Ésta es la historia de cómo un concejo se engancha a la gimnasia rítmica. De cómo los implicados -padres, profesora, Ayuntamiento, vecinos y, muy especialmente, las deportistas- han colaborado para conseguir unos resultados impensables en competición. Pero sobre todo han logrado que todos vibren con un deporte sin ningún tipo de tradición en la zona.
Cuando Susana Soto llegó a Colunga procedente de Madrid, vio que había campo abonado para poder juntar sus dos pasiones: la rítmica y la enseñanza. “Yo fui gimnasta desde pequeña, a los 17 años hice el curso de monitor y técnico deportivo y empecé a trabajar en colegios en Madrid. Vine a Colunga con el proyecto de montar un albergue juvenil, y en cuanto pude empecé a buscar algo relacionado con la gimnasia rítmica en mi entorno”. Retomando una actividad que en su momento no funcionó, pero que algunas de las alumnas recordaban con cariño, el grupo empezó a formar parte de las escuelas deportivas municipales en octubre de 2012, con seis niñas y más buena voluntad que medios. A dos meses de Navidad, se plantea organizar algo para que las niñas “se estrenen” y se gestiona una invitación por parte del equipo que está funcionando en Villaviciosa. “Llevamos dos coreografías preparadas, que las niñas hicieron sin ninguna equipación, con una camiseta y unas mallas ciclistas; pero ésa fue la primera salida”.
Resultado: ese mismo mes se duplica el número de niñas apuntadas. Ya son doce, entre ellas adolescentes de 12 y 13 años, que en su momento compitieron en los Juegos Deportivos de Asturias, y luego dejaron la práctica. La técnica debería ser mejor, pero aún así se decide participar con una coreografía, que se prepara a toda prisa. Se escogen las mazas, uno de los aparatos más complicados, y una vez en competición descubren que nadie más se ha atrevido a hacerlo. Sin competencia, van pasando fases y terminan ganando el campeonato regional. La locura. “Ojo, que fue una sorpresa, simplemente íbamos a participar, pero ganar fue increíble para nosotras”. El siguiente curso ya hay 24 niñas apuntadas, número suficiente para hacer grupos y plantear el entrenamiento por niveles. “Tuvimos cuatro conjuntos apuntados a los Juegos Deportivos -los cuatro se clasificaron para la final, dos de ellos estuvieron en el podio-, más dos de las pequeñas que se iniciaron sin edad para competir, pero a las que apuntamos a amistosos”.
La participación es uno de los rasgos más característicos del equipo de Rítmica Colunga, lo que más engancha a niñas y a padres. Han conseguido sacar la rítmica del tapiz puramente deportivo, y se apuntan a todo.
Y el Club sigue saliendo, a otros concejos vecinos e incluso a Madrid, a donde fueron las mayores como invitadas al campeonato de intraescolares. La participación es uno de los rasgos más característicos del equipo de Rítmica Colunga, lo que más engancha a niñas y a padres. Han conseguido sacar la rítmica del tapiz puramente deportivo, y se apuntan a todo: “Se suman a todas las iniciativas que hay en el concejo, carnaval, cabalgata de Reyes…”, describe Sandra Cuesta, Concejala de Deportes.
La guinda del pastel ha sido el Festival Deportivo, que el club organizó por iniciativa propia. “Queríamos enseñar a la gente lo que hacíamos y pensamos hacer un pequeño festival, y además invitar a otros colegios”. Sin un céntimo de presupuesto, niñas y padres decidieron tantear a los comercios locales para ver si podían conseguir un patrocinador. La primera tarde volvieron con seiscientos euros. “Prácticamente todos aportaron algo, nos dio para conseguir una equipación básica, y para que todos los participantes se llevaran un recuerdo. Además el Ayuntamiento nos pagó los trofeos. La respuesta fue tan impresionante que las niñas y yo el primer día llorábamos”, recuerda Susana. El primer año se invitó a la escuela de bolos y en la segunda edición se hizo una coreografía con música en directo, con la colaboración de la Escuela de Música municipal.
El Festival va por la segunda edición, y el apoyo sigue siendo el mismo, o más. Por el camino, el Ayuntamiento ha comprado un tapiz para entrenamientos y competición, un carpintero de la zona les ha hecho un podio y una vitrina para los trofeos; una madre fotógrafa les ha hecho un book… todos ayudan en lo que pueden, desde pegar carteles hasta limpiar el tapiz antes de una prueba. Ahora ya son 31 gimnastas de diferentes edades, un número respetable que permite plantear nuevos retos.
La idea para el año que viene es mantener la actividad extraescolar, sobre todo con las más pequeñas, y crear Rítmica Colunga como club, en el que se entrene un poco más en serio: “poder meter alguna hora más, añadir algo de danza… profesionalizar un poco para que haya niñas que puedan ir haciendo su pequeña carrera deportiva”. Y, para rizar el rizo, un sueño: “captar a algún chico. Que entiendan que esto es una actividad deportiva como otra, que también a ellos les puede picar el gusanillo de la gimnasia rítmica”.