificada, se está viendo afectada por el desempleo de larga duración y la incapacidad de conseguir independencia económica debido a la precariedad. Una situación que ha marcado aún más la desigualdad y la pobreza, además de obligar a miles de jóvenes a salir fuera de nuestras fronteras. Sin negar que hay que hacer reformas en el mercado laboral, muchos economistas destacan que el principal problema se encuentra en nuestro modelo productivo y de desarrollo, que genera exclusión. El catedrático de Economía Aplicada, Juan Torres López, señala que hay algo más: «es imprescindible poner en marcha otro tipo de políticas dirigidas a emponderar y a enriquecer cultural, profesional y personalmente a estos millones de jóvenes que ahora, malempleados, estudiando la mayoría sin decisión ni confianza, o simplemente dejando pasar el tiempo, constituyen el gran vacío social de nuestra época, una especie de agujero negro donde podemos acabar destruyéndonos. Y lo grave del caso es que los gobiernos no están haciendo ni una cosa ni la otra, sino justo todo lo contrario». Nos anuncian que los cambios, de producirse, se verían a medio y largo plazo. Así que mientras la indignación crece en la calle, los jóvenes se preparan para sobrevivir.
Según datos de la Encuesta de Población Activa (EPA), casi la mitad de jóvenes asturianos buscan trabajo y no lo encuentran. Con este dato, es legítimo preguntarse de qué ha servido la reforma laboral, y si vamos por el buen camino. Por supuesto, las cifras son importantes, pero sobre todo las personas que hay detrás: ¿Quiénes son estos jóvenes? ¿Qué piensan? ¿Creen en el futuro?
Éstas son las cifras…
Begoña Cueto. Profesora de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo y miembro de RegioLab (Laboratorio de Análisis Económico).
Como investigadora especializada en política laboral traduce a lenguaje sencillo lo que nos dicen los números. «Nos encontramos en una situación complicada. La creación de empleo parece estacional, y reducir las tasas de desempleo será un proceso largo».
-Empecemos por las cifras. ¿A qué se debe que más de la mitad de los jóvenes asturianos esté sin trabajo?
-En realidad, que la tasa de paro sea del 50% no implica que la mitad de los jóvenes estén sin trabajo. La tasa de paro se calcula sobre la población activa y, en el caso de los jóvenes, la inactividad es muy elevada porque muchos de ellos están estudiando.
Los datos de la Encuesta de Población Activa correspondientes al segundo trimestre de 2013 muestran que, del total de personas menores de 30 años en Asturias, el 45,5% son inactivos y un 29,3% trabajan, por lo que el restante 25,2% son parados. Dado que la tasa de paro se calcula sobre la población activa, dicha tasa asciende a un 46,3%. No obstante, la principal razón de la baja tasa de ocupación de los jóvenes es la inactividad, como consecuencia de que el 82,2% están estudiando.
-¿Cómo es el perfil del joven parado?
-El principal rasgo que caracteriza a los parados es su baja cualificación y el caso de los jóvenes no es una excepción. El 42,6% de los parados menores de 30 años tiene como mayor nivel educativo la ESO. El 27,6% tiene estudios universitarios. Esta cifra, sin duda, es muy relevante, pero aún así se pone de manifiesto la importancia de la cualificación para el acceso al mercado de trabajo. Las posibilidades de acceso a un empleo son menores cuanto menor es el nivel de cualificación de una persona.
«Desafortunadamente, seguimos en crisis y los datos no nos permiten ser demasiado optimistas»
-¿Qué efectos ha tenido la última reforma laboral?
-Las últimas reformas han afectado a muchos aspectos de las relaciones laborales y no tenemos todavía los datos para hacer una evaluación de sus efectos globales, y tampoco para colectivos concretos como pueden ser los jóvenes.
Por otra parte, algunas medidas todavía no están en funcionamiento ya sea por la falta de recursos (en el caso de los itinerarios de inserción para parados) o porque aún no se han firmado los acuerdos necesarios (por ejemplo, para la colaboración público-privada en la intermediación laboral). Desafortunadamente, seguimos en crisis y los datos no nos permiten ser demasiado optimistas.
-¿Qué valoración hace de las políticas laborales del Principado?
-Se han puesto en marcha varios programas para mejorar las posibilidades de inserción laboral de los jóvenes. Son especialmente importantes los programas de formación y de orientación profesional que pueden contribuir a una inserción laboral más rápida, una vez que se empiece a crear empleo. Desde mi punto de vista, el principal objetivo de las políticas laborales debe ser la mejora de la situación de los parados en términos de su futura reinserción en el mercado de trabajo. Quienes participan en estas políticas de empleo tienen que ser conscientes de que es posible que los resultados no se vean en el corto plazo, pero no cualificarse puede contribuir a la exclusión del mercado de trabajo.
…y éstas, las personas
Marcelino Sánchez. Presidente del Consejo de la Juventud de Asturias (CMPA).
Este lavianés, reelegido presidente por segunda vez, no está de acuerdo con el término generación ni-ni que parece agrupar a todos los jóvenes, «es un invento de la televisión. Hay jóvenes que no estudian ni trabajan, pero buscan empleo y eso supone esfuerzo.
Hay una generación de jóvenes que no sabrá lo que es trabajar ni siquiera en condiciones precarias, y además está viendo cómo muchos de sus progenitores pierden sus empleos».
-¿Cómo está afectando a los jóvenes asturianos el alto índice de desempleo?
-Al principio de la crisis podía ser algo «soportable», muchos jóvenes recurrieron a sus familias, recibieron algún tipo de subvención del Estado o incluso se plantearon volver a estudiar. Este panorama ha cambiado, ya que muchas familias han perdido su vivienda; en algunas todos sus miembros están en paro, y ello ha generado un drama social sin precedentes. Nos encontramos ante los primeros síntomas de una juventud frustrada y lastrada por la crisis, que en el mejor de los casos consigue acceder a un empleo precario o se ve obligada a buscar trabajo en el extranjero.
-Miles de jóvenes han hecho las maletas con sus ilusiones a cuestas. Cuando unos países «siembran» y otros «recogen» ¿algo no está funcionando?
-Claro que no está funcionando. España tiene una juventud en la mayoría de los casos sobrecualificada, y se está marchando a otros países en busca de trabajo. Estamos dilapidando una parte importantísima de nuestro capital humano, fruto del esfuerzo de miles de jóvenes y de sus familias. Me resulta curioso observar que países como Alemania, que nos reclaman recortes, sean luego los que vienen a nuestro país a buscar a ingenieros o profesionales de la rama sanitaria.
Hace una década el Conseyu de la Mocedá denunciaba el éxodo de muchos jóvenes asturianos a otras Comunidades Autónomas. Ahora se marchan a otros países, incluso fuera de Europa, para intentar sobrevivir a esta situación. Por ello debemos exigir medidas urgentes para poner freno a esta sangría.
«Se está creando una generación de ‘supervivientes’. Tenemos la esperanza de recuperar derechos, conseguir una economía estable y un trabajo de calidad»
-Algunos hablan ya de una generación perdida. ¿Quiénes formarían parte de este grupo? ¿Qué circunstancias viven?
-Se está creando una gran fractura social donde la mayoría de la población, -incluida la mayoría de la juventud-, vive en una situación precaria, y donde la otra obtiene grandes beneficios gracias a la crisis. Reparar esa fractura va a suponer muchos esfuerzos y años, por lo que nuestra generación estará abocada a la precariedad en el caso de que no se tomen medidas urgentes.
La crisis nos está dejando con una educación superior que sólo se va a poder permitir la gente con recursos; una sanidad en proceso de desmantelamiento, sin unos servicios sociales por los que España ha luchado durante muchos años; un empleo de baja calidad… Esto demuestra que quien tiene el poder no está invirtiendo en los ciudadanos, sino en el mercado.
-En muchos lugares esta frustración se está convirtiendo en ira y los jóvenes salen a la calle. ¿Cómo está aquí el nivel de indignación?
-Es muy grande y creo que supera al resto de España. Ejemplos como el Plebiscito Ciudadano realizado en junio revelan el grado de indignación de los asturianos ante las medidas y recortes impuestos por Europa y ratificados por el Gobierno de España. Y por otro lado, demuestra que tenemos una Asturias más participativa en comparación a otros territorios del Estado. Los recortes en sectores tan importantes como la minería o el sector industrial, los falsos intentos de reconversión además de recortes en educación, vivienda, sanidad o servicios sociales agravan la situación de muchas familias y repercute también en la juventud.
-¿Y como se presenta el futuro?
-Creo que se está creando una generación de «supervivientes». Tenemos la esperanza de recuperar derechos, conseguir una economía estable y un trabajo de calidad. Asturias y España tienen muchísimo potencial, pero para ello debemos seguir luchando y peleando en la calle y en las instituciones para que los de ‘arriba’ (los gobiernos) escuchen y trabajen por/para los ciudadanos y no por los intereses de los grandes mercados.