Llanes quiere ser Pueblo Ejemplar de Asturias, y para ello ha ocurrido lo impensable: los tres Bandos de la villa, famosos por su enconada rivalidad, se han unido para presentar una candidatura conjunta, que pone de manifiesto los valores vecinales y de solidaridad que han caracterizado al pueblo llanisco desde siempre.
La Fundación Príncipe de Asturias afirma que el Premio al Pueblo Ejemplar será concedido a aquellos que destaquen de forma notable en “la defensa y conservación de su entorno natural, ambiental, de su patrimonio histórico, cultural o artístico, o también en la realización de obras comunales u otras manifestaciones de solidaridad sobresalientes”.
Con estos requisitos, no es de extrañar que los tres Bandos tradicionales de Llanes (Santa María Magdalena, San Roque y la Virgen de la Guía) hayan decidido unir fuerzas para presentar una candidatura conjunta, puesto que cumplen de sobra con lo necesario para convertirse en Pueblo Ejemplar. Sin embargo, para comprender la importancia de este hecho hay que remontarse muy atrás, y nombrar la tradicional rivalidad que existe entre los tres Bandos, que se asume ya como parte de la idiosincrasia llanisca.
La rivalidad bien entendida
La historia de los Bandos se confunde con la del nacimiento de la villa de Llanes, aunque su constitución formal está datada en 1837. Por eso no puede decirse con claridad cuando empezó esta competencia que ya se ha convertido en algo clásico e ineludible en Llanes. Hoy en día cada Bando saca partido de ese antagonismo obligándose a dar lo mejor de sí, buscando la superación hasta el extremo, en parte por orgullo propio, en parte para eclipsar a los rivales. De este enfrentamiento surgen algunos de los actos más característicos del verano asturiano, unas fiestas declaradas de Interés Turístico Nacional, que incluyen manifestaciones religiosas, pero también culturales, deportivas y lúdicas. Como si de una competición se tratara, todo lo relativo a las fiestas está reglado, restringido y calibrado mediante la fuerza de la costumbre. Por eso, ningún detalle es pequeño: desde los meses de cada fiesta hasta las plazas donde se celebran las verbenas, las calles de sus procesiones, la música, la danza… todo es mirado bajo el prisma de la tradición y a ella se aferran tanto los organizadores como los adversarios.
De toda la vida, pues, cada Bando ha buscado superar al otro. Por eso es digno de elogio que hayan dejado de lado sus diferencias para crear, en el año 2004, la Agrupación de Bandos de Llanes, y poder así preparar una candidatura que esperan ganar por méritos propios.
La tradición, en vivo
Aunque ningún Bando se cierra a las innovaciones, éstas son muy medidas y meditadas cuando afectan a una parte tradicional esencial de su programa. Por eso han sabido conservar tradiciones que, en similares circunstancias, en otros concejos se han perdido en la memoria. Vestidos y trajes de antigua solera aquí se han conservado sin alteración, hasta tal punto que muchos que creen vestirse de asturianos llevan en realidad el traje llanisco. También se han custodiado bailes y danzas que año tras año se interpretan en las calles y en los diferentes actos de las fiestas. Todo ello ha sido posible gracias a los Bandos, y al trabajo voluntario de sus miembros.
De este modo, además, a lo largo de la historia se ha ido impulsando una modernización del sector turístico, del que Llanes ha ejercido como buque insignia para toda la región. Los llaniscos, sin renunciar a su esencia, han sabido siempre dar el salto necesario para adaptarse a los nuevos tiempos, convirtiéndose en un foco de atracción turística y planteando un modelo económico y de desarrollo sostenible basado en los pilares fundamentales de naturaleza, cultura y tradición.