Por más veces que subimos nunca deja de sorprendernos, el Angliru nunca defrauda ni a propios ni a foráneos, y siempre de forma agradable.
Ya queda un poco lejos aquel 2001, el mismo de las Torres Gemelas de New York, cuando se dieron los primeros pasos de la carrera más dura de España y nadie, absolutamente nadie, daba un euro por ella– aun no existía la moneda, pero ya se hablaba bastante –cuando empezaba el boom de las carreras populares y un poco más tarde lo que ahora llaman trail y que los atletas de siempre conocemos como “correr por el monte”.
Este año, primero post Covid, había muchas expectativas –incluso diría yo que demasiadas– por ver la participación; todas las redes llevaban meses pronosticando la afluencia masiva a las carreras y al final no solo se ha mantenido si no que han bajado algunas y de forma espectacular.
El atletismo es el hermano pobre de otros deportes (y rico de otros muchos) y sin patrocinio fuerte y consolidado no queda otra que hacer cosas nuevas, diferentes, atractivas y que tengan una proyección de futuro.
Había que reinventarse. El atletismo es el hermano pobre de otros deportes (y rico de otros muchos) y sin patrocinio fuerte y consolidado no queda otra que hacer cosas nuevas, diferentes, atractivas y que tengan una proyección de futuro. Nosotros optamos por los pequeños en el Anglirín y por los ciclistas en una cronoescalada. En el plano personal creo que la carrera de los peques fue un éxito y la de ciclistas un experimento que habrá que mantener porque a la “peña” le agradó bastante y una primera edición siempre es eso, una primera vez, y hay que ver otras más.
Arrancamos con una buena acogida, mucho trabajo y más nervios: RTVE nos había mirado de reojo y habíamos firmado un acuerdo con ellos para que el programa Teledeporte nos emitiera diez minutillos de la Subida. El paso por el concejo de la Vuelta Ciclista –y sus circunstancias– personalmente me dejó un poco frío; pocos segundos de retransmisión, pocas vistas de L’ Ará y a esperar al 22 si tenemos suerte y acaba en la Cima del Angliru. Así que nervios por lo que supone diez minutos intensos de La Subida al Infierno.
Al final se portaron y RIOSA, en mayúsculas, ha vuelto a salir en los telediarios y en el canal deportivo de la Televisión Española. Ha trabajado mucha gente para lograrlo, todos amigos a los que se les debe el favor, alguno que hemos conocido –y trabajado antes y después de la retransmisión– que a buen seguro se vuelven amigos, y días de trajín que han merecido la pena; esperamos no haber defraudado a nadie y que el próximo año se repita.
Nuestro “evento” se estrenó el sábado día 9 con la carrera para los más pequeños por las calles de La Ará riosana, la primera edición del Anglirín, donde participaron casi un centenar de niños venidos de toda Asturias y de otras localidades españolas, que acompañaban a sus padres a la competición grande.
El domingo día 10 la competición dio comienzo a las 9,30 con la salida de los andarines y como colofón, a las 10:30, una cronoescalada ciclista con más de 60 participantes. Primera edición en las tres modalidades: Anglirín, Andarines y Ciclistas.
A las 10 de la mañana se inició la Subida en sí. Más de trescientos cincuenta atletas inscritos que afrontaban una prueba claramente diferenciada en sus cuatro partes.
Una primera de cuestas que podemos denominar “livianas” y poco más de cuatro kilómetros.
Luego la zona del “descanso” en Viapará. Casi kilómetro y medio con escaso desnivel, prácticamente llano, que proporciona aire y descanso a los atletas, para afrontar luego seis kilómetros de una dureza continuada y extenuante, Les Cabañes, Llagos, Cueña les Cabres o El Aviru, son cuestas y curvas famosas, hasta llegar a la cima de la “Pena” o del Mirador, curvas y rectas vertiginosas.
El tramo final, casi 800 metros de pendiente hacia abajo, increíbles, que hacen olvidar la dureza anterior y nos llenan de satisfacción para entrar en la meta exultantes, para hacer amigos en la carretera y abrazarnos al final, como aquel que dice: Lo hemos logrado, enhorabuena particular.
He vuelto a disfrutar viendo animadores en La Pena o Mirador que son los sufridores del Angliru y lo que rodea a la carrera, los familiares que aguantan un año entero de entrenos y expectativas.
Personalmente he vuelto a disfrutar del público animando a los corredores, en la salida (integración de Riosa en la prueba) y me gustaría que el año que viene abrieran los negocios más temprano –es un par de días al año– para los cafés mañaneros. He vuelto a las fotografías con viejos amigos como Joan Millán, Arconada o Mayordomo, Iván Hierro que subía por primera vez, a Javi Delgado y sus ciclistas madrileños, Paula Hernández –la viuda del gran Alejandro– Dani Redondo o Ledesma, Merche Carbonell, Pepe Muñoz, Merche Palacios y Fabián Roncero y un largo, largo etcétera. He vuelto a disfrutar viendo animadores en La Pena o Mirador que son los sufridores del Angliru y lo que rodea a la carrera, los familiares que aguantan un año entero de entrenos y expectativas.
Daba gusto ver la explanada llena de gente con la señora Alcaldesa y varios concejales animando, con la Directora de Deportes del Principado, con varios patrocinadores y el grupo Llazarandín con su presidente al frente (con menos nervios que durante la semana previa) y con muchos, muchos atletas y ciclistas, disfrutando de un día de sol y experiencias que no olvidarán en muchos meses.
Las vencedoras: la cántabra Merche Palacios, quinta vez que lo hacía, seguida de Ana del Cerro, toledana que venía por primera vez y tercera la langreana Laura Sánchez.
En chicos, los vallisoletanos Enrique Melero y Ricardo Mayordomo, primero y segundo, mientras que el cántabro Iván Hierro, que vino a ofrecer su homenaje al gran maratoniano recientemente fallecido Alejandro Gómez, hizo tercero en su primera confrontación con el coloso del Aramo, el Angliru.