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domingo 24, noviembre 2024

La Roda. Parada y fonda

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Hacia el interior, sorprende este pequeño pero completo pueblo donde hay que hacer un alto en el camino para conocer su bello entorno, hacer alguna compra y, por supuesto, probar platos tradicionales caseros que saben a gloria.

Es La Roda un lugar perfecto para vivir si se busca tranquilidad. El entorno es verde, el silencio está garantizado y a la vez tiene completos servicios para no tener que alejarse demasiado. La naturaleza la abraza, y eso puede observarse si se sube hasta el Mirador del Monte. Es por ello que son muchos los que se acercan a practicar senderismo, pasar una jornada en el karting que está a un kilómetro o montar a caballo en el cercano centro de equitación.

El punto de reunión es siempre ante un plato de comida bien elaborado y aquí no falta donde degustarlo. Muchos paran en el Bar Martínez-Casa Zapateiro para probar los potajes, fabada o pote, el guiso de patatas con chipirones o con pulpo, o los garbanzos con costillas y patatas; otros en Casa Camilo por su cocina tradicional y hay quien elige sin dudar El Pinalín, por su cocina casera y su amplio espacio en el interior y exterior. Lo regenta Manuela Macondo, que proviene de una familia con tradición de buena cocina y buenos banquetes, aunque la hostelería comenzó con sus padres.

Fabes con almejes
Fabes con almejes. / Foto: Javier Lastras

Si le preguntamos por los platos que triunfan en su restaurante, Manuela lo tiene claro: «Hacemos comida muy tradicional asturiana, fabes con marisco, fabada asturiana, fabes con almejes, cebolles rellenes, pastel de puerro con salsa de Cabrales gratinado, carne ternera roxa asturiana, o cachopo XL. En postres tengo algo único en esta casa, que es la tortilla al ron, un suflé flambeado con ron según una receta que mi tatarabuela trajo de Cuba hace más de doscientos años y que ha pasado a todas las mujeres de mi familia. Y luego hacemos tartas caseras de queso, de praliné con chocolate y avellana, requesón, arroz con leche requemado, todo casero».

El Pinalín ha participado recientemente en las II Jornadas Micogastronómicas de la Comarca del Parque Histórico de Navia, con un menú a base de pastel de setas, setas a la crema con jamón y menestra de setas. Porque Manuela Macondo elabora con la misma maestría los platos tradicionales y los más innovadores, que suele preparar cuando abre los fines de semana de primavera y otoño, fuera de la temporada estival.

Además de la buena cocina, hay otro punto a favor por el que la gente se acerca a El Pinalín, y es que en las mesas que están al aire libre, en plena naturaleza, pueden comer hasta ciento treinta personas. Es el mismo ambiente de merendero de prado con el que los padres de Manuela inauguraron el local en 1979, por ello muchos matrimonios con niños vienen a comer aquí. «No es un restaurante al uso, los niños comen y van a jugar fuera, y luego los padres se quedan comiendo tranquilamente –confirma Manuela-. Los críos le llaman a este lugar ‘la granja’ porque hay caballos, perros, gallinas, pollitos, gatos, perros… Además aquí los pequeños comen muy bien, les gusta mucho la comida que hacemos. Calculo que en verano pasan por aquí más de mil niños».

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