Sale a la luz el primer disco de este artista asturiano, más conocido en su carrera musical por ser uno de los componentes del grupo Nuberu. Ahora, en solitario, viene a mostrar su faceta más privada.
Manolo Peñayos está haciendo una promoción en acústico por diferentes teatros y locales, y más adelante vendrá una gira con la banda entera.
-¿Por qué este título del disco? ¿Hay que estar un poco loco para escribir y componer algo cuerdo?
-El título del disco es porque si un cuerdo dice lo que se dice en este disco, posiblemente le llamarían loco. Utilizo la palabra loco apoyado de la reflexión de un poeta y dramaturgo francés surrealista que se llamaba Antonin Artaud, el cual hizo una aportación inmensa de reflexión sobre todo en el campo del teatro y de la literatura. Muchos de sus escritos fueron una denuncia en contra de todo lo que se haga en el arte sin un compromiso o una intención de comunicar algo. Hablar de los sentimientos en primera persona se considera una debilidad, y utilizo palabras de loco, tirando de esta figura para que sea el loco el que habla y no yo. El loco, posiblemente, sea el único que tenga ahora mismo la potestad de poder decir a los que somos normales o racionales, lo que estamos haciendo bien y lo que estamos haciendo mal.
-Este es su primer trabajo discográfico en solitario. ¿Qué supone después de que Nuberu se despidiera de la escena?
-Llevo trabajando con Chus Pedro más de treinta y cinco años, haciendo una marca: Nuberu, y con el compromiso y la cobertura de la llingua asturiana. Nuberu no es que se haya retirado sino que se apartó de los escenarios y lo mandamos a Egipto. En este momento consideré que tenía una asignatura pendiente conmigo mismo, porque este disco es una obra de reflexión. Está compuesto de canciones que fui escribiendo a lo largo de la historia de mi vida y que estaban ahí aparcadas en los cajones. Y ahora llegó el momento de que el público conozca esa otra parte de mí, era una necesidad y la responsabilidad es sólo mía.
“Este disco es una obra de reflexión. Llegó el momento de que el público conozca esa otra parte de mí que no conocen”
-Muchas de esas canciones llevan más de veinte años esperando este momento.
-Sí, la selección de canciones que hay aquí tiene vigencia hoy perfectamente. Hay muchas más y algunas se quedaron en el camino, no resistieron el paso del tiempo. Este trabajo lo hice con toda la libertad del mundo, y puede que mucha gente se quede desconcertada, porque es un disco de canción de autor, de canción de compromiso, de pop rock con tendencia anglosajona. Es un disco que habla de cosas en plan sincero, del sentimiento y la evolución del ser humano desde sí mismo. Mi generación iba a una discoteca que se llamaba Madison y ahí tuvimos la oportunidad de escuchar a grupos como Deep Purple, The Doors, Rolling Stones, Bob Dylan, etc. Yo a los quince años cantaba canciones de Leonard Cohen, Joan Baez… Había un amigo que me las enseñaba, las grabábamos desde las emisoras porque no las podíamos comprar, no estaban en el mercado, y yo les sacaba los acordes. Todo eso ha influido en la historia de mi vida.
-La presentación del álbum está muy cuidada, ilustrada con dibujos. ¿Es otra parte de su vena artística?
-Yo no soy pintor, sólo es un divertimento con el que me abstraigo mucho. En la vida hay dos cosas que me gustan muchísimo, aparte de hacer el amor, que es hacer música y crear. Ante una página en blanco lo mismo me da escribir que pintar, pero necesito emborronarla. La portada es un dibujo mío de hará veintidós años. Me encanta la foto y la composición de la contraportada, la verdad es que estoy muy contento de cómo ha quedado el disco.
-¿Qué comentarios le llegan de público y crítica sobre este trabajo?
-Me interesa mucho, en principio, la crítica de los profesionales, y pienso, por sus comentarios, que han entendido un poco la obra. Este trabajo, exceptuando dos temas que están pensados y escritos en asturiano, es un guiño hacia la música anglosajona. Hubo un crítico que comparó la obra con la de uno de los mejores escritores en lengua castellana: Hilario Camacho. Es muy agradable que te cataloguen de esa manera. Otra gente se queda desconcertada, porque no me reconocen la voz, aunque con este trabajo es cuando mi voz se conoce mejor. Pero con eso ya contaba, es el riesgo.
“El loco, posiblemente, sea el único que tenga ahora mismo la potestad de poder decir a los que somos normales o racionales, lo que estamos haciendo bien y lo que estamos haciendo mal”
-También ha hecho composiciones para cine. ¿Qué tal la experiencia?
-Sí, para una banda sonora de un corto de Marino Franco. Se titula “La Huida” está ambientado en los años 70 y habla de los malos tratos o la violencia de género. Al ser en blanco y negro y con una ambientación minera, me animé, porque tiene que ver con la misma filosofía de mis cuadros, la abstracción, y es música abstracta contemporánea. Yo no tengo un planteamiento inicial, sino que es la trama, los movimientos de las imágenes en sensaciones los que me llevan a hacer la música. También estoy metido en otro corto de Marino Franco, que estamos acabando. Se titula “Mejor en casa” y trata sobre las barreras arquitectónicas.
-Con Nuberu ya forma parte de la historia musical asturiana. Se cierra una etapa y su legado continúa con la Fundación Nuberu. ¿Cómo valora todo esto?
-La filosofía de Nuberu y la de la Fundación van en la misma dirección, y sus principios son como los de un taburete de tres patas. Una está relacionada con el movimiento obrero, su lucha y la reivindicación del bienestar social; otra con la innovación de la cultura asturiana, y en las cuencas existe un importante patrimonio cultural sobre la minería. Y la tercera es el compromiso con la llingua asturiana. Después de treinta y pico años trabajando en esta dirección, compensa mucho el reconocimiento que existe por parte del pueblo y de las instituciones de la importancia de nuestro trabajo. Yo no tengo muy claro el alcance que puede tener todo esto. Eso sí, la gente por la calle te lo agradece, y eso es guapo.