Es el artífice de “El gusto es mío”, el programa cocinero de la TPA más seguido tanto por los aficionados a los fogones como por los debutantes que gracias a sus consejos se han animado a probar.
Cocina para todos, sin grandes desembolsos ni complicaciones añadidas, divertida y práctica. Además, con la vista puesta en el rescate de lo tradicional. Qué más se puede pedir.
-Los programas de cocina están cada vez más de moda. ¿Por qué la gente responde a este tipo de contenidos?
-Yo creo que porque cada vez se cocina más. Aunque vivimos épocas muy rápidas y la gente tiene poco tiempo libre, pienso que ahora se vuelve a recuperar lo de cocinar en casa, dedicarle una o dos horas el fin de semana, disfrutar cocinando, valorar los productos. Quizá porque no hay tanto dinero para gastar en restauración la gente prefiere darse el homenaje en casa, que es más barato que ir a comer fuera y también más gratificante.
-Siempre tienes un chiste o una gracia que contar. ¿Forma parte de un formato ya establecido o es tu carácter?
-Verdaderamente nunca hubo un formato, nunca se me dijo cómo tengo que actuar o moverme en el programa. Yo soy así y creo que eso es lo que engancha: que soy espontáneo, que hablo como la gente de la calle, que pongo una mala cara cuando algo no me sale bien, que tampoco hay por qué esconderlo. Igual que en casa: si un flan no sube yo lo enseño igual, ya haremos otro que saldrá mejor. Eso es lo que funciona, que no mentimos a la gente.
-En general las cocinas de la tele están equipadísimas, pero luego uno tiene que arreglarse con lo que tiene en casa. ¿Cuáles son los básicos de una cocina?
-En estos tiempos de consumismo tan exacerbado disponemos de todo tipo de cachivaches. Yo me opongo a eso, a mí me gusta la cocina tradicional. Evidentemente hay cosas que ayudan, pero tener la cocina llena de batidoras distintas, de un cortafiambres, de un robot de cocina que te lo hace todo… yo creo que la receta pierde la gracia y además la mayoría de esas cosas luego no se usan y ocupan espacio. Algo muy importante que hay que tener son buenos cuchillos bien afilados. También hace falta una batidora, un buen colador, cuatro cositas más, y ya puedes triunfar.
-La gente busca cocinar cosas asequibles, ricas y sanas. ¿Está la alta cocina de capa caída?
-Tuvimos unos años muy buenos en los cuales la alta cocina repuntó muchísimo. Pero hubo alta cocina y hubo falsa cocina. Muchos restaurantes normales se apuntaron a esa moda y para ellos alta cocina era decorar un poco más el plato. La alta cocina es un apartado que no está reñido con la cocina tradicional de calidad. Podemos convivir todos esos aspectos, lo importante es respetar el producto siempre.
“¿Por qué usar productos que son más caros en Navidad que en el resto del año? En estas fechas lo importante es la compañía, y no la comida”
-¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de preparar un menú equilibrado?
-Yo no soy dietista ni nutricionista pero ha pasado mucha gente por mi programa tratando distintos aspectos de la salud y al final la conclusión es que lo importante es hacer cinco o seis comidas al día y tocar todos los grupos de alimentos, porque si están en la naturaleza es que son necesarios. Somos omnívoros y tenemos que comer de todo, en su justa medida y elaborado de la forma más sana que podamos: al vapor, a la plancha, con poquita grasa. Al final todo es cuestión de equilibrio.
-Una de las iniciativas de tu programa es recuperar los platos tradicionales de Asturias. ¿Hay que aprender con los libros y la televisión porque se está perdiendo “la cocina de la abuela”?
-Sucede lo mismo que en la canción asturiana, la poesía… La gente mayor va desapareciendo y las tradiciones se pierden si no hay nadie que las recopile. Con las recetas pasa exactamente lo mismo. Si no intentamos recuperar todo ese saber de la gente se perderá, aunque en Asturias tenemos asociaciones que están trabajando en esa dirección, como las Guisanderas, que hacen una labor increíble recopilando recetas tradicionales.
-En tu blog cuentas que estás elaborando la “Guía Michigrín” con los mejores chigres de Asturias. Eso también es algo muy nuestro.
-A mí siempre me gustó el típico chigre donde la gente cantaba, hablaba, se divertía. A mis treinta y tres años siempre me ha gustado ir al bar de toda la vida, y ese bar se está perdiendo. Por eso quiero recopilar los mejores bares de siempre que hay en Asturias, que son muchos, y hacer la Guía Michigrín.
-En Navidad es típico que la gente se encierre a cocinar. ¿Algún consejo para no echar demasiadas horas?
-En esta época que vivimos en la que hay que apretarse un poquito más el cinturón -no quiero decir crisis porque para mí esa palabra está prohibida-, creo que habría que salir un poco de los tipismos: el besugo, el cordero, la sopa de mariscos… ¿Por qué usar esos productos justo en Navidad, más caros, cuando podemos consumirlos el resto del año? En Navidad vamos a comernos unos buenos callos o un huevo frito con patatas y chorizo.
-Desde luego es escapar de lo típico.
-Es que en Navidad lo importante es la compañía y no la comida. Además ¿para qué pagar tanto por algo que puedes comer el mes que viene mucho más barato? Hay que buscar variaciones. En vez de merluza, tan cara, pues unas sardinas. En vez de cordero, una buena carne gobernada. Y quitar el mito del marisco. Busquemos cosas que nos alivien el bolsillo y disfrutemos de la familia de otra manera.
-Esto es como lo que reseñas en tu programa: “El gusto es mío” y de nadie más…
-Claro, es cierto. Mira, sin dejarse llevar por el consumismo, en Navidad podemos poner una entradita con un poquito de jamón, un buen plato de sopa de cocido, un pitu caleya guisado con patatinos y para terminar unas casadielles o un arroz con leche. Ya está. ¿Para qué más? No merece la pena gastar tanto dinero.