Pues sí, cerramos otro ciclo. De nuevo estamos en los días en que todos manifestamos una generosidad inhabitual. Un amigo de Langreo, voluntario de Cruz Roja, me cuenta que lo llaman de Cruz Roja para pedirle colaboración. No es extraño, las ONG contratan empresas de mercadotecnia telefónica, esas que también nos aburren el alma con ofertas comerciales. La telefonista llama desde León, quiere parecer próxima, “Ah, voluntario, ¿está en Salvamento Marítimo?” “Hombre, está lloviendo mucho por aquí desde hace tres semanas, pero no tanto como para recurrir a Salvamento Marítimo”. Por ahora.
Igual hará falta en Pamplona, que está partida en dos por el desbordamiento del río Arga. Veo en la tele un restaurante con un nombre curioso: “El rincón del chez”. Y eso que los navarros son fronterizos con Francia y en algunas ocasiones tuvieron chef regio, por lo tanto, están familiarizados con su idioma.
Pero hemos perdido habilidades con la lengua del otro lado de los Pirineos, antaño obligatoria en la secundaria, hoy derrotada por el inglés. Algunas series televisivas adolecen de traductores finos, así a la protagonista de “Candice Renoir,” en Paramount Channel, la obligan a decir: “Estos zapatos me duelen muchísimo”. O en una serie de la TF1 distribuida también por Paramount, “Alice Nevers”, -son los gabachos muy dados a policías femeninas-, el capítulo “Peur en ville” (Miedo en la ciudad), pasa a ser en español “Identidad perdida”. Extraña costumbre de rebautizar, heredada de los tiempos de censura en el cine.
Y aunque estemos dando por finalizado el año, las cosas no han cambiado mucho; para nuestra desgracia, no se ha conseguido un nivel alto de vacunaciones a nivel mundial y seguirán rebotándonos versiones más o menos exóticas del virus de moda. Repetiremos situaciones ya vistas. Esperemos que las autoridades anden un poco más finas que en procesos anteriores, donde se llegaron a dar casos tan curiosos como el que sigue, protagonizado por el Servicio de Salud de Castilla y León.
Es cierto que las señoras cada vez atrasan más los embarazos; no es menos cierto que se han dado casos médicamente poco habituales de preñeces añosas, ahora bien, no se concibe que las damas de Burgos de 64 a 65 tengan unas probabilidades altas de ser madres. Y menos las de Segovia de 78 y 79, que recibieron una convocatoria similar. Milagros navideños, serían.
Claro que en estos días todo es fantástico. Regreso de Gijón en el bus, las señoras que viajan detrás de mí comentan alegremente los próximos permisos en festivos; les parece oportuno participar en una campaña que quiere recoger alimentos, aunque una de ellas no entiende bien: “¿Qué son alimentos percederos?” “Que pueden caducar”. Ah, claro; sigue con el espíritu que corresponde en estas entrañables fiestas:
“¡Qué guapa tién que ser una Navidá Blanca! Dir pa ónde está Papá Noël… ¿Ónde ye, ne, en Polonia?”
“P’allá, pa’l Polo Norte. Pa la parte Polonia”