Barreiros (Lugo). Bienvenidos al Norte

Lo de Barreiros sí que es playa. Mucha: nueve kilómetros de arena fina que han convertido a esta pequeña localidad costera en uno de los destinos más solicitados de la zona, tanto para el turismo de la comunidad como para los vecinos asturianos y, por supuesto, todos los que prefieren disfrutar de lo que por aquí se conoce como ‘turismo de norte’. Pero lo que muchos no saben es que, dejando atrás los altos acantilados y las playas, tierra adentro hay todo un mundo de valles y montañas, con esa orografía gallega suave y amable. Y, por supuesto, verde.

En Barreiros hacen honor a esa fama del gallego de buen anfitrión, generoso y expansivo. El que disfruta teniendo invitados a los que agasajar con lo mejor de casa, que no es poco. En las últimas décadas Barreiros, municipio de poco más de tres mil habitantes, se ha acostumbrado a tener gente extra en los meses de buen tiempo, multiplicando población y ajustando los ritmos de verano a esos barreirenses de adopción. Para bien y para mal, este concejo gallego ha experimentado su pequeño boom de la construcción, gran parte destinado a segundas residencias, ajustándose al patrón de villa norteña y residencial. Por eso saben recibir al visitante, y se convierten en el ideal de lo que busca cualquier turista en Galicia: lo primero, buen comer y buen beber, con una gastronomía típica regional donde no faltan las famosas carnes de ternera gallega y cerdo celta, pero desde luego abundan los pescados y mariscos del Cantábrico. Y eso que Barreiros no tiene puerto pesquero propio (aunque es fácil aprovisionarse en las lonjas cercanas) y el pescado de aquí procede tradicionalmente de la pesca de caña o de roca, lo que otorga a la gastronomía local un sabor diferenciado. También las tortillas tienen fama, y una jornada gastronómica especialmente dedicada en este mes de agosto.

Galopar en marea baja por las playas del concejo es una experiencia única. De ahí que el pasado mes de junio cerca de un centenar de jinetes -convocados por la Asociación Cabaleiros de Penabor– se dieran cita en Barreiros.

Como se da por hecho que en Galicia hay buena comida, el turista busca aquí, básicamente, playa. Y no podría haber escogido mejor: nueve kilómetros que van desde la desembocadura del río Masma hasta la ribadense Playa de las Catedrales, en una sucesión de playas de arena fina que se alejan bastante de los pedreros que uno esperaría encontrar a la vista de los tremendos acantilados que las flanquean. Con marea baja muchos de estos arenales se comunican entre sí, lo que permite un extenso paseo conociendo alguna de las seis banderas azules de la zona: Coto, As Pasadas, Lóngara, Acantilado-Remior, Altar y Fontela-Balea. En la playa de Coto, además, hay una tumba medieval labrada en roca que recientemente se ha incluido en el inventario de yacimientos arqueológicos de la Xunta de Galicia. Está a novecientos metros de la capilla de San Bartolo.
La sorpresa, sin embargo, llega al alejarse un poco de la costa, y descubrir que hay mucho más que playa, y ante los ojos se despliegan amplias extensiones de praderas, donde es habitual ver al ganado pastando plácidamente. No en vano la ganadería, junto a la agricultura, sigue siendo un pilar económico en el municipio, por mucho que el turismo y los servicios relacionados hayan ido ganando terreno e importancia. También asombran los frondosos bosques -la explotación forestal es otra de las actividades económicas de la zona- por los que es posible pasear y encontrar una casi absoluta soledad, si así se desea. Además, las suaves lomas regalan pequeños altos y miradores de gran belleza paisajística.

De fiesta en fiesta

Tras la apertura de los últimos tramos de la Autovía del Cantábrico, Barreiros está perfectamente comunicado con Asturias y con el interior de Galicia, lo que facilita aún más la llegada de visitantes. Eso no ha influido, sin embargo, en el tránsito de peregrinos que se desplazan a pie o en bicicleta, y que mantienen un flujo constante, que se intensifica en estos días veraniegos. Para ellos, que han escogido ésta entre diez rutas posibles del Camino Norte, hay un albergue en el pueblo de Gondán.

El Desafío no es la única recreación que se celebra en Barreiros. En junio tiene lugar el Festival Histórico de Augas Santas.

Religión y costumbre se unen también en las diferentes fiestas populares que salpican el calendario barreirense. Atrás quedaron ya la romería de Santo Estevo do Ermo y el Concurso Internacional de Castillos en la Arena, pero aún queda verano para rato. Este mes, además de la ya mencionada Fiesta de la Tortilla, en la romería de San Caetano (el segundo fin de semana de agosto), se celebra el Festival Folklórico Internacional del Emigrante (los días 1 y 2), recientemente declarado de interés Turístico Gallego. Y por supuesto la romería en la playa de San Bartolo (24 de agosto) y, el fin de semana anterior, el famoso Desafío, que enfrenta todos los años a trece representantes de Barreiros y otros tantos de la vecina localidad de Foz, con sus respectivos alcaldes a la cabeza. El objetivo: acercar a su terreno una barca situada en la ría, a mitad de camino entre ambas poblaciones. Cada bando tira con fuerza -y mucha fuerza hay que hacer para mover esa nave y contrarrestar el esfuerzo de los rivales- hasta que uno de los dos logra traer la barca a su terreno. El premio es el legendario Tesoro de Cornería, que hoy se materializa en un lote de viandas para compensar el esfuerzo, y una reproducción del diamante azul conocido como el tesoro de Maeloc.
Además, por las diferentes localidades barreirenses se suceden las fiestas patronales y, para los que se queden con ganas de más, todavía faltan San Cosme y San Miguel, en septiembre.