A menudo yo me siento/tan cansado/como si de todos lados/apuntaran hacia mí, cantaba a veces con Joan Baptista Humet (1950/2008); y no es que enfoquen sus armas de todas partes, sino que resulta muy molesto que aquellos que nos están, digamos por usar un término educado, perjudicando, nos tomen encima por idiotas. Que señores a los que su religión no deja casarse hablen del matrimonio, del sexo o de los hijos que deben tener otros; que la selección de fútbol pierda, como estaba previsto, para que el polvorín brasileño no estalle y que hablen de fair play, o sea, juego limpio; que quienes corren a los palcos deportivos para festejar triunfos no hayan estado en el oro de la Copa de Europa de Baloncesto, porque, al fin y al cabo, sólo eran mujeres. O que un tal Snowden deje suficientemente probado que la NSA se dedica a grabar todas las conversaciones del universo mundo y el gobierno USA le acuse ¡de espionaje! Otra vez Humet: al sueño americano/se le han ido las manos/y ya no tiene nada que ofrecer.
Nuestro Ministerio de Hacienda presentó en su momento números entrampados en Bruselas para aparentar que se reducía el déficit. No coló, pero persevera en la maña: ahora quiere hacernos comulgar con ruedas de molino respecto a Cristina de Borbón. Para suministrarle coartada fiscal hace quedar en muy mal lugar a los fedatarios públicos, como notarios y registradores. La falacia. Escribía Martha C. Nussbaum, reciente premio Príncipe, que se debe educar a los seres humanos con capacidad de analizar críticamente la sociedad, de descubrir las falacias, tan asentadas en nuestro sistema; el ministro Wert hace todo lo contrario, enfoca su nueva ley al único objetivo, aumentar el Producto Interior Bruto. En eso le apoya la publicidad de TVE, en el primer Telediario de julio dice una señora periodista: “Un reciente estudio indica que los jóvenes españoles están mejor preparados que los alemanes” (Por favor: ¿alguien puede darnos la base científica de tan encantadora encuesta?) En un homenaje a Ernesto Cardenal, antiguo responsable sandinista de Cultura, no tiene empacho en afirmar que los pasos dados por el PP en educación son “la tan ansiada revolución en el ámbito educativo”.
Ya en campaña electoral habían anunciado que eran el partido de los trabajadores, ahora dan un paso más, camino de la Revolución (con perdón, por semejante palabra), el mundo al revés. O sea, que no está el asunto para ver, que posiblemente en estas páginas ya no debe colaborar Teobaldo Antuña, quizá quiera hacerlo el amigo Emilio Braña, más preocupado de la política; pero bueno, tengamos la fiesta en paz, que el verano es tiempo propio de verbena y romería, así que mantengamos el tono habitual, veamos si no como se toman algunos el divorcio, con deportividad y, desde luego, con absoluta transparencia informativa.
Verano, tiempo de salir, de callejear, de andar de terrazas, aunque a veces tengamos dificultades para interpretar la carta del bar, como, por ejemplo en «La Huella del Gato», un establecimiento pequeño y amable que han abierto en la parroquia de Lada, donde comes un buen plato combinado por 4’50 €; te dicen que puedes complementarlo con «dos condimentos»; vale, sal y pimienta, elijo, pero me va a quedar un poco escaso…realmente han querido decir «dos ingredientes».
Otro bar de La Reguera deja octavillas en los coches anunciando su «próxima inaguración«, 
Los errores son, muchas veces, causados por la prisa o el cansancio. Confunde un rotulista las letras en la tele y donde debería decir “arte étnico”, escribe “arte ético”, corrijo un texto propio y me encuentro con que he escrito “nónima”, término muy usado en El Fondón por “nómina”. En ocasiones con los cruces dialectales, el mancebo de la botica de la calle de al lado dice que posiblemente la señora engorde porque “tiene el gene de engordar”, patinazo médico y lingüístico; un albañil venido a más, en los años que eso era común, procuraba no hablar en asturiano, por lo que en el Samoa pedía “agua de Borinas”. Benevolencia para ellos; para otros no puedo tenerla, como cuando veo en “Las Confesiones” de San Agustín (Círculo, colección Great Ideas, pág. 47) que un traductor de latín es capaz de escribir “viajar a expensas del erario público”. En algunos casos no sé cómo calificarlos, dada mi desconfianza de la información actual en TVE; dice el corresponsal desde Alemania el mismo día que se datan estas líneas: “Todos han pasado por la misma experiencia, por minijobs, incluso contratos sin trabajo”. El chollo del siglo, señorías, en plantilla sin necesidad de esforzarse.
Teobaldo Antuña solicita respetuosamente unas vacaciones, va a replantearse sobre qué escribir, en un mundo donde una parte de la población padece hambre y otra sobrepeso, una sociedad que tiene a gente recogiendo de los contenedores de basura las indebidas sobras de otros. Recuerden, no obstante, que, independientemente del tema, es necesario, para que la comunicación fluya, que las herramientas se usen adecuadamente; exprésense con sencillez, con propiedad, en la lengua que han oído hablar a sus abuelas, a la par que piensan si les gustaría que la de la foto fuera una de ellas. ¡Hasta siempre!.