Poco se usa ya la palabra, en esta sociedad tan competitiva, en que todo el mundo quiere prevalecer sobre el prójimo, habrá que borrarla del diccionario, o, cuando menos, situarla entre aquellas que corren peligro de extinción. Humildad, ¡cuánto mejor nos iría ejerciéndola! Se regodea el diario ABC con las faltas de ortografía y sintaxis que comete Belén Esteban en una carta dirigida a sus compañeros de aventuras televisivas; encarga el diario a un catedrático que la corrija y publica a toda página el resultado, ciertamente digno de un rotundo suspenso. Luego aparece el artículo en otros periódicos del grupo Vocento, yo lo vi en El Comercio. Deberían ver antes la viga en el ojo propio, en más de una ocasión hemos publicado sonoras meteduras de pata de los redactores del monárquico periódico; quizá por eso no se han fiado de ellos para revisar el escrito y hayan tenido que recurrir a poner en manos de un profesor lo que sabría corregir un alumno de Básica.
Yo me alegro de que esta señora asegure sus garbanzos, y hasta los langostinos, saliendo en la tele, pero no es justo que los mismos que la jalean y que la llaman «princesa del pueblo» luego se burlen de su ignorancia. En ocasiones nos pasamos de listos; no sé si recuerdan ustedes que hace años se contaba una aparentemente divertida anécdota en la que otra señora cuyo principal mérito era ser guapa oficial, doña Sofía Mazagatos, afirmaba que «le gustaba estar siempre en el candelabro«. Hubo bromas de todo calibre, fue quemada viva porque la frase tópica se refería a estar en el candelero. Bien es cierto que, tomado literalmente, es tan difícil estar en un sitio como en el otro, pero si acudimos a la Academia nos encontramos una inesperada sorpresa, veamos: «Candelero: utensilio para mantener derecha la vela o candela»; «candelabro: candelero de dos o más brazos». Es decir, hablando en sentido figurado estaría diciendo lo mismo: ansia de lucir, destacar, o deslumbrar, si fuera posible.
Otra víctima recurrente de esta sección es la Candidata, si bien ésta se lo gana con su propio esfuerzo, empeñada en usar un hablar afectado, lleno de vocablos altisonantes cuyo significado ignora, negada absolutamente a dejarse corregir, con una tozudez digna de mejor causa. Pues bien, este dechado de virtudes lingüísticas fue señalada con el dedo virtual desde estas líneas porque habría afirmado, «¡Yo soy pobre, pero soberbiosa!», queriendo indicar que su origen humilde no le impedía mantener la cerviz erguida; hete aquí que este presuntuoso criticador de afectados decires se encuentra en el muy noble libro del siglo XIV El Conde Lucanor, -enxemplo LI-, la frase: «Mas al rey soberbioso conteció muy contrario desto…» Resulta que hay que descubrirse ante la Candidata por mantener viva una expresión arcaica.
Lecciones te da la vida. Disculpémonos educadamente; seamos corteses en el trato con las prójimas, en la certeza de que buen porte y finos modales, abren puertas principales. Decía un asturiano exiliado, visitando Oviedo para los Premios Príncipe, que en esta región era el único sitio donde vas a un restaurante y te maltratan. De eso hace tiempo, la hostelería ha mejorado algo, aunque no ayuda que cualquier parado sin esperanza monte un bar. Entre el público la cosa no anda mejor, pedir «un vino, por favor», es poco común, así que no es de extrañar que en algunas ciudades surjan iniciativas como las de la foto, premiar la buena educación.
Como los buenos hábitos se están perdiendo, voy a refrescar a ustedes la memoria mediante el uso de uno de aquellos tratados de urbanidad que se han dejado de vender en las librerías. Éste que nos ocupa lo compré en un tenderete de mercadillo por el precio de dos euros, pero su valor educativo en incalculable; tanto que seguramente lo regalaré a un amigo para Sant Jordi. «La cortesía en la vida moderna», Celia López Sainz, Editorial Ripollés, Madrid 1965. 2ª edición revisada. Una obra austera, pero firme, correctamente escrita y puntuada. Mujer leída, cuenta anécdotas como la de Calomarde, cuando una infanta de Borbón le abofetea por una opinión política (Manos blancas no ofenden) o la de Mª Antonieta, que se disculpa con su verdugo (¡Huy, perdón, señor!), por pisarle involuntariamente al subir al cadalso; cita a Larra, contando sus penas en un banquete de un amigo poco avezado a la etiqueta, y realiza observaciones muy correctas, como la de visitar al dentista dos veces al año, aunque es consciente de que «muy pocas personas son capaces de hacer esto». Sobre todo por causas monetarias, señalo. Se preocupa por la Higiene, «La ropa interior, sobre todo en verano, conviene mudarla dos veces a la semana».
Cuando lean estas líneas estaremos celebrando el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, no viene mal, por ello, ver con perspectiva cómo andaban las cosas hace exactamente cincuenta años, «Si la suciedad es repugnante en un hombre, en la mujer es criminal». Comportamiento en la calle, normas para andar por la acera. «Un hombre jamás debe coger del brazo a una mujer que no sea su esposa o su novia. Únicamente está permitido en lugares peligrosos… Entonces basta con sujetar ligeramente el codo. Si la mujer es casada, sólo lo hará en casos verdaderamente excepcionales«. Una parte importante de las recomendaciones tienen que ver con el comportamiento de las chicas en público, que, en caso de éxito social, derivarán en noviazgo y en boda. «A los bailes no va una muchacha sola. La acompañan los padres, y en su defecto, un hermano mayor, un tío o unos amigos de la familia… En cuanto a las bebidas, lo discreto es tomar zumos de frutas o combinaciones con poco alcohol». No es prudente quedarse a solas con el admirador: «Está admitido pasar juntos al ‘buffet’, pasear un poco; pero no hacer un aparte demasiado prolongado».
En cuanto a las relaciones prematrimoniales se alegra de que las chicas vayan ocupando su lugar social y puedan elegir libremente a sus parejas; ahora bien, advierte, «…en este mundo toda medalla tiene su reverso. La mayor libertad ha conducido a una mayor inmoralidad y frivolidad. El hombre como base de su temperamento tiene una gran sensualidad y la mujer es fundamentalmente débil y apasionada» Ya se sabe que el hombre es llama/la mujer estopa/y viene el diablo y sopla. ¡Cómo no!, subraya la importancia de la virginidad, junto con otros prudentes consejos «Y no basta con que el muchacho o la muchacha sean buenos y religiosos; especialmente ellos han de ser trabajadores»
Si se ha cumplido la normativa se logra la ansiada petición de mano; también en esta ceremonia hay que andar viva, que mil ojos te vigilan, «Hay familias que la comida para este día suelen mandarla traer de un restaurante. Produce esto una impresión más bien mala, pues hace pensar que tanto la madre como la hija son incapaces de hacerla«. Ahorro los detalles de la boda, ya hemos ido a muchas y no parecen haber cambiado gran cosa; sobre la noche de bodas no dice ni media palabra, con lo que las recomendaciones quedan cojas. Dejo para mejor ocasión los muy sabrosos consejos acerca de temas tan importantes como el vestir o las relaciones con los criados y anoto lo que dice sobre los viajes, en la esperanza de que sirvan para el de Luna de miel y deseando lo mejor para la nueva pareja.
Si viaja usted en tranvías y autobuses es bueno de suyo pedir perdón si se pisa a alguien, así como de buen ciudadano admitir las excusas, si bien es conveniente andar atentos para no dejar insatisfechos a otros, las corridas apresuradas suelen dejar insatisfacción. «Antes de llegar a la parada donde se haya de bajar se estará preparado. De este modo se evitarán corridas en el último momento…» Si viajas en tren es posible que debas comer en el vagón, en tal caso «debes proveerte de una bolsa de papel o plástico, en la que puedas meter las sobras» ¡Muy bien! Seguimos leyendo: «Terminado el refrigerio, esta bolsa la guardas en tu propio equipaje para tirarla en el lugar adecuado cuando llegues a tu destino…» ¡Perfecto, un nítido ejemplo de civismo, digno de ser enseñado en las escuelas! Claro que, al final, había truco; termina la frase. «…en los casos en los que no puedas desprenderte de ella por la ventanilla».
Ya ha sido condenado en dos ocasiones, en la primera por coacciones a su ex, en ésta por perseguir con actos obscenos a dos niñas durante siete años, en unos días volverá a los juzgados por presuntos abusos sexuales, tiene veinte denuncias en marcha,-la última detención el ocho de enero-, sin embargo J.J.T.C. no ha sido despedido como Policía Municipal; según cuenta el Diario de Ibiza este personaje realiza habitualmente actos de exhibicionismo delante de menores de edad. Es evidente que sufre una grave alteración de personalidad y mucho más evidente que la alcaldesa de Ibiza, Doña Virginia Marí Rennesson no cumple sus funciones de velar por la seguridad de sus ciudadanas; pongámosla de momento de cara a la pared para que recapacite si debe mantener entre sus fuerzas de orden a un individuo de este pelaje.