A falta de año y medio para jubilarse, Marcelino García continúa desarrollando la misma labor que comenzó cuando tenía 18 años: comprar y vender ganado.
El oficio de tratante es antiguo y hasta hace unos años era bien conocido en los pueblos. El negocio requería un trato directo, se visitaban dos o tres pueblos y se compraba una veintena de cabezas de ganado. Hoy las proporciones se han invertido. La despoblación de los núcleos rurales y el cambio de sociedad ha hecho que para comprar unas pocas reses haya que recorrer una veintena de pueblos. Por eso ha habido un cambio de costumbres importante que ha llevado a los tratantes como Marcelino a comerciar casi exclusivamente en ferias, donde se hacen en una mañana las gestiones que de otra forma llevarían más tiempo y más dinero. “En las ferias es donde mejor se hace negocio”. Se compra en Cangas del Narcea, Allande o Tineo. Se vende en Oviedo, Lugones, Posada, Lugo de Llanera y también en Madrid.
Siero continúa siendo punto de encuentro de las mejores reses de Asturias y donde se hacen transacciones importantes. Siempre ganado menor de un año, culón, tierno, siempre asturiana de los valles, con la IGP Ternera Asturiana para garantizar la calidad. Los sellos y las certificaciones son sin duda una garantía, pero no hay nada como el buen ojo del profesional, que sabe ver lo que nadie más ve. Y eso lo dan los años y la experiencia que se gana sólo después de llevar muchas ferias sobre las espaldas. “Un profesional ve enseguida si una ternera sale buena y con rendimiento o sale mala –explica Marcelino García-. En un vistazo ya calibra el peso en canal con muy poco margen de error. La construcción de la ternera revela cuál es la que pesa bien y la que no. La ternera que da una canal buena es la que tiene volumen atrás y adelante es más estrecha, poco vientre, fina de hueso. Pero depende, a veces una ternera con poca trasera puede que muerta sea más culona que viva. Hay que saber”. Fundamental es el aspecto y el tono: “Se ve enseguida la calidad de la carne: la que tiene brillo, la que va a salir dura, la que está de buen pienso y buen mamar. Es difícil equivocarse”.
Un arte. Y ¿vale cualquiera para esto? “Hay que darle a esta profesión el valor que tiene. Para aprender bien hay que estar viendo esto desde pequeño, que el niño acompañe al padre y lo vea hacer”. Un oficio que, como tantos otros, debería continuar adelante de la mano de profesionales como Marcelino García. Pinche aquí para ver más reportajes de este concejo